Para justificar su oposición a la contratación de 6000 médicos cubanos por el gobierno de Brasil, Geraldo Ferreira Filho, presidente de la Federación Nacional Médica Brasileña declaró que: “…La importación de médicos de “bajo costo” no es la mejor solución para el problema de falta de atención de salud en el interior del país…”
Al respecto acudí al doctor Julian Alvarez Blanco* quien sin alusiones personales, colocó las reflexiones en un entorno adecuado: “Exportar o importar -dijo- son términos comerciales, inaplicables a la doctrina cubana de la salud y a la tradición revolucionaria en la colaboración médica. Lo coherente sería que las gestiones para el envío de médicos a Brasil o a cualquier parte, se sumaran a las corrientes integracionistas que se abren paso en el Continente y que no excluyen compensaciones mutuas…”
Sin prejuzgar, ni polemizar y sin darnos por ofendidos por la alusión al “bajo costo” que puede ser peyorativa, es probable que Ferreira Filho tenga razón. Mejor solución que “importar médicos” sería que tanto Brasil como todos los demás países tuvieran suficientes galenos, maestros, futbolistas, alimentos, energía y todo aquello que las naciones necesitan para crecer, desarrollarse y hacer felices a sus habitantes.
No ocurre así por razones naturales y otras más irritantes como son las derivadas de la injusticia social. Frente a tales realidades, el comercio y en un escalón más alto la cooperación, aportan paliativos y soluciones.
En materia de salud, Cuba ha ido más lejos aplicando una política sostenida por casi 60 años de colaboración médica, básicamente gratuita, en virtud de la cual en el último medio siglo médicos y trabajadores de la salud cubanos han prestado servicios en más de 70 países, cosa que en 2011 hicieron en 38 países.
No obstante, aunque como sostiene el doctor Alvarez, debido a la naturaleza del régimen social cubano, al enfocar asuntos asociados a la salud pública raras veces se acude a categorías mercantiles; puertas adentro, los directivos de la salud pública que administran un presupuesto de más de cuatro mil millones de pesos, lidian con cerca de medio millón de trabajadores, de ellos unos 80 000 médicos y más de 100.000 enfermeras y administran 161 hospitales, que totalizan 45 606 camas, están obligados a una estricta contabilidad.
En Cuba la salud pública no es gasto sino inversión en el hombre. El dinero solo puede aportar felicidad cuando se dedica al mejoramiento humano. No es por cálculos de costos y beneficios que la Isla ha logrado una tasa de mortalidad infantil de 4,6 por mil nacidos vivos y una esperanza de vida de más de 78 años. En la próxima entrega les contaré sobre las dimensiones y estructura del sistema de salud cubano. Allá nos vemos.
*Julian Alvarez Blanco: Médico. Además de prestar servicios en misiones internacionalistas en África y Asia, se desempeñó como Jefe del Departamento de Salud del Comité Central del Partido, Viceministro de Salud Pública y Director del Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN). Fue miembro del Comité Central y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
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