Existen muchos avisos malignos, a veces, emitidos hasta con la creencia de que se hace con las mejores intenciones del mundo, y entre ellos quizás el más generalizado sea el practicado entre chóferes desde hace mucho tiempo, tanto que lo califican como algo más viejo que andar a pié.
Quizás cuando no existían los vehículos automotores hubo necesidad también de alertar a los caminantes acerca de los peligros que podrían encontrar durante los próximos pasos que darían al tener que enfrentarse a una fiera o estar el camino intransitable.
Y tal vez en esa época remota las advertencias no pudieran calificarse de malignas, un adjetivo que viene al caso aunque las motivaciones no guarden relación con la mala fe, sino simplemente con el propósito de cuidar al prójimo de percances no causados por semejantes, sino naturales.
Lo peor del asunto en nuestros días es que los receptores del mensaje dan las gracias e imitan el procedimiento para ir formando una interminable cadena cuyos resultados pueden ser mortales o, en el mejor de los casos, darle riendas sueltas a indisciplinas que cada vez alcanzan mayores dimensiones.
Así, los chóferes encienden intermitentemente las luces del vehículo para avisar la presencia de las autoridades del tránsito, a quien atribuyen el mal de ser causantes de una sanción consistente en pagar una multa o tener suspendida la licencia de conducción.
Inconscientemente, se entroniza la equivocada idea de que los agentes del orden representan el peligro cuando en realidad son quienes tienen la misión de cuidar a la ciudadanía y aplicar normativas creadas para preservar la integridad de todas las personas.
Abundan los textos en los cuales se aborda este tema, pero aún así, este redactor ha tenido la oportunidad de agregar estas lineas finales sobre un hecho reciente, en el cual un vecino alerta: "oye, estás saliendo a regalar dinero", expresión incomprensible de no haber visto que se tocaba la nariz y la boca al tiempo que daba el aviso.
Y para más aclaración, otro de los presentes fue más explícito al comentar: "Te van a poner una multa de cientos de pesos si sales sin nasobuco, y el dinero no está tan abundante como para estar regalándolo por no ponerte el nasobuco."
Mientras regresaba a buscar la prenda protectora, recordé las señales entre los choferes para alertar la presencia de los agentes del orden, un desconocido que pasaba por el barrio, sin detener su andar, hizo caso omiso de los demás y me dijo:
"Si es porque te van a poner una multa, puedes seguir porque por esta calle no hay ningún policía, ni tampoco ningún inspector ni nada parecido, pero lo que no puedo asegurarte es que no haya un nuevo coronavirus esperándote porque esos no se ven por ser tan chiquitos que todos los que hay en el planeta caben en una cuchara y sobra espacio."
Sin dudas, una charla entre vecinos y transeúntes enriquece los temas para el foro, pues en próximos viernes podríamos tratar más sobre estos avisos malignos que se enmascaran tras las buenas intenciones, y cual si fueran un SARS-CoV-2 se ponen delante sin que los veamos, pero son capaces de tapar las más evidentes realidades.
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