Deben ser muy pocos los que desde niños no hayan escuchado aquello de Cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo, y lo cierto es que a muchos nos parece que es mejor referirse a las barbas que no al objeto aludido originalmente.
Si bien es cierto que el fuego arde muy bien en esas cubiertas de ramajes o pajas, y es a lo que se llama bardas, resulta más ilustrativo cuando se trata de los pelos que crecen en el rostro de las personas, pues hace sentir más cercanos los riegos y peligros.
Lo cierto es que tal frase debe ser tenida en cuenta y adoptar su significado como filosofía de vida en estos tiempos, y también en los venideros, pues llama a ser previsores, algo muy necesario para enfrentar y controlar la pandemia de la COVID-19, enfermedad respiratoria causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Cuando el mal estaba a punto de jaque mate, rebrotó en determinados lugares de La Habana a una velocidad mayor que la capacidad de reacción popular e institucional, y como que no pusimos previamente las barbas en remojo, se extendió por toda la capital cubana.
Aunque las llamaradas y el humo emanado desde las bardas ardientes eran visibles, no supimos captar el mensaje con el llamado a la previsión, lo cual también sucedió a territorios vecinos y a otros no tan cercanos, pero a suficientes distancias como para ser vencidas fácilmente con los medios de transporte disponibles.
En este instante arden las barbas de varias provincias, y entre ellas hay vecinos que llevan días y hasta semanas sin nuevos casos positivos y que debieran poner sus barbas en remojo, pues es mejor dedicar esfuerzos al control que no consumir las fuerzas en combatir los embates de la pandemia.
Ya es demasiado con que la COVID-19 dañe la salud y hasta provoque la muerte, por lo que no debemos agregar también la paralización de actividades, sobre todo las productivas, cuyas consecuencias serían fatales para la existencia futura.
Los ya afectados tienen la obligación de evitar que el nuevo coronavirus penetre en áreas vecinas, pero a los no dañados corresponde impedir ser invadidos por la pandemia a través de indisciplinados e incumplidores que se trasladen subrepticiamente a través de las fronteras.
Y no únicamente hay que ver las limitaciones de movilidad entre provincias y municipios, sino también que ya es hora de establecer esa medida con barrios, cuadras y hasta viviendas e instituciones de manera puntual, y hasta cortarle el paso al coronavirus de una persona a otra.
Como que popularmente se ha cambiado bardas por barbas, vale decir que cuando veamos las del vecino arder, resguardemos las nuestras detrás del nasobuco, que de paso también cubre la nariz, otra de las puertas de entrada del SARS-CoV-2 además de los ojos.
Jorge Acosta
21/10/22 22:59
Según mi lógica, debería ser "bardas", como se dice originalmente, pues las "barbas" del vecino, siempre están cerca de él, en su rostro, pero perfectamente pudieran estar a km de nosotros "ambos"; cosa que con las bardas no puede ocurrir nunca, pues se trata de una cerca fija limítrofe entre nuestras casas, por ser "vecinos". No obstante, es cierto que pudiera significar lo mismo cuando se dice barbas, pero lo irreal que sería, y repito, lo alejado de nosotros que pudiera estar nuestro vecino cuando le "ardan", atenta contra el símil lógico del dicho, si se refiriera a las bardas (cercas).
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