De 700, pero no arrobas

Eran los años en que miles, cientos de miles de personas abandonaban sus cómodas labores habituales en las ciudades para ir permanentemente o por un día a cortar caña una a una, lo cual para los no acostumbrados constituía un verdadero sacrificio, aunque no rindieran como para cubrir los gastos de la movilización.

Por aquellos tiempos no se hablaba de hectáreas, sino de caballerías, y las toneladas y los kilogramos no se abrían paso a pesar de estar establecidos legalmente, porque los quintales, las arrobas y las libras predominaban hasta en quienes no tenían mucho sentido de las magnitudes.

Andaba por los cañaverales de San Fernando de Camarones en la actual provincia de Cienfuegos en busca de un machetero de alta productividad al que no lograba encontrar.

Si no lo encuentras –dijo uno que dormitaba sobre la hierba a la sombra de las cañas- puedes entrevistar a un grupo de 700.

Caí en la trampa lingüística creyendo que se trataba de macheteros que cortaban 700 arrobas por jornada, cuando el chistoso aclaró:

“No, no cortan 700, digo que el grupo es de los que se-te-sienta constantemente porque se cansa con cortar unas pocas arrobas. Y, oiga, periodista, una arroba es una cosa muy seria porque usted tiene que picar como 5 ó 6 cañas, depende del peso que tengan para ser una arroba, y para tener 700 mazos de una arroba… uno termina que no quiere saber nada de la arroba…”

Ahora, cuatro décadas después, quizás aquel jovenzuelo que renegaba de esa medida de peso, sea un empedernido usuario del signo de arroba, que es uno de los más populares o quizás el más utilizado a nivel mundial, pues un alto número de habitantes del Planeta tienen correo electrónico y no pocos tienen varias.

La red de redes tiene una cantidad colosal de herramientas para las comunicaciones, pero hasta ahora no parece que haya algo que desplace los email o e-mail (electronic mail), o el diminutivo de Emilio: Emilito, como dicen en algunas latitudes.

Al principio, se usaron cuatro puntos (::) y “at” para separar el nombre personal del propietario del correo electrónico y el nombre del dominio o servidor en el cual operaba el correo.

Le atribuyen a Ray Tomlinson, inventor del correo electrónico, haber elegido –entre las escasas posibilidades porque corchete, paréntesis y otros signos ya tenían uso- arroba @ en 1971 como símbolo idóneo porque nunca formaría parte del nombre de usuario. Aunque en otros países tienen otros nombres, en inglés se lee “at” (a, junto a, o en) y por tanto indica que el usuario está hospedado «en» tal servidor.

El símbolo arroba de cuyo origen existen versiones, existía en 1448 y la mayoría de los historiadores aceptan que proviene del idioma árabe (ar-roub), que significa cuarto o cuarta parte, que en la otrora medición de la caña era un cuarto de quintal (100 lilbras) y que actualmente se hace en toneladas.

Por cierto, no encontré al destacado machetero cuya brigada había cortado un millón de arrobas de caña, pero conozco usuarios que luego de usar las teclas Alt 64 o Shift 2 no hallan la @ porque aprendieron mecánicamente sin tener en cuenta que la forma de obtener el símbolo depende de la configuración del idioma en el teclado y del sistema operativo.