Cuando todavía proliferaban en los años 70 del siglo pasado los teléfonos llamados de manigueta, los de disco eran considerados un equipo de la modernidad, y en el lenguaje popular era común que alguien pidiera que le discaran o decía que le discaría a alguien para conversar por ese aparato.
Hoy, lo normal es “márcame” o “hazme una perdida” y otras frases parecidas que llegaron con los celulares, pero ya raramente se escucha la muy usada en tiempos de darle vuelta y vuelta a la manigueta, pues pocos recuerdan que en ese entonces se solía expresar: “dame un timbrazo” como solicitud de ser llamado telefónicamente.
Por cierto, una operadora del centro telefónico de Trinidad , cuya voz debió ser usada en cualquier emisora radial, montaba en cólera cuando el susodicho timbrazo era dado con la manigueta en sentido contrario a lo normal, es decir hacia atrás.
Después supe que no era ella la única enojada con tal proceder, pues de esa manera se causaba un ruido ensordecedor muy molesto que los usuarios del servicio provocaban cuando la operadora demoraba en responder.
Antes de continuar con el tema de los timbrazos de manigueta o el discado, introduzco un recuerdo: Había un teléfono público de manigueta en una bodega de la zona conocida como La Fragua, entre el pobladito de Cabaiguán y Sancti Spíritus.
Si se quería una llamada local, se le podía solicitar a la operadora del centro telefónico de Cabaiguán, pero si era de larga distancia, entonces se le demandaba a la de Sancti Spíritus. Esta fue la explicación que me dio un campesino de avanzada edad cuando traté de calmarlo tras verlo en una acalorada discusión en la cual insistía en ser atendido por un centro telefónico y no por otro.
Haciendo caso omiso a mis palabras, se desahogó como le vino en ganas con sus ideas relativas a que la gente de comunicaciones no son como los de transporte por carretera que gastan más gasolina y piezas según la distancia a recorrer.
Lo único que hacen -decía- es meter un cable en un hueco, sacarlo de otro y eso cuesta lo mismo para un metro que para hablar con otro que está a mil kilómetros.
Recogió un saco medio lleno, se lo echó sobre su espalda, lanzó el tabaco al aire y dijo: Yo quería que me atendiera el centro telefónico de Cabaiguán que metiendo y sacando los mismos alambritos cobra menos que el de Sancti Spíritus que es más caro porque dicen que ellos son los de larga distancia.
Volviendo al tema del timbrazo con la manigueta o el discado: Cada vez se fue haciendo más difícil usar los teléfonos de disco para llamar a algún número que incluyera el cero, pues los dueños (lo mismo estatales que privados) lo clausuraban lo mismo alterando los mecanismos que colocándole un candadito o una tuerca con tornillo.
De esa manera se evitaba que alguien pudiera hacer una llamada fuera de la localidad, sobre todo a ciudades y provincias más alejadas, pues la tarifa es mayor en la medida en que aumenta la distancia.
En este momento, la inmensa mayoría de los aparatos telefónicos son “de teclitas” y con un módico precio puede obtenerse el servicio suplementario de Candado Electrónico que evita los timbrazos, discados o marcados más costosos. Por tanto, el cero tiene ya todo su valor (referido al valor de uso, por supuesto) sin restricciones, y sobre todo porque ya no se incluye para comenzar una llamada de larga distancia.
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