El viento, las rachas y las conversaciones

Un trabajador de la Estación de Trinidad que en los finales de la década de los años 60 del siglo pasado atendía a los alumnos del círculo de interés de Meteorología recibió el primer día a los muchachos con un comentario muy singular para despertar motivaciones por la materia.

Los que esperaban una densa explicación sobre la importancia de conocer y predecir las lluvias, la temperatura, la dirección y velocidad de los vientos o los caprichos del rumbo de un huracán debieron haberse sorprendido al escuchar razonamientos construidos a partir de la observación de la vida diaria.

Inesperadamente dijo que si alguien quería relacionarse con un desconocido en la calle o cualquier otro lugar, el mejor tema para iniciar la conversación era el estado del tiempo, pues resulta prácticamente imposible que provoque alguna incomodidad en el interlocutor como cuando se habla de política o religión.

De ese modo se refirió a una de las tantas razones para saber, aunque fuera, el significado de palabras como clima, tiempo, huracán, ciclón, vientos y racha, pues con un vocabulario enriquecido podría empezar y mantener una charla amena para iniciar un vínculo con otra persona.

La anécdota vino a la memoria en estos momentos en que el huracán Eta se va debilitando tras entrar a tierra y torcer el rumbo obligado por determinadas condiciones atmosféricas, lo que hace preocupar a los habitantes de una buena porción de Cuba.

Ese fue el tema de la conversación en una de las tantas colas que se hacen, pero en este caso concreto fue en una panadería de Santa Clara, donde lo mismo uno decía que “antes se esperaba el temporal con mucha galleta guardada” y otro le hacía la observación sobre los elevados precios de ese producto.

La charla transitó hacia el asunto de por dónde entraría Eta al país y todos los daños que podría ocasionar, así como los beneficios para los embalses, el manto freático y las cosechas, aunque también podía dañar algunos cultivos, según el “experto” que daba todo tipo de explicaciones mientras esperaba su turno.

Por no contar con una grabación, es imposible saber cómo se desató la discusión, pero al volver a prestarle atención a la conversación, el debate era sobre las elecciones en EE.UU. y el plato fuerte parecía ser formular adivinaciones sobre quién sería el ganador.

De pronto saltaron hacia las consecuencias de un ganador u otro para las relaciones de esa poderosa nación con Cuba y, a partir de ahí, lo que parecía una amistosa charla para hacer más agradable la espera concluyó en una áspera contienda sobre quién tiene o no la culpa de la escasez, incluida la del pan.

Una fina llovizna tampoco hizo retornar el neutro tema de la meteorología, sino que el debate se empantanó en si alguien iba o no en ese puesto de la cola, una disputa que el portero del establecimiento puso final en voz alta: “a ver, desenreden ese nudo ahí y si van a armar un ciclón ahí, dejen pasar a los demás”.