Mientras la dependiente de Las Avenidas, en Santa Clara, chequea el carné de identidad y se nota que casi está al pedir que el cliente se baje el nasobuco para comprobar, recuerdo las películas del Oeste y las historietas de Superman tan abundantes hasta inicios de la década de los años 60 del siglo XX.
En los debates infantiles cuestionábamos entonces que con solo un pañuelo doblado como un triángulo sobre el rostro era suficiente para que un bandido no fuera identificado, aunque el resto de la vestimenta fuera siempre la misma.
También las críticas alcanzaban al hombre de acero que con quitarse los espejuelos, ponerse el traje rojiazul con la S y echar a volar, ya era suficiente para que nadie pudiera reconocer al tímido e inofensivo periodista Clark Kent
Lo mismo pasaba con los antifaces del Zorro y el Llanero Solitario que dejaban descubierta una buena parte de la cara, y hasta sostenían largos diálogos con amigos y enemigos incapaces de descubrir su identidad ni siquiera por la voz.
Al llegar mi turno, con una sonrisa triunfante, la empleada miró mis ojos no cubiertos por el nasobuco, y exclamó: “Aquí sí no tengo que comprobar mucho, tú eres el que está en la foto del carné de identidad porque eres chino de verdad”.
Entonces, entre la clientela hubo todo tipo de comentarios: “Ahora con estos nasobucos yo no conozco a nadie”, “Y con lo que nos falta con estas cosas en la cara… hay que aprender a mirarle los ojos a la gente”, y uno de los presentes aprovechó para piropear: “Ella, con esos ojitos tan lindos… si de verdad los ojos son el espejo del alma, la de ella debe ser lo máximo”.
Quizás usted que nos lee no se haya dado cuenta de que en estos meses de pandemia el uso del nasobuco le ha llevado a conseguir recursos para identificar a las personas y aprender a interpretar lo que ve en los ojos de los demás.
Lo cierto es que, en general, podemos afirmar que la humanidad está desarrollando la capacidad de interpretar el lenguaje corporal, específicamente el que se emite con la mirada, en vez de concretarse, como hasta hace unos meses, en atender prioritariamente las expresiones verbales o escritas.
Le invitamos a que se autoevalúe, y tal vez la lista que le invitamos a leer a continuación le parezca demasiado extensa, pero después seguramente se sentirá sorprendido cuando mida sus habilidades para determinar cuándo una persona está bajo la influencia de alguna de estas emociones:
Entusiasmada, reconfortante, irritada, aburrida, aterrada, arrogante, enojada, bromista, asustada, convencida, entretenida, relajada, sarcástica, preocupada, simpática, horrorizada, fantasiosa, impaciente, alarmada, desafiante, intranquila, decaída, abatida, relajada, tímida, excitada, hostil, acongojada, prudente, insistente, arrepentida, seductora, indiferente, abochornada, escéptica, decaída, contundente, expectante, amenazante, serena, decepcionada, deprimida, acusativa, pensativa, afectada, meditativa, ilusionada, compasiva, insegura, afectuosa, agradecida, vacilante, impotente, culpable, confundida, suplicante, curiosa, cavilosa, incrédula, interesada, alarmada, tímida, ansiosa, tranquilizadora, afectuosa, satisfecha, reflexiva, avergonzada, segura, entusiasmada, seria, aturdida, alarmada, inquieta, desconcertada, recelosa, confusa, nerviosa, insistente, desconfiada, indecisa.
Con el siguiente video usted tendrá la oportunidad de medir su capacidad de interpretar el lenguaje que emite esa parte del rostro no cubierta por el nasobuco, pues la filmación le presentará un test de 36 fotos con 4 posibles emociones asociadas a las miradas entre las cuales debe escoger una y al final autocalificarse.
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