No son pocas las personas cuyos mejores recuerdos los tienen debajo de la sombra de un árbol, ya sea porque se guarecieron del sol en un mediodía caluroso después de haber estado haciendo algo sofocante, o porque allí comenzaron una historia de amor que dejaron grabado en el tronco.
En mi caso, no olvido la indicación: hay una mata de mango en la esquina, allí doblas a la derecha y ya. El susodicho árbol nunca apareció, y siempre anduve en línea recta porque algún vecino previsor la había cortado casi de raíz.
Según supe después, no fue únicamente por la cercanía de la temporada ciclónica del ya lejano 1967, sino porque le molestaban las piedras que caían en su techo cuando algún niño usaba ese método para provocar la caída de un fruto, que lo mismo era entonces verde que maduro.
Cerca de aquellos días, hallé un viejo periódico en el cual publicaron que el 10 de octubre de 1904 se celebró por primera vez en Cuba el Día del Árbol, para hacerlo coincidir con la fecha de alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua.
Con tales recuerdos, llego a la conclusión de que los árboles merecen todo el respeto y cuidado, y que tan mala conducta es talarlos indiscriminadamente como sembrarlos y dejarlos crecer en lugares inadecuados donde entren en conflicto con todo.
Si pudieran expresarse escucharíamos quejas de cualquiera de las especies del reino vegetal de que no le garantizan ni un cubito de agua en medio de cualquier sequía, les cortan ramas sin ninguna justificación... Aunque si lo pensamos bien, sí lo manifiestan mediante el aspecto que presentan cuando son dañados.
Por estas escasas horas en que la tormenta tropical Laura transitó por el sur cubano, hemos tenido la oportunidad en no pocos lugares de observar los conflictos de los árboles que están en sitios incorrectos como los que tienen un porte tal que siempre sobresalen por encima de los cables eléctricos y telefónicos que interrumpirán cuando los fenómenos naturales los derriben.
Generalmente se piensa casi siempre que la solución es ser previsores y podarlos a tiempo, pero son escasas las ocasiones en que indagamos si la característica de la planta armoniza con el entorno porque el follaje puede dañar o interrumpir la vista de algún objeto hermoso o de valor que no deba ser cubierto en el paisaje.
Y mucho menos se investiga sobre el tipo de raíces, pues lo mismo encontramos un árbol que destruye un piso de cemento o una vía de asfalto, que los que dañan los cimientos de cualquier edificio, para entonces obligar a cortar especies que pueden ser casi únicas y debieran conservarse.
Laura quedó por suerte en la categoría de tormenta tropical, pero los próximos fenómenos atmosféricos, Nana y Omar según lo previsto, llegarán antes del 30 de noviembre, y todavía hay árboles que deben ser podados, muchas razones justifican hacerlo, y también que provoquen pensar en cuál es la solución definitiva.
Como mismo existe una regulación para cortar especies maderables, debiera existir también una que obligue a compatibilizar con todos dónde y qué especie sembrar para evitar apagones e interrupciones eléctricas con los vientos de ciclónicos.
Francisco
28/8/20 17:41
En las ciudades grandes, el tendido eléctrico y telefónico debe ser soterrado para que se puedan sembrar más árboles. Ésa es la verdadera solución del problema, no podar y cortar los árboles. Es inconcebible que en muchas zonas de La Habana sea tan pesado caminar en verano como sería caminar por el Sahara. Nuestros parque casi están desprovistos de árboles. Son superficies de concreto. Ni siquiera hay un lugar donde tomarse un vaso de agua. No hay surtidores en las calles. En ningún lugar puedes pedir un vaso de agua. Hay que saber apreciar y proteger a los árboles existentes y hay que sembrar muchos árboles en las ciudades cubanas. Y poner surtidores y obligar a los establecimientos gastronómicos a brindar agua fría a los ciudadanos que la necesiten. Y también en el campo. donde prácticamente no hay árboles; en el campo de un país que estaba cubierto de frondosos bosques a la llegada de los conquistadores. Porque queremos ser un país turístico y porque queremos vivir cada vez mejor.
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