Me quejaba: Hay gente que quiere ganarse en una mañana lo que un científico o un médico, que hace trasplantes de órganos, reciben como salario en varios meses.
Sin levantar la vista de un montón de cuartillas que debía revisar con vistas a publicar en el periódico Vanguardia, dijo: “Esos son los Castaños de nuevo tipo”. Era la voz del jefe de redacción del diario de Villa Clara, Roberto González Quesada, un hombre que se había incorporado al periodismo desde muy joven en Cienfuegos, zona donde don Nicolás Castaño se hizo millonario.
Casi todos los colegas presentes hicieron un comentario en el cual aludían a que los ciudadanos de origen chino radicados en Cuba eran muy ahorrativos y hacían el dinero centavo a centavo, pero que esos cubanos a los cuales me refería querían ganar en un día lo que los asiáticos tardaban meses y años.
El Robe (o el Patriarca, como gustaba decirle su sobrino Pedro de la Hoz) me recomendó leer la página 3 de la edición del domingo 18 de diciembre de 1978, donde él había publicado sus opiniones sobre el tema en el artículo “El millonario Castaño y los Castaños de nuevo tipo”.
He aquí algunos fragmentos:
“Llovía de manera inclemente, pero Nicolás, mozalbete fornido, no se detenía. Tras caminar tres kilómetros, empapada su única muda de ropa, llegaba a su destino: la bodega de un pariente en Cienfuegos. Buscaba trabajo, y este, por razones consanguíneas, se lo dio. Almuerzo, comida, un rincón en la trastienda donde dormir, y ¡10 centavos diarios de salario!”.
”Sin embargo, al mes, el nuevo dependiente tenía ahorrado un peso macho bien sonante y, encerrándolo en el puño, aseguró al tendero que sería el primero de su primer millón.
”¿Premonición de un futuro o voluntad indomable para labrárselo? A los 5 años poseía tienda aparte, a los 10, era ya un almacén. A los 15, centro importador con casas matrices en la Perla del Sur, La Habana, y Santiago de Cuba. A los 20, incorporaba la esfera bancaria. Y a los 25, la expansión tocaba Puerto Rico, Nueva Orleans, Nueva York y Madrid con oficinas de transacciones financiero-mercantiles. Además, negocios de refracción cafetalera en Las Villas y Oriente, acciones numerosas en la industria e inversiones en inmuebles.
”De poca cultura literaria, pero con tremendo ingenio, contaba el secreto de su éxito: ‘Lo importante es sacrificarse primero, apretarse el cinto hasta tener un fondo operativo de arrancada que garantice no fallar en los pagos, dar la sensación de ser dueño de recursos sólidos. Lo demás viene solo. Al que tiene, le dan créditos, y al que no tiene, se lo niegan. Así es la vida. Cuando me reafirmé en todas partes me abrían las puertas. Y pude concretar una forma de importar especialísima: La mayor parte de las mercaderías las tenía ya vendidas y me daban 30 días de gracia después de llegar al puerto. Las distribuía directamente desde los muelles, y solo la porción menor iba a mis almacenes. De hecho, liquidaba al exportador con el propio resultado de la venta. ¡Y es más, muchas veces sobre la base del nombre, sin contar en los bancos con el activo suficiente, me servían cuantiosos encargos!’”.
Al final de su nota, Roberto sentenció:
“Pero con los tiempos cambian los métodos. Nadie supuso que don Nicolás habría de ser superado. Hoy, sin embargo, merolicos, elementos malversadores y vividores de toda laya, hacen su agosto a costa del consumidor o de los bienes del Estado, en una sociedad levantada sobre el principio del trabajo y la ausencia de la explotación del hombre por el hombre. De no ponerlos la ley tras las rejas, que es donde tienen que estar, y persistir el descontrol de la economía, se harán millonarios en muchísimo más corto lapso que el empleado por Nicolás, que necesitó un cuarto de siglo para serlo. Son los Castaño de nuevo tipo”.
Lo que sucedió después de la lectura pudo haber sido una charla ocurrida hace unos minutos y no en el ya lejano 1990:
—Robe, eso lo escribiste en 1978 pero tiene vigencia hoy…
—Y seguirá teniendo vigencia cada vez que les demos un chance. Y barranca abajo, sin freno, acabarán con todo.
NOTA: Como quien añade algo que no quiso incluir dentro del texto, Roberto escribió: “Al triunfo de la Revolución hacía rato que don Nicolás Castaño había fallecido, pero su heredero Nicolasito fue tan astuto como él. Pronto captó el matiz del proceso y giró el grueso del capital y valores al exterior, mucho antes de que se produjera la nacionalización. Luego puso mar de por medio”.
Elio Antonio
14/12/16 13:02
Hola:-)
Sin dudas, interesante.
Ahora, ¿quien explica los mecanismos que permiten que existan vagos y aprovechados en nuestra sociedad?
Saludo;-)
José Joaquín
12/12/16 16:49
Chang, sería bueno reflexionar si los productos son caros o es que nuestra moneda no vale. Castaño tenía un límite en sus precios que lo daba la propia competencia, ¿cuá es el límite de los de hoy? ¿qué papel juegan "las Shopping"? ¿cuál es el concepto de valor y precio en el marxismo? ¿sabes quien fue el senador Arteaga y la Ley aprobada que se conoce como Ley Arteaga? ¿No crees que necesita Cuba un nuevo senador Arteaga? ....
Ive
9/12/16 23:11
Los Castaños de hoy que se puede hacer un bosque con ellos, sólo que es un bosque de enredaderas como las que rodeaban a la Bella Durmiente, las que solo pueden ser cortadas por un príncipe encantado. Venden vegetales, viandas y cárnicos a precios tan elevados que uno duda cuando los ve si está viendo pepinos, tomates, coles o joyas hechas con oro y plata del Perú. Son tan caros que usted al verlos y preguntar el precio de la libra (medida de peso que en Cuba varía de una balanza a otra y diseñada para que pierda el cliente) cae el conflicto To be or not to be, la más de la veces la decisión es no to be, o lo que es lo mismo no lo compro, a lo cual los Castaños de hoy de hoy responden "no lo compre ya aparecerá alguien que lo compre", es ellos si pudieran cantar dijeran "el dinero es la vida, no es vanidad.
ANGEL
9/12/16 15:00
SOLO CABE UNA PREGUNTA: ¿QUE VAN A HACER?
Luisg
9/12/16 13:55
Por lo que entendí, Castaño no le hacía daño a la población, sino que utilizaba ardides para hacerse rico a costa de los ricos, lo que no es lo mismo que los actuales nuevos ricos de Cuba, que desorganizan los mercados y medran con las necesidades de la ciudadanía.
Es asombroso que haya sido escrito en 1978 y tenga plena vigencia.
henry
9/12/16 13:15
Dime cuantos de esos chinos quedan en el barrio chino o en Cuba toda...Hasta los chinos se dieron cuenta que aun para ellos tan pacientes y metodicos era imposible seguir asi y los que no se murieron partieron a otras latitudes.
Adolfo
9/12/16 10:28
Alguien dijo, los nuevos ¨ricos¨son tan pobres que sólo tienen dinero
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