Cuando todavía en la década de los años 70 del siglo pasado era común que los llamados isleños trabajaran en los campos de la antigua provincia de Las Villas, esos emigrados provenientes de las Islas Canarias eran señalados como ejemplo de laboriosidad.
Esos hombres y mujeres que salieron de su patria a buscar mejores horizontes en Cuba, como suele ser entre los que emigran, aspiraron a que sus hijos y nietos estudiaran y encontraran buenos trabajos, lo cual la mayoría logró.
Los isleños siempre reconocían que en la Mayor de las Antillas sus descendientes podían hacerse universitarios (casi siempre mencionaban a los médicos y a los ingenieros), lo cual era un sueño convertido en pesadilla cuando no podían serlo en su país natal.
Si en estos momentos volvemos sobre esas zonas de Cabaiguán, Guayos, Taguasco, Zaza del Medio… encontraremos viviendas confortables que nada tienen que ver con el bohío de los abuelos, pero lo generalizado será que pocos descendientes trabajan en las faenas agrícolas, porque al superarse buscaron sus centros laborales en las áreas urbanas.
Aunque no somos pocos los que opinamos que no existe hoy el mismo grado de laboriosidad, al menos este periodista considera que es un valor que existe y tiene profundas raíces históricas creadas por emigrantes que formaron la nacionalidad cubana.
Con tales antecedentes, y en el nuevo escenario que se está conformando desde el primer día de este 2021, es probable ir restando terreno a la haraganería, incluso al integrar en el empleo a personas sin disposición para una faena que requiere esfuerzo, o sea, una obligación.
En La vagancia afirmamos que se van incorporando a un centro laboral los desvinculados, pero también hay que prestar la debida atención a esas personas que tanto tiempo han estado recibiendo más dinero o beneficio que quienes trabajan en los sectores estatal o privado. Que se conduzcan por el buen camino y no contaminen a los demás ni entorpezcan el desempeño de ninguna entidad depende de una acción social, sobre todo de la entidad donde sean empleados, lo mismo estatal que privado.
Está definida la laboriosidad como un valor moral o una virtud que va más allá de ser algo obligatorio o necesario, y es cuando se despierta el espíritu innovador y esmerado para atender cada detalle y resolver situaciones imprevistas con tal de lograr el mejor resultado posible.
Cuando un trabajador carece de laboriosidad, encuentra decenas de dificultades por cada solución que le sugieran u ordenen, y su haraganería mental a veces le causa más incomodidades que si hubiera realizado la acción. Son los que pasan trabajo para no trabajar, pues el haragán trabaja doble.
NOTA: El próximo viernes estaremos en vísperas de cumplir el séptimo aniversario de este blog, que comenzó con un post titulado: El oficio de aprender , publicado el 14 de marzo de 2014.
yoVC
12/3/21 13:32
Es real, aquellos que ahora están buscando trabajo es porque el zapato les apretó bastante de lo contrario hubieran seguido como hasta ahora, viviendo de lo que se podían buscar de alguna forma, ojala y estas personas cambien su mentalidad y trabajen de verdad
Manuel David Orrio
6/3/21 10:25
Chino: siempre la pones donde va. Abrazos
Juan Carlos Subiaut Suárez
5/3/21 11:26
Estimado Arturo:
Excelente definición: Pasar trabajo para no trabajar. Vuelve a alertar sobre la atención a los desvinculados recién incorporados "...hay que prestar la debida atención a esas personas que tanto tiempo han estado recibiendo más dinero o beneficio que quienes trabajan en los sectores estatal o privado...". Pero la acción pesimista y desmotivadora de encontrarle múltiples dificultades a cualquier solución no es prerrogativa solo de estos. En el sector estatal e incluso en el privado, hay muchísimas personas que viven dificultándole la vida y los deseos de trabajar, crear, aportar, a los demás con la exposición o peor aún, la implementación de sus criterios y decisiones en este sentido. Hoy, en medio de la pandemia, el aislamiento, el teletrabajo y otras facilidades han permitido a muchos que, quizás para justificar el tiempo empleado, han multiplicado y diversificado la cantidad de informaciones y elementos que tienen que crear, procesar, dilucidar y a veces inventar (por lo ilógico, inútil y otras consideraciones afines) niveles inferiores, siempre con el slogan de "muy importante", "muy urgente" y la amenaza de qué si no llega en tiempo - usted sabe -. Lo peor es que nadie la lee.
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