Picardía o plusvalía

  En un viernes anterior titulamos una nota con Plusvalía y Picardía, pero en esta ocasión es Picardía o plusvalía con el propósito de recordar cuando en los finales de la década de los años 50 del siglo pasado, en la ciudad de Trinidad, un pícaro pequeño comerciante incremento su dinero a partir de que se le ocurrió comprar un camión.

Pasados los años, se jactaba de que en esos momentos todos decían: Ahora sí que este negocio es de Goyito. Su fortuna empezó a multiplicarse porque dejó a un familiar trabajando en su propiedad, que en aquellos tiempos llamaban venduta.

Mientras tanto, se dedicó a prestar servicios de transportación, hasta que un día tuvo la oportunidad de encontrar barato lo mismo que él vendía y entonces tuvo la idea de regatear para hacer compras al por mayor, con la natural rebaja de precios, y luego revenderlo.

Acarreaba la mercancía a muy bajo costo, pues lo hacía con su propio vehículo, y después lo ofertaba incluso a un precio inferior al de los demás comerciantes a quienes le arrebató la clientela, y mientras más vendía, mayores eran sus ganancias.

Cuentan que en una ocasión logro descubrir quién era el proveedor principal, y dejó de adquirir la mercancía en el establecimiento de venta minorista, con lo cual consiguió el mismo producto, aún más barato, y por tanto, su dinero aumentó a mayor ritmo.

Y hasta llegó a ser el suministrador de un número de vendutas de la zona, con lo cual amplió su negocio, y por tanto, la entrada de dinero fácil.

En los momentos de contar sus glorias financieras pasadas, ya no poseía el camión, ni tampoco la venduta. Cuando alguien le preguntó dónde estaban sus riquezas, apesadumbrado, explicó más o menos así: “Me lo bebí, lo gasté en fiestas y quebró el negocio.

Uno de los participantes en la tertulia dijo: Lo que fácil viene, fácil se va. Otro: Te creíste que todo iba a ser siempre tan fácil, y no guardaste pan para mayo ni maloja para tu caballo. Otro más: el ahorro es la base del capital.

Tales recuerdos llegan al ver en el perfil de Facebook del colega Francisco Rodríguez Cruz (Paquito) un chiste sobre la pregunta que, a raíz del incremento salarial, se hace la cucarachita Martina del sector presupuestado: ¿En qué lo gastaré? ¿En qué lo gastaré?

No caben dudas de que a nivel de la sociedad cubana actual, empieza una nueva etapa de la vida aun en medio de las limitaciones, cuando los estados anímicos sufrían cambios debido a creer imposible un aumento salarial sin más producción, o mejor dicho: sin elevar la cantidad de bienes y servicios que pudieran ofertarse.

A escala social, familiar y personal hay que replantearse todo, y además de la pregunta de Martina, es necesario agregar muchas otras para el bienestar de todos en conjunto, pero también de cada individuo.

Puede el dinero aumentar por picardía, o por formar parte de un conjunto de primeras medidas, pero en todos los casos, la base de avanzar es incrementar las mercancías o elevar el número de servicios que se prestan. Sin olvidar el ahorro.