Cuando abordamos el tema del Teletrabajo con pandemia y sin pandemia contamos que cuando en las redacciones de los periódicos cubanos sonaba a ciencia ficción hablar de computadoras, uno de sus directores empezó a implantar el trabajo a distancia y dejamos pendiente el asunto que trataremos ahora sobre las relaciones humanas en ese contexto.
Aquello sucedió cuando la Unión de Periodistas de Cuba facilitó la venta de máquinas de escribir en la década de los años 70 del siglo pasado, y al director del periódico Vanguardia, Pedro Hernández Soto, se le ocurrió que cada cual trabajara fuera de la redacción del entonces diario de la provincia de Las Villas.
Al cabo de unos 50 años, cuando además de esas obsoletas máquinas de escribir los profesionales de la prensa fueron dotándose de computadoras y conexiones de Internet en sus hogares, de manera natural se fueron cumpliendo los deseos del ya fallecido director.
Nadie tuvo en cuenta aquellas viejas raíces del teletrabajo en el colectivo periodístico villaclareño, y hubo criterios expuestos con argumentos proclamados a partir de la comunicación social, que se prefería no ir físicamente al local por las malas relaciones humanas y la falta de sentido de pertenencia.
Valga la aclaración, no fueron los directivos quienes atribuyeron a lo interpersonal la ausencia física, sino los trabajadores en asambleas de servicio o sindicales, lo cual confirma la necesidad del tan mencionado cambio de mentalidad por parte de todos. Y aunque tuvieran o no razón es importante atender los sentimientos, en este caso, acerca de lo esencial de no perder el aspecto humano del trabajo, del sentido de pertenencia vital para mantener unido a un colectivo y también a la sociedad en su conjunto.
En momentos en que cada vez más se extiende más el trabajo a distancia y el teletrabajo, no se puede perder el rumbo del carácter humano de ninguna de las actividades, ya sean productivas, sociales, sindicales, políticas y hasta familiares, que en condiciones de no presencia física causan comportamientos diferentes a los tradicionales.
El cambio de mentalidad no es únicamente aceptar esta modalidad laboral por parte de dirigentes y dirigidos, pues se requiere adecuar los flujos de trabajo, tema que trataremos en próximos viernes y con ejemplos de la vida real.
En esta ocasión, como fue prometido, esta nota está limitada al sentido de pertenencia que se debe lograr sin estar físicamente en el mismo local, lo cual crea un escenario inédito para el trabajo sindical, de los núcleos del Partido y los Comités de Base de la Juventud Comunista.
También organizaciones como la UNAIC, ANEC, todas las que actúan en los centros laborales tienen que repensar cómo cumplirán sus objetivos sin haberlos logrado completamente en un medio tradicional, donde es fácil fijar una hora de reunión por estar todos agrupados.
La aceptación e implantación del trabajo a distancia y el teletrabajo no se logran por decreto ni deseos generalizados, pues se requiere un sustento, una base para consolidarlo, teniendo en cuenta que todo lo avanzado surgió de lo anterior, desactualizado, pero que funcionaba.
Andrés
10/10/20 16:37
Me gustaría que se hiciera un levantamiento en todos los centros de trabajo estatales ,porque hay plazas que pueden trabajar en esta modalidad,pero todavía tenemos la mentalidad de el que trabaja debe estar en una oficina 8 horas delante de los directivos
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