sábado, 21 de septiembre de 2024

Un cliente descontento es…

El mejor amigo del comerciante es un cliente contento...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 25/01/2019
3 comentarios
Chang Maltrato a clientes
Se han perdido las buenas prácticas en cuanto a la atención y buen trato a los clientes (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

En la pequeña comunidad portuaria de Casilda, en el centro sur de la actual provincia espirituana, abrieron un bar muy concurrido llamado Santa Elena. Su dueña siempre estuvo preocupada porque no había dónde desahogar la vejiga, algo muy necesario en los bebedores, sobre todo si hay cerveza.

Cuando consiguió construir un baño público a unos 40 metros fuera del establecimiento, estaba siempre pendiente de quien lo necesitara para indicarle dónde estaba. Trataba de mantenerlo limpio porque consideraba que prestar ese servicio le hacía ganar clientes.

Eran tiempos de la década de los años 50 en que quienes vendían algo tenían como primer objetivo que el comprador regresara hasta convertirse en cliente habitual. Para ello aplicaban procederes de las técnicas comerciales aún sin haberlas estudiado.

Por supuesto que había algunas reglas de ese arte o ciencia que desconocía y no podía usarlas, pero las suplía con paciencia, amabilidad, deseos de agradar, complacer y ganarse la simpatía hasta de quien solo mirara el establecimiento o la mercancía.

No todos podían estudiar previamente para abrir un negocio o ser empleado en él. Pero lo suplían con mirar a los que se dedicaban a vender, sobre todo en áreas cercanas, pues si no lograban atraer a los clientes, no tendrían venta y por tanto, irían al fracaso.

Ese escenario cambió en Cuba en la medida en que la escasez fue en aumento. Así, se fueron perdiendo las buenas prácticas, hasta las aprendidas sobre la marcha y con el sentido común, y no solo en el sector estatal. Sucedía también con los que hubo hasta 1968, con el nombre de privados o particulares, y que hoy se llaman no estatales o cuentapropistas.

Las buenas prácticas universales del comercio desaparecieron según se imponía la filosofía de “lo tomas o lo dejas”, y hasta los pregones cambiaron por contenidos amenazantes de que el producto se acaba.

Se ha llegado al punto en que todavía hay retorno, pero el trecho avanzado es enorme en materia de que como regla, los vendedores estatales no quieren que los clientes regresen, y se alegran de que sean menos. Además, el tramo andado es largo por parte de los privados en cuanto a desear que les compren, que gasten y aumenten sus ganancias, pero sin molestar o incomodar al amo del establecimiento.

Lo mismo sucede en otros centros de prestación de servicios en los cuales absolutamente todos tenemos que pasar alguna vez a realizar un trámite.

¡Hay excepciones, como mismo todavía hay soluciones!

La modernidad ofrece vías para resolver paso a paso el mal. La informatización es una de ellas, al permitir pagos remotos que son habituales en el mundo, como los de la electricidad y el teléfono. También es posible enviar dinero sin acudir a una incómoda oficina, a la cual nos trasladamos a pesar del maltrecho servicio de transportación, para luego encontrar a una empleada o empleado descortés que puede hacer mal su trabajo y hacernos aparecer como morosos.

No será la edad avanzada de la población cada vez más envejecida el impedimento para el uso de las nuevas tecnologías, pues la vida demuestra que podemos usarlas hasta en la ancianidad, aunque el proceso de aprendizaje sea en unos casos más dificultoso que en otros.

El obstáculo mayor a vencer son los ladrones, los corruptos y lacras similares que se nutren de las posibilidades que brinda el trasiego de enormes sumas de dinero, y se aprovechan de supuestas faltas de moneda fraccionaria para dar el vuelto, o se valen del engaño para cobrar de más, y se apropian de los billetes que van por cursos descontrolados.

¿Alguien opina lo contrario? ¿O tiene algo que agregar? Pues, por favor, escriba su comentario y con gusto los leeré y tendré en cuenta para escribir en próximos viernes.


Compartir

Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.

Se han publicado 3 comentarios


Elotropo
 26/1/19 10:29

Todavía estamos a tiempo claro está, pero para eso, como dijo Rubén, "hace falta una revolución para matar bribones". Pero esa queda pospuesta hasta nuevo aviso.

ENRIQUE
 25/1/19 10:21

SERIA IMPORTANTE QUE SE EVALUARA LA POSIBILIDAD DE QUE LOS TRABAJADORES QUE OFERTAN SERVICIOS A LA POBLACION EN LOS SECTORES DE COMERCIO Y GASTRONOMIA GANARAN UN SALARIO BÁSICO MINIMO Y COBRARAN UN 10.0 % DEL VALOR TOTAL DE LAS VENTAS QUE EFECTUARAN. ELLO INCIDIRIA SIGNIFICATIVA EN QUE SE APERTURARN Y CERRARAN LOS ESTABLECIMIENTOS EN EL HORARIO REGULADO, SE MINIMIZARAN LAS CONVERSACIONES ENTRE DEPENDIENTES EN HORARIO LABORAL, SE GANARA EN LA CALIDAD DEL SERVICIO PRESTADO Y SOBRE TODO EN LLEVAR A NIVELES INFIMOS EL HABITUAL MALTRATO AL CLIENTE.  

Pedro Uría Catalán
 25/1/19 9:07

El obstáculo mayor a vencer son los ladrones, los corruptos y lacras similares que se nutren de las posibilidades que brinda el trasiego de enormes sumas de dinero, y se aprovechan de supuestas faltas de moneda fraccionaria para dar el vuelto, o se valen del engaño para cobrar de más, y se apropian de los billetes que van por cursos descontrolados.

Parto de esta afirmación suya. Este es nuestro gran Problema. Los ladrones, los corruptos y lacras similares que hoy uno se tropieza a diario en muchos lugares no solo de servicios sino en empresas de producción y que no siempre son trabajadores sino son funcionarios y hasta dirigentes que se olvidan de su función social que es velar por el buen trato al pueblo desde una discoteca a un hospital. La conciencia de no robarle los recursos de una empresa y no me justifique nadie que el robo es fruto de las carencias que hoy tenemos se roba pues es más barato lo que uno coge sin costo alguno.

La conciencia del buen trato tiene que partir de ser humano como ser social. Nuestra Sociedad hoy cambiante y en plena actualización tiene que ir eliminando estos flajelos que en mi opinión son el más grande peligro de nuestra revolución en toda su historia pues es como una contrarrevolución silenciosa que nos penetra y provoca el efecto más nocivo EL DIJUSTO DEL PUEBLO.

Gracias.

Pedro Uría Catalán

Deja tu comentario

Condición de protección de datos