Uno llega contra todo pronóstico, y el otro como claro favorito, al igual que en los últimos doce años. Argentina, partido a partido, con más músculo que fútbol, llega después de 24 años al partido número 64, el único que realmente importa en la Copa del Mundo.
Alemania, por su parte, llega después de arrollar a Brasil en un partido que marca, nos guste o no, una nueva era del fútbol, algo así como el fin de España y lo que está por venir; quizás sea la coronación de Messi o el merecido premio a la selección teutona por estar en la élite mundial por más de una década.
¿Quiénes serán los protagonistas de esta final? Son muchos los nombres que brillan por méritos propios y que podrían robarse la final. Lionel Messi es uno de los principales; apagado en los últimos encuentros, menos brillante que al comenzar el Mundial, el astro del Barça podría callar de una vez por todas a quienes le acusan de no ganar nada con la selección. Si por un partido se echase el equipo a sus espaldas, como hace en Cataluña, sus detractores tendrían que guardar un largo silencio.
Junto a él, Gonzalo Higuaín y Ángel Di María son otros candidatos a golpear con fuerza para borrar de la memoria el cuatro a cero que recibieron en el Mundial pasado y coronarse también con una selección que vive en el pasado porque sus actuales miembros no logran alzar un título.
Además de estas figuras, Argentina cuenta con un grupo de jugadores que han mostrado buen nivel durante el torneo. Sabella ha conformado una complicada telaraña en la retaguardia y la que antes era considerada una de las defensas más débiles, se ha mostrado a muy buen nivel. Aunque a algunos les pese reconocerlo, Sabella es un gran estratega y ha logrado lo que muchos compatriotas suyos de mayor caché no pudieron: volver a llevar a Argentina a un paso de la gloria.
Una mención final para el tocayo del “Goyco”, pues al parecer eso de parar penales tiene que ver con los Sergios argentinos. Romero llegó a este Mundial bajo numerosas críticas, pues para todos, él era la última opción. Caballero, o el propio Andújar, que se encuentra en la banca, son considerados mucho mejor en su posición. Sin embargo, “chiquito” no ha cometido ninguna pifia hasta el momento y si bien no se muestra muy seguro con los balones aéreos, de alguna manera se las ha arreglado para estar siempre bien ubicado.
Esa ha sido su principal virtud en esta Copa. Hasta el momento ha recibido solo tres goles, uno de ellos en un mano a mano frente a Bosnia y los otros dos ante Nigeria, uno de ellos imposible de atajar y en el otro no tenía nada que hacer; de hecho, fue en ese partido donde más se destacó para detener a una Nigeria que una y otra vez ganaba las espaldas de Argentina. Lo mismo había ocurrido el partido anterior ante Irán. Si bien la fase de muerte súbita no le ha hecho exigirse al máximo, Romero atajó dos penales ante Holanda para dar el pase a la final.
De Alemania es más sencillo escribir. Un conjunto coral que cuando está afinado toca melodías de hasta siete goles. No han paseado las distancias en esta Copa, pero en todos los partidos han llevado el tempo de juego; fueron los equipos africanos quien más le hicieron sufrir, junto a los Estados Unidos, pero de los viejos conocidos, ninguno tuvo chances de plantarle cara, ni siquiera Francia en el 1-0.
Löw dirige a unos futbolistas autómatas que juegan de memoria y sin piedad; aunque existan rumores de que acordaron durante el descanso no humillar a los brasileños, cuando los locales intentaron buscar un gol no más salir del vestuario y se plantaron con más seriedad, Schürrle les puso en su lugar con par de anotaciones, como para recordarles qué podía pasar si presionaban mucho.
Con Klose como principal referente, no por su calidad sino por estar presente desde 2002, cuando la selección dio el salto de nivel y no ha vuelto a ausentarse de unas semifinales, Alemania tiene demasiadas estrellas como para enumerarlas y comentar sobre cada una de ellas. La versatilidad de sus jugadores, mediocentros o delanteros, es una de sus principales características. Cualquiera define un mano a mano con la mayor frialdad, filtra un pase entre líneas, cuelga un centro al área, recupera en la medular y remata de cabeza un balón aéreo. Los tanques teutones no tienen desperdicio ni defectos, solo virtudes. A Argentina solo les queda esperar que se les hayan acabado los goles en el partido anterior.
La historia reciente favorece a los alemanes. Los dos mundiales anteriores derrotaron a la albiceleste en cuartos de final; una desde los doce pasos en un juego donde las malas decisiones de Pekerman y la lesión de Abbondanzieri acabaron por echar por tierra la esperanza de Riquelme, Ayala, Crespo y compañía. La otra, una vergüenza aún recordada y que solo hoy se ha visto mitigada gracias al varapalo propinado a Brasil.
Los otros dos precedentes de este encuentro son las finales del ‘86 y ’90, y todos sabemos qué pasó en aquel entonces. Brasil 2014 se parece mucho a Italia 90, donde los alemanes llegaron como claros favoritos ante una Argentina que no se comprendía cómo había llegado tan lejos, pero que lograron resistir todos los embates germanos para terminar cediendo ante un inexistente penal.
Quizás el fútbol sea justo y gane Alemania, superior en todos los sentidos, pero eso nunca suele ocurrir. El más universal no es un deporte justo, es más bien de azar, de genialidades, donde lo poco probable se hace realidad.
Argentina – Alemania: 24 años después
Después de largo tiempo, una nueva edición de la final más disputada en copas mundiales está lista para ser disfrutada…
en Exclusivo
13/07/2014
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