Y llegó como solo podía ser. Misticismo. Un gol en el descuento para devolver la esperanza, para sacar de la nevera un partido que parecía finiquitado. El mejor Ramos le arrebató al Cholismo el broche de oro, el final que muchos querían y pocos creían; el Atleti no pudo despojarse por completo de su maldición, del estigma de perdedores, una vez más se les escapó el juego cuando ya las gargantas se desgalillaban celebrando la primera orejona.
Era un duelo desigual: la ansiada Décima contra la maldición de los pupas. Cuando Godín ahorcó a Casillas, un martillo cayó sobre los merengues y una luz bajó de los cielos para los colchoneros. Había que aguantar más de una hora, algo que ya habían hecho los del Cholo en más de una ocasión durante la temporada. Era el ahora o nunca, el momento de demostrar que un estilo diferente, apostando por las ganas y el coraje (por no decir co…) valían más que el talonario y los millones. El hombre que recogió un club a cuatro puntos del descenso y los convirtió en campeones ahora tenía ante sí la última prueba de fuego, que además afrontaba con un hándicap considerable: Arda Turan estaba fuera y Diego Costa le falló en la apuesta.
¿Qué le pasó al Atleti? Se echó atrás demasiado pronto, sintió un deja vu, y lo dejaron todo al gol del uruguayo. Simeone el que más, se sintió campeón y no movió de la mejor manera sus fichas. Pero tampoco se le puede reprochar su actitud, se puede decir que la inexperiencia le arrebató a los rojiblancos su primera orejona, la inexperiencia y la fe del Real que jamás se rindió. Una semana atrás, cuando apenas quedaban unos minutos para coronarse en Liga, el Barcelona nunca dio la sensación de poder derrotar a los del Cholo.
El Madrid jamás claudicó, quería el empate pero no tenía idea de cómo lograrlo. Ancelotti dio entrada a Isco y a Marcelo, y el cerco sobre la meta de Courtois se intensificó. Balones aéreos, intentos de tiros desde fuera del área, nada parecía funcionar. Godín, paladín de una defensa a prueba de cañonazos, salvaba las tablas en varias ocasiones. Los blancos, una institución española, les dejaba todo a los latinos. Di María dirigía las hordas de Carleto, y cuando el argentino no era la punta de lanza, Marcelo tomaba el testigo. Pero el premio no llegaba.
Así se llegó al minuto 93, cuando Ramos volvió a encontrarse con un esférico a la salida de un córner y sepultó las esperanzas del Atlético. Cuarenta años después se repetía la historia. Una muralla cayó encima de los hombres del Cholo, exhaustos y sin energías para afrontar la prórroga.
Cuando el árbitro dio fin a los 90 reglamentarios, todos sabían cuál sería el guion de los treinta minutos previos a la lotería de los penales. El Madrid atacando y el Atleti enclaustrado; pero Simeone volvió a errar y quiso buscar el gol. Fue un suicidio, una apuesta ciega, prefirió morir de pie y el fútbol no lo perdonó. Regalarle la oportunidad al Madrid de emplear su mejor arma con una tropa diezmada por el cansancio fue el principio del fin. Di María desbordó como solo él puede hacerlo y el hombre de los cien millones se redimió de la forma más difícil: tras tres fallos clamorosos, puso la ventaja de cabeza, en un balón muy ajustado, tanto que parecía imposible el gol.
De ahí en adelante fue un castigo inmerecido. Marcelo batió por bajo a Courtois y Cristiano puso su muesca sin el más mínimo esfuerzo: un penal cometido cuando los nervios y la concentración fallaban le permitieron al actual Balón de Oro marcar su gol número diecisiete en Champions. Demasiados palos para el cholismo. El Madrid hizo sangría y colocó unos números en el marcador que no reflejan lo sucedido en el campo.
Al final, por suerte para Fiorentino, llegó la ansiada Décima, esa que parecía maldita y lejana. Para el Atleti, un golpe que los regresa a la realidad y los bajó de la nube color rosa donde vivían las últimas jornadas.
Dani
29/5/14 10:20
El Atlético falló, le dieron la oportunidad al Madrid, que nunca la fallan, y ellos hicieron lo que mejor saben hacer, marcar :) Hala Madrid!
Baby
29/5/14 10:17
Si hubieran sido justos con el tiempo, fijo que perdía el Madrid
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