Copa del Mundo sub-20: Debut aceptable, futuro incierto

Como es costumbre, nos dormiremos en los laureles. Cuba cayó ante Corea del Sur por la mínima, aunque estuvo por delante casi cuarenta y cinco minutos. Sí, es una buena actuación, no jugaron perfecto ni mucho menos, pero utilizaron sus armas (la fortaleza física y la velocidad) para sobrevivir y les fue bastante bien. Hasta ahí parecería que nuestro nivel va subiendo, pero es solo un espejismo, una generación osada y con coraje, pero si no desarrolla otras característica relacionadas con el deporte, quedará en una ilusión.

El problema sigue siendo el mismo para nuestros futbolistas: la falta de juego. La evolución se logra a través del constante enfrentamiento con otros equipos, no de la eterna recirculación de nuestra liga, donde no todos estos muchachos juegan. Una gran cantidad de los participantes de este mundial son profesionales, militan en clubes de primera categoría, y cada semana se enfrentan a jugadores superiores. ¿Y nosotros? En una laguna de aguas negras, estancada y llena de podredumbre.

Miremos a España e Italia en el recién finalizado torneo europeo. Hoy por hoy en la mal llamada liga de las estrellas no existen fichajes millonarios como antes, a excepción de Barça y Madrid. Hace menos de una década, Valencia, Deportivo, Sevilla, entre otros, eran capaces de desembolsar una buena cifra para reforzar sus filas en vistas de cada temporada, pero la crisis también tocó al fútbol ibérico y los equipos se han deprimido, al punto de que un histórico como el Salamanca anunció hace unos días su posible disolución; hay casos como el del Atlético, que vive de la venta de sus estrellas, pero como juegan en un mercado de especulación, también necesitan a sus canteranos. Esto le ha dado un mayor protagonismo a las filiales de cada club más allá del sistema para producir perlas de La Masía y del Castilla, si estos no se enfrentaran a jugadores de mayor nivel, ellos tampoco evolucionarían. En pocas palabras, la crisis ha ayudado a mejorar el fútbol de los campeones del mundo.

En Italia ocurre muy parecido. La Lazio, el Milan A.C., el Inter, los antiguos compradores ya no sueltan los millones con la misma facilidad de hace unos años, se lo piensan para fichar o se refuerzan con talentos del mismo país. El resultado es igual, las categorías inferiores se impulsan y el futuro se despeja para las selecciones.

En Alemania también se pondera el desarrollo de los jóvenes talentos, la confianza en ellos es ciega, por eso su selección siempre está entre las primeras del mundo.

Pero nosotros negamos la evolución y la lógica; a jugar todos en el agua estancada en espera de un milagro inexplicable que nos permita mejorar. Debemos aceptarlo, no poseemos las herramientas ni los recursos para que nuestro fútbol suba al siguiente peldaño, y la mejor solución es permitirles a nuestros jugadores que militen en ligas extranjeras. Al final, por cuestiones de impuestos existiría una entrada de dinero del país, más lo que gasten ellos en la Isla, más lo que le envíen a sus familiares, más los grandes gastos de las vacaciones cuando regresen a sus casas, o cuando saquen a sus parejas, a mamá y papá, todo eso es capital que se le inyecta al país y permite el desarrollo del deporte. ¿Qué nos ocurre? ¿Por qué nos negamos? La lógica es aplastante, y si tantos errores hemos rectificado en los últimos tiempos, ¿por qué el deporte es una excepción? El profesionalismo no es un demonio o una religión innombrable, para nuestro país es una necesidad para avanzar en el deporte.

Hoy Cuba enfrentó al otro equipo más débil de su grupo, logró plantarle cara, le anotó un gol, y lo mantuvo tenso hasta el final. ¿Por qué no aspirar a un poco más? ¿Por qué no soñar con nuestra presencia en una hexagonal o una final de la Copa de Oro? El cambio de mentalidad es muy necesario, es una urgencia, y ahora es el momento, porque esta generación de jóvenes siente el fútbol como antes otros lo hacen con el beisbol, además de que poseen destellos de talento.