El Huésped

Daru, un maestro rural francés, vive solo y así quiere permanecer. Un buen día aparece un gendarme y le obliga a entregar a prisión a un árabe misterioso.

Cuando el oficial se va ambos quedan allí, sin nadie más. Para sorpresa del prisionero el maestro lo trata como a un huésped, a pesar de sus delitos cometidos.

Así se llama el cuento de Albert Camus cuya trama relato arriba, El Huésped. La historia transcurre durante la Guerra de Independencia de Argelia.  Es corta, apenas unas páginas, pero nos hace reflexionar sobre cómo el ser humano, acostumbrado a vivir en sociedad, sigue por voluntad propia o porque se le inculcan, las leyes morales y de la justicia, y espera ser feliz según estos principios.

 Es un tema recurrente en el libro “El exilio y el reino”, una colección de seis relatos de Camus, en el que se encuentra incluido este cuento. Al igual que la idea del exiliado y la felicidad obtenida a través del comportamiento ético, como respuesta al nihilismo y la desesperanza.

En “El Huésped”, después de caminar dos horas Daru le dice al árabe: “Toma dátiles, pan y azúcar”, le habla como a un igual y  le brinda alimento, y sin juzgarlo practica la caridad. Le indica dos caminos: uno es hasta la prisión y el otro hacia la libertad. “A un día de marcha de aquí encontraras los pastes y los primeros nómadas. Te acogerán y te darán refugio, según sus leyes”, le explicó.

Luego el maestro regresa a su escuela, a su vida tranquila y feliz, pues aprecia lo que tiene, sobre todo su soledad casi monástica.

Para mí lo más importante es la atmósfera que recrea Camus con el ritmo de su narración y los diálogos. Es un cuento interesante, resalta por su final, que aquí no les cuento para no arruinar su efecto.

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