Un yanqui en la corte del Rey Arturo

Hank Morgan es un estadounidense del siglo XIX, criado en el campo de Connecticut,  y orgulloso superintendente de una fábrica de armas. Mientras intentaba parar una pelea entre dos de los trabajadores a su cargo, recibe un puñetazo que lo tumba al suelo. Al despertarse lo recibe un caballero de armadura. Se había trasladado al siglo VI.

Sin mucha explicación lógica sobre el supuesto viaje en el tiempo, además de alguna alusión a la transmigración de las almas, la novela “Un yanqui en la corte del Rey Arturo” de Mark Twain, se centra en la aventuras de este norteamericano, un sabio entre los ignorantes de la Edad Media, que es llevado nada más y nada menos que a la legendaria Camelot.

Allí se desarrolla una historia satírica, con crítica social y política no solo a los viejos tiempos de monarcas y caballeros andantes, sino también a la modernidad.

Twain con gran sentido del humor llena el libro de situaciones divertidas, personajes caricaturescos,  crítica a la superstición y a las posibles consecuencias de un elevado avance tecnológico para la sociedad de su tiempo.

Así el antagonista de Hank Morgan será Merlín, que en el libro es un charlatán. Resulta que Hank sin querer toma su lugar como mago poderoso de la corte de Arturo al predecir un eclipse y por sus conocimientos científicos de su siglo de procedencia.

Por una parte el yanqui intentará modernizar la civilización artúrica con inventos que de tan inexplicables para el medioevo serán como magia negra, y por otra estará Merlín con sus planes para deshacerse de él.

De esta manera, en medio de la comedia, habrá una guerra entre la ciencia y la superstición, a la vez que se reflexiona sobre la moralidad y los tiempos modernos.

“Un yanqui en la corte del Rey Arturo” es un libro cómico con cierto cinismo, como es característica de otras obras de Mark Twain, pero divertido.

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