Ya he perdido la cuenta de cuántas entregas de esta especie de serie llevo; son las ocurrencias de mi hija y mi hijo, las que me conmueven y hacen reír, los instantes que me niego a olvidar:
Evolución
–Mamá, ¿Nube antes de ser perro era persona?
–No, hija, claro que no.
– ¿Y entonces por qué me dijiste que tú y yo antes éramos animales?
–¿Cómo te voy a decir eso?
– ¡Dijiste que antes habíamos sido monos, mamá!
Higiene bucal
–A ver, hija, déjame cepillarte ahí bien que te veo una cosita.
–Ay, por dios, mami, ¿tengo un "germene"?
Pies aburridos
–Hijo, ¡cómo te extrañé!
–Ay, ustedes me vuelven loco, mami.
–¿Quiénes te volvemos loco?
–Mi papá y tú... si estoy contigo, él me extraña, y si estoy con él, me extrañas tú.
–Pero eso es porque te queremos mucho, y ninguno de los dos nos ponemos tristes, porque hay un tiempo para estar con mamá y uno con papá.
–Bueno, bueno, está bien, pero que me lleven en carro, porque si tengo que caminar, mamá, se se me aburren los pies.
El bichito ese
–Mami, lo que me picó ahí en la frente fue el bichito ese.
–¿Cuál bichito?
–Ese chiquito .
–¿Un mosquito?
–No
–¿Un jején?
–Nooo
–¿Una hormiga?
–Nooooo, mamá, los bichitos esos que Amalia tiene.
–Bueno, la verdad es que no sé de qué hablas.
Y se calla enfurruñado, para después gritar en medio de la calle con una expresión tremenda de alegría:
–Un piojo, mami, lo que me picó fue un piojo.
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