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sábado, 23 de noviembre de 2024

Sueños de una noche de la infancia

Esta crónica podría llamarse también "confesiones de una madre que lee" porque la lectura ha sido también un sostén y aliciente para maternar

Yeilén Delgado Calvo
en Exclusivo 17/02/2024
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Matrioska de Isla
La lectura es sostén (Palabra maestra).

No sé qué edad tenía entonces, pero seguro me veía muy parecida a una foto que conservo. Lo sé porque mi pelo era aún tan lacio que estuve casi dos días con la cabeza llena de papelillos para interpretar aquel papel.

De los momentos más lindos de mi infancia están los que viví en el grupo de teatro de Miriam Muñoz. Fue allí donde me escogieron para interpretar a la poeta Digdora Alonso, en un homenaje que le haría el programa Entre Puentes. No lo recuerdo todo de aquella tarde noche en el Palacio de Junco, se entremezcla mi preocupación por los rizos falsos que fenecían lentamente, con la mano cálida y breve de la poeta, que yo sostenía.

Se borraron para siempre el texto y los movimientos sobre escena, pero no olvido cómo descubrí que existía algo llamado poesía, y que era venerado, misterioso, importante. En todos los cumpleaños de mi infancia jamás triunfé en una rifa y, sin embargo, esa noche me "saqué" un libro de poemas de Rolando Estévez.

Por supuesto que en casa traté de leerlo y no entendí nada, pero lo guardé como un tesoro. Ya estaba ganada sin remedio para la poesía. Nunca más dejé de buscarla, de leerla. Cuando leí sobre el centenario de Digdora, me puse a pensar si, de no existir ese encuentro, yo hubiera abandonado mi incipiente carrera de
actriz y dejado de pensar con anticipación demente en las pruebas del ISA, para concentrarme en leer y escribir.

Lo que sí sé es que nacer en Matanzas, estar en contacto aquella vez y otras muchas sucesivas con su don poético, me marcó definitivamente. No hace falta que la Unesco la declare al fin Ciudad Creativa de la
Literatura para saber que ella no está hecha de adoquines, ladrillos o bloques, sino de palabras, unas en gritos y otras en susurros. Cuando la aspereza de estos días me desborda, voy al librero y saco un libro de poemas para rearmarme. La poesía me ha ayudado a sobrellevar cada dolor.

Ella es mi sostén todavía hoy, y un suave misterio, aunque ya mis rizos sean naturales y pueda entender en todos sus detalles aquel libro de Estévez.


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Yeilén Delgado Calvo

Periodista, escritora, lectora. Madre de Amalia y Abel, convencida de que la crianza es un camino hermoso y áspero, todo a la vez.


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