Astrid (Julia Jentsch) vive la ilusión de estar embarazada y convertirse en madre por segunda vez. Pero en un ultrasonido se descubre que su bebé tiene Síndrome de Down y además una terrible malformación en el corazón.
Los médicos le dan la posibilidad de abortar hasta el último día del parto.
Ahí comienza la pesadilla. Porque los padres tienen que decidir si tener o no a un hijo que ya está formado. Si lo traen al mundo, será su vida una lista interminable de cirugías y discriminaciones. Si deciden no traerlo, la decisión puede acosarlos para siempre en sus mentes.
Al ser Astrid figura pública todos sus miedos se ven reflejados en sus actuaciones ante sus admiradores… Aunque nadie se atreve a decir nada, de alguna manera la presión social sobre lo que es correcto intenta comenzar a colarse en su perspectiva…
Este es el segundo largometraje de Berrached, quien es también coguionista junto a Carl Gerber. Curiosamente, su primer largo, Zwei Mütter (Dos mujeres, 2013) también se refiere a la maternidad, claro está, desde otro punto de vista totalmente diferente.
La actriz Julia Jentsch logra instantes de mucha tensión y establece de buena forma este dilema existencial de los personajes. Aunque no lo parece, el guión de 24 semanas fue improvisado la mayoría de las veces.
Otro detalle: el elenco del filme combina actores con doctores y enfermeros reales (que lo hacen muy bien) y transmiten mucha verosimilitud a sus personajes.
Se aprecia que hay toda una investigación profunda sobre el tema y es que la película tuvo dos años de investigación previa antes de ser siquiera escrita.
También contaron con las colaboraciones de parejas de Alemania que habían estado en esas posiciones. De ahí que las escenas del aborto tenga detalles tan realistas.
El principal mérito del filme es que no juzga ni da pie a que se juzgue. El discurso supera lo moral para, en cambio, enfrentarse a la tragedia que supone la propia vida.
24 semanas: Una película fuertemente emotiva… con considerable impacto emocional.
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