Dayron, además de ser profesor de Historia, pertenece desde hace algún tiempo al grupo de excursión y campismo que se llama Mal Nombre, como uno de los afluentes del río Toa, en la provincia de Guantánamo, y que lleva hoy 25 años de creado. Así me cuenta: “Se puso por primera vez un busto de Simón Bolívar en el Pico Caracas, después se repitió con un busto de Carlos Manuel de Céspedes en el Pico La Bayamesa y recientemente con uno de Hugo Chávez, igual, en el Pico Caracas. En estos tres yo participé.”
¿Cuál es la razón de poner los bustos? “Desde que pusieron el Martí del Pico Turquino, existe la idea de que subir un busto a un pico es una actividad que va a tener trascendencia, porque vas a coronar una altura importante con la figura de un personaje y eso es un aporte a la Historia, además de ser muy bonito. Es decir, la primera idea tuvo que ver con eso, con repetir aquello que parecía una hazaña.”
“Después fue la certeza de que, bueno, el proceso de subir un busto por una loma de más de mil metros de altura hermana a las personas que van ahí. Se pasa trabajo en subir el agua, la arena, el cemento y demás. Funciona como cohesión del grupo además de ser muy atractivo, pero no es la única actividad vinculada con la Historia, porque a la hora de subir el busto de Carlos Manuel de Céspedes uno se pregunta: ¿por qué subirlo al Pico La Bayamesa? Porque es la altura más grande de Granma y porque él era bayamés.”
“Yo soy profesor de Historia, pero en el grupo hay gente de diversas procedencias que se acercan de otra manera a la Historia. Y cuando tienes que subir ese busto, el de Céspedes, por ejemplo, que lo subimos desde Oro de Guisa, Pino del Agua, donde hubo par de combates del Ejército Rebelde en la guerra de liberación, sientes que es muy distinto leerte el combate de Pino del Agua o cualquier narración de Historia a estar ahí, imaginarte en el propio sitio cómo fue posible, incluso, que un avión aterrizara.”
“Mal Nombre no solo sube los bustos, nosotros cada cinco años vamos a Girón en bicicleta. Son dos días de trayecto, en esos 214 km. Es un esfuerzo chiquitico así, comparado con lo que uno sabe o le han contado de lo que pasó en Girón, durante 72 horas en el 61. Tú llegas embullado, primero porque vas con un grupo en bicicleta y cuando llegas, con todo el cansancio y pasas por el museo de Girón y ves las fotos de aquellos jovencitos, es verdad que dices, este viaje en bicicleta es de vacaciones, pero es una manera distinta de aproximarse a la Historia.”
“Eso también es una fuente para lo que te comentaba anteriormente, a la hora de tratar que los muchachos pasen algún trabajo que los aproxime a la Historia y llegar a conclusiones cercanas de lo que fue la Historia en su momento. Estas experiencias a mí me han servido de guía para yo hacer otras cosas con ellos, de hecho, algunos alumnos han ido con nosotros a Girón y han subido bustos.”
“Este no es un proyecto estructurado, es un proyecto de ir por Cuba y cuando se haga necesario, por ejemplo, poner un busto. El de Chávez, que fue el último que pusimos, cuando lo estábamos subiendo dijimos, ojalá no tuviéramos que estar haciendo esto, porque nadie se imaginaba que tuviéramos que poner un busto de Chávez a la altura del 2013, eso era impensable.”
“Pero fue bonito, porque fue René González. Lo primero que él hizo cuando salió de la cárcel y llegó a Cuba, fue irse a una loma a pasar dos días de trabajo con nosotros para subir el busto. Es una de esas historias que bien puedes decir, ah, ese hombre que tiene todas las cosas resueltas, y sí, las tendrá resueltas en alguna otra instancia, pero de un nivel para allá, el mismo trabajo que pasamos nosotros, la misma comida que comimos nosotros, la misma mojazón, el mismo resbalar, lo hizo con nosotros.”
“Entonces llegamos allá arriba y nos hace los cuentos que a lo mejor no hace en otros espacios, reunidos allí, en aquel sitio, con el embajador de Venezuela que además está llorando porque está viendo el busto de Bolívar que habíamos puesto ocho años antes y está viendo ahora el de Chávez. Eso crea un ambiente que, a las personas que estamos allí, nos condiciona a una aproximación distinta a la Historia, en este caso a la de Cuba, la de Venezuela, la de América Latina en general. Eso es bonito. Eso es lo que pasa en Mal Nombre con los bustos, y en general, con la Historia.”
“Es una manera distinta de aproximarse. Esto me sirvió a mí para lo que yo hacía con los muchachos. Por ejemplo, una de las actividades que hacíamos era llevar a los niñitos, después a los adolescentes y a los universitarios, a recorrer el camino que hacía José Martí todas las mañanas desde la antigua real cárcel, hasta las canteras de Santa Cruz, que hoy es toda la calle San Lázaro. Pero imagínate recorrer eso hoy, una calle que es asfaltada, a la gente los agota un poco.”
“Basta hacerlo a las dos de la tarde y ya se agotan. Pero cuando tú le dices, mira, aquí, cuando no era calle asfaltada, lo que había era un camino que se volvía intransitable, imagínate hacerlo todos los días por la mañana y después por la noche, luego de trabajar bajo el sol, eso era lo que hacía Pepe cuando tenía 17 años. La gente va pensando que no es un cuento lo de la cantera de San Lázaro y ya tiene otro sentido. Y tiene que ver con eso, con tratar de aproximarlos. No siempre es posible, claro, no vamos a repetir una carga al machete, pero hay cosas que sí se pueden hacer.”
“A veces no tiene que ver solo con la Historia política, es decir, entender también la sociedad, los cambios culturales, llevarlo a un edificio de la época colonial, de la época republicana y plantearse la diferencia, cómo sería la vida diferente en este edificio que es colonial, donde la luz se filtra de una manera y sin embargo en el otro es otra cosa. También ayuda a entender, y eso, es valioso, aunque después no puedan repetirlo en un exámen. Esa vivencia es lo importante.”
“Y porque hemos estado en otros sitios. Donde no hemos puesto un busto. Cuando hemos ido a Las Coloradas, por ejemplo. Estás ahí, amaneces y dices, ¿por aquí desembarcaron esta gente? Es imposible. Cuando hemos ido a la Playita de Cajobabo, ¿por dónde rayos se metieron ellos? Es una visión que hay que humanizar, hay que ir y resbalar en esta piedra para que veas lo que es de verdad subir una loma. Por ahí va la cosa.”
¿Qué palabra me dirías, no para definir, sino para representar esta manera de incorporar el conocimiento histórico? “Hay una esencia, que yo le llamo vivir la Historia, y que vivir resuma el sentirla, el pensarla y el comprometerse con hacerla de alguna manera. Porque las personas van a comprometerse en cambiar lo que está mal a partir de que entiendan el origen. No se me ocurre otra que no sea “vivirla”. Vivir la Historia para entender el presente.”
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