Como ya es conocido, el primero de Febrero de 2019, poco después de la una de la tarde, cayó una lluvia de piedras sobre el Valle de Viñales, antecedida por tres fuertes explosiones en el cielo, que sacudieron las casas, puertas, ventanas y muebles, asustando a todos los pobladores. Sobre esta zona muy populosa se precipitaron miles de pedazos de rocas ígneas provenientes del espacio remoto, sin causar heridas ni daños de consideración.
Según Holloway (2015) acontecimientos semejantes se han dado a conocer desde 1557 cuando Conrad Lycosthenes en “Crónicas Prodigiosas” describió una lluvia de rocas que produjo la muerte de personas y de ganado. Eventos semejantes reporta en Harrisonville, Ohio (1901); Sumatra (1903); Bélgica (1913); Francia (1921); Australia (varias veces entre 1946 y 1962); Nueva Zelandia (1963); Nueva York (1973) y Arizona (1983).
Indica el autor que “algunos expertos han argumentado que la lluvia de rocas puede ser causada por un meteorito ingresando a la atmósfera de la Tierra y fragmentándose en miles de piedras más pequeñas.” Para concluir que “tal evento generalmente está acompañado por un estampido de sonido que no ha sido documentado en ninguno de los casos reportados, y sería difícil explicar por medio de esta teoría eventos que han durado días e incluso semanas”.
En Cuba hubo tres estampidas, las rocas son ígneas y sin lugar a dudas ya, se trata de fragmentos de un meteorito. El dos de febrero de 2019 amaneció en Viñales con el cielo moteado de nubes teñidas de tonalidades de gris y naranja, que se fueron despejado hasta que los rayos del sol se reflejaron en las paredes de los mogotes.
Ya entrada la mañana, pobladores y turistas se incorporaron a su cotidianidad, mientras los comentarios sobre los extraños sucesos del día anterior primaban en todas las conversaciones. La vida retornó a su ritmo acostumbrado.
Sin embargo, los pobladores de esta región, a partir de ahor, mirarán a su cielo con más frecuencia, con la esperanza de volver a ser testigo de los sucesos del día anterior, o quizás, temerosos de que una piedra les caiga encima. En sus mentes surge una contradicción: Por fin lo que cae del cielo no hace daño, o sí.
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