Por: Ulises Rodríguez Febles
Baracutey es una palabra del acervo criollo. Se refiere a alguien que anda solo, sin pareja, y este es el título del espectáculo que El Biscuit estrenó este fin de semana, con guión de Williams Quintana y Pedro Franco. Utiliza textos de jóvenes autores cubanos como María Laura Germán, Roberto Viñas, Martica Minipunto, Mariem Fernández, Irán Capote, Danielito Tri Tri, Williams Quintana, para sumergirnos en la tradición vernácula, desde la contemporaneidad, en la atmósfera particular del Biscuit, situado en la misma esquina del parque de La Libertad, con el sustento de “Aquí se hace de la luchita un arte”.
Asistí en el marco de la celebración 12 de Teatro El Portazo, fundado por Pedro Franco en el 2001, cuando estrenaron Por gusto, de Abel González Melo.
Esta es una segunda etapa de la agrupación, en la que Williams Quintana, con una larga trayectoria como actor en varios grupos y realizador radial, asume la dirección artística de un presentación que se sustenta en las líneas ideoestéticas del colectivo, que mezcla a varias generaciones de actores, entre las que se encuentra Sarahí de Armas, quien junto a Quintana forma parte de los fundadores.
Lo musical, en vivo con la novel agrupación, lo danzario y lo audiovisual se mezclan con los textos, que ofrecen diversidad y una cohesión estética, que recorre el espectáculo, dividido en dos instantes.
Los textos sustentan los dos planos que me resultan esenciales de la recepción, su complejidad poética y el desparpajo, que se conecta con el espíritu del solar, el juego con lo musical y lo danzario.
La propuesta textual pasa por lo sutil, lo intertextual, lo lúdico, lo lírico (los recursos metafóricos de la palabra, con su belleza y significaciones y también sus desenfrenos, el tejido simbólico de las ideas de cada fragmento con el Todo). También otros, como el de María Laura Germán, que constituye un hermoso homenaje al teatro desde adentro, a los apuntadores de antaño, a la tradición y la historia.
Todos afianzan, desde el valor de la palabra y su teatralidad, la producción de significados en la recepción teatral, que en varios momentos emocionan y potencian el espectáculo.
Vale resaltar la aparición virtual de esa gran actriz cubana, que es Paula Alí, que refuerza ese homenaje a la tradición, a la fusión de generaciones, y que constituye un grato regalo de la puesta, como lo es tener como asesor al maestro Carlos Díaz, Premio Nacional de Teatro, dueño de una poética como la de Teatro El Público, referente de la escena cubana.
Los espectáculos de este tipo, con una intensa relación con la gente, en un espacio de café teatro, demandan una energía particular, un entrenamiento corporal y vocal, que ha sido una clave de la agrupación para enfrentar este tipo de puesta.
El diseño escenográfico de Edel Febles, el vestuario de Luis Manuel Llaugert y las luces de Johangel Muñiz se adecuan al contexto y a la atmósfera vernácula y contemporánea que propone el espectáculo. De igual manera, es destacable el trabajo musical y coreográfico de los jóvenes músicos.
Baracutey es una propuesta atractiva que se inscribe en la trayectoria de la agrupación liderada por Pedro Franco. Está pensada para diversos públicos, y convierte al Biscuit en un espacio de algarabía, festejo, simbiosis creativa; también activa la sensibilidad y potencia las ideas, mientras te tomas o no una cerveza o un refresco, en las penumbras y las luces de un solar cubano.
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