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martes, 26 de noviembre de 2024

Cortázar, Patricio y el hondo documental de Cuba 

Patricio quiso asomar al público a la trayectoria profesional del hombre que, al igual que Santiago Álvarez, sentó cátedra y filmó piezas maestras en la documentalística nacional...

en Cubaperiodistas 09/10/2023
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Patricio Wood en la UPEC
A Patricio le agradó sobremanera el premio porque reconoce un trabajo que a su juicio «es hijo de la entrevista»(Enrique Milanés/ Cubaperiodistas)

Por: Enrique Milanés León

Diáfano y accesible, desentendido del linaje auténtico que tiene en la cultura cubana, Patricio Wood confesó  en la sede de la UPEC que el suyo es un cine de afecto, y esa idea resulta particularmente precisa cuando recuerda a Octavio Cortázar, el realizador que lo conoció con solo 14 años y enseguida afirmó: «¡Este es mi brigadista!».

Al paso del tiempo, Patricio le respondió con más arte: «Esa es la vida, Octavio», el documental dedicado a la obra de aquel, «como un íntimo deseo de negar su desaparición física», y que tiende varios puentes, de afecto también, con el gremio de los reporteros.

Director de la obra y amigo, Patricio Wood visitó la UPEC para recibir el Premio que el círculo de periodistas de cultura le concedió a esta obra en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana. De paso, el actor y realizador entregó a Ricardo Ronquillo, presidente nacional de la UPEC, el cartel promocional del documental, una hermosa pieza a cargo de Arístides Torres.

Las coincidencias continúan. A Patricio le agradó sobremanera el premio porque reconoce un trabajo que a su juicio «es hijo de la entrevista», ese género básico del periodismo, y respalda el arte de hacer buenas preguntas. «Octavio afirmó el invitado dio gran presencia en escena a la entrevista».

Patricio quiso asomar al público a la trayectoria profesional del hombre que, al igual que Santiago Álvarez, sentó cátedra y filmó piezas maestras en la documentalística nacional y, además, inició en 1976 la vida artística profesional del hijo de ese genio del gesto que fue Salvador Wood. Par de argumentos para quererlo siempre.

Del otro lado de la escena, el protagonista de El brigadista retira la silla de director a Cortázar para sentarse él y convertir al maestro en personaje real de su documental, armado tras sólida investigación, entrevistas a figuras esenciales de nuestro cine y con el apoyo actoral del joven Carlos Alberto Méndez, que se mete en la piel y la historia del homenajeado y en ocasiones plasma un diálogo entre el bisoño Cortázar y el ahora maduro Patricio, lo que invierte la perspectiva de su larga andadura juntos y destapa sugerencias interesantes.

Sencilla y humana, como el buen periodismo, la anécdota de la obra incluye fuentes de primer orden como los cineastas Enrique Pineda Barnet, Manuel Pérez y Manuel Herrera, además de otros importantes especialistas de esta industria que abren para el público la «ventana al ICAIC» que Patricio se propuso.

Cortázar destapó, sin varita alguna, su sombrero de magia para el documental justo en una época de ebullición social que el propio Manuel Pérez describió así: «La velocidad y la radicalidad de los cambios en Cuba no estaban en el guion».

De modo que el gran director, que había estado en Checoslovaquia entre 1963 y 1967, tradujo su superación profesional y sus ansias de arte en piezas ya clásicas como Por primera vez (ganadora de la Paloma de Oro en el Festival de Leipzig), El sur de Maniadero, Con las mujeres cubanas… y otras dedicadas, por ejemplo, al sabotaje al buque La Coubre, a la defensa de la décima y a la peregrinación de fe hacia el santuario nacional ubicado en El Rincón.

Todas ellas dejan ver a ese «documentalista de ley» que Pérez califica en el documental de Patricio, filme que no se centra en, pero tampoco rehúye, esa etapa demasiado larga en que, tras los éxitos arrolladores de El brigadista y Guardafronteras, ciertos misterios parecieron frenar la producción de Cortázar.

Pese a ello, Cortázar no se cortó: creó la Casa productora de documentales «Hurón Azul» y el programa televisivo «Pantalla documental», que junto a la docencia que impartía marcaban su constancia apasionada en un género que amó y que le amó a él.

Con tanta sensibilidad delante, los colegas que en la UPEC recibimos a Patricio Wood entendimos perfectamente su idea del cine afectivo, que le atrapó en cierta curva de emoción mientras contaba alguna de sus anécdotas. Los dos se quieren tanto, en presente, que el actor-director agradeció a la UPEC de este modo: «Octavio y yo expresamos nuestro regocijo comprometido».

Su maestro, su amigo, le dijo una vez: «Cuba es un pueblo de héroes». Suerte que, entre tantas angustias, todavía tenemos muchos, como este guerrero de cámaras hijo de un mambí del arte: ¡Qué bien que esa sea la vida, Patricio!


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