La itinerancia se ha vuelto una necesaria moda dentro de las artes cubanas. Con su génesis en la Brigada Marta Machado liderada por el pintor Alexis Leyva (Kcho) para realizar labores comunitarias tras el paso de los huracanes, hoy los periplos por comunidades y centros sociales de toda la Isla son sueño y proyección del gremio artístico.
Tras los vestigios de la Marta Machado y luego de participar en la gira por prisiones, del cantautor Silvio Rodríguez, varios artistas de la plástica, entre ellos Eduardo Abela, Ernesto Rancaño y el propio Kcho, unieron esfuerzos para gestionar la primera iniciativa integrada en su totalidad por exponentes de las artes visuales de Cuba.
Así nació De la punta al cabo… y la Isla también, integrada en un inicio por once creadores hasta conformar en la actualidad 16, con las rúbricas de los reconocidos Pedro Pablo Oliva, Premio Nacional de Artes Plásticas, 2006; Liborio Noval; Pedro Abascal; Sandor González Vilar y las noveles Lisandra Ramírez y Mabel Poulet, por solo mencionar algunos.
CONTINUAR… NO REPETIR
Con la experiencia de antiguos periplos e inspirados en la idea de una cultura más humanitaria y para todos, parten en noviembre de 2011 desde Guantánamo y recorren más de 12 provincias del país, no con las ansías de repetir acciones sino de continuar la primigenia idea de acercar el arte al pueblo.
“Es una prolongación. En la historia de este país ha habido muchas itinerancias, donde los artistas con más experiencia se han manifestado a favor de su pueblo. Me gratifica que sea posible seguir haciéndolo”, explica González Vilar.
El proyecto engloba una itinerancia dentro de la propia itinerancia. En cada territorio el conjunto de artistas realiza varias actividades: una exposición central en una galería de la ciudad a disposición del público durante dos días; visitas e intercambios con proyectos comunitarios; encuentros con estudiantes de las academias de artes plásticas de todo el país e interacción con los internos del sistema penitenciario cubano, que incluye la confección de un mural con aquellos aficionados a las manifestaciones visuales.
“Es echar la semilla y darle la idea a cada provincia, que sus artistas hagan lo mismo”, apunta González Vilar.
En este sentido, se amplían las acciones más allá de los centros penitenciarios y las comunidades, para asistir a las academias de plástica, donde se gesta la vanguardia del arte en el país.
“Conversamos con los estudiantes, actualizamos algunas materias con bibliografía que les traemos, intercambiamos con ellos sobre nuestras obras, nos nutrimos de sus experiencias, hacemos talleres y compartimos la realización de piezas, incluidos los murales. Es una experiencia única y agradecida por los educandos”, enfatiza Rancaño, uno de los gestores principales.
Durante los escasos dos días en cada estancia, los integrantes de De la punta…, interaccionan con representantes de las artes plásticas de la zona. “No es una colonización, ni una cruzada, sino un intercambio. Queremos también pulsar el estado de la manifestación en todo el país”, enfatiza Rancaño.
ARTE PARA TODOS Y CON TODOS
Según Zulema Armas Mujica, vicepresidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la cantidad de personas que interactúan con el proyecto, con tan poco tiempo en cada territorio, es impresionante. “Hemos contabilizados entre dos y tres mil individuos presentes en las acciones de cada provincia”.
La temática de la exhibición central, compuesta por pinturas, fotografías y bidimensionales, gira alrededor del hombre del contexto, “es una curaduría hecha por confluencias más que por una intencionalidad”, agrega Armas Mujica.
Cada uno de los autores aportó a la iniciativa varias piezas, unas puestas a consideración en la muestra principal y otras en exhibiciones en los centros penitenciarios. “Es fundamental la voluntad de los artistas plásticos cubanos por contribuir a su sociedad, transformarla. Gracias a estas actividades, nos han informado que en las prisiones disminuye la violencia”.
“El intercambio es muy emotivo. Estas instalaciones representan dureza, rectitud. Adentro lo que hay son seres humanos con conflictos, algunos más malos que otros, pero humanos al fin. Es una experiencia fuerte y reconfortante a la vez, ellos agradecen lo que haces”, enfatiza González Vilar.
“Llevamos el arte a donde no lo lleva nadie, ellos también tienen derechos, aportamos nuestro granito de arena”, continúa.
“De la punta… es un proyecto más que necesario, lo debemos como artistas formados en este país. Una carrera de arte cuánto puede valer en cualquier parte del mundo; a no ser que seas un genio y te ganes una beca, es solo posibilidad para personas adineradas. Cuba, con sus cosas buenas y malas, te garantiza este aprendizaje, con mil necesidades, pero te da la base”.
“Con esto, saldamos un poco la deuda que tenemos como artistas hechos en este país. Dar lo que tenemos es una manera. A veces nos sumergimos en las ferias y las expo en el extranjero, ¿y tu gente? Cumplimos con nuestro deber de brindarle el arte al pueblo. Es un compromiso con mi país”.
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