domingo, 22 de septiembre de 2024

Dos “ángeles terribles” del cine latinoamericano

Se trata del chileno Sebastián Lelio y el cubano Arturo Soto cuyos filmes Gloria y Bocaccerías habaneras, compiten en la categoría de Largometrajes de Ficción.

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 10/12/2013
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Película Gloria Festival de Cine
Paulina García en Gloria, filme del chileno Sebastián Lelio.

Seleccionada para la noche inaugural del 35º Festival del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL), el filme Gloria, del chileno Sebastián Lelio venía precedido de excelentes críticas y una buena recepción del público cuando se proyectó en varias competiciones fílmicas en Europa.

De ahí que los cinéfilos cubanos, bien informados , hayan protagonizado enormes colas en las aceras aledañas a la sala Yara al exhibirse allí esta cinta. Lelio, por otra parte, no es un desconocido en nuestro país, aquí se han visto de su autoría La sagrada familia (2006), Navidad (2009) y El año del tigre (2011).

Si nos atenemos superficialmente a las apariencias, Gloria relata la historia de una mujer de mediana edad que tiene que hacer frente al advenimiento de la tercera edad, con las complicaciones que ello conlleva. Pero ello es solo el rostro visible del iceberg, que esconde mucho más debajo de la superficie.

Cierta crítica, aquejada de una nostalgia digna de mejores causas por el cine que se hacía en Chile en los años de Pinochet, Para ellos solo entonces los filmes exhibían y escudriñaban con un eficiente escalpelo la cotidianeidad socio cultural del país austral.

A la vez denostan a quienes, como el redactor de estas líneas, vemos en la película un reflejo casi auténtico de la sociedad chilena actual. Y de este modo pierden la brújula porque, así lo entendemos, Gloria es una metáfora y únicamente percibiéndola como tal puede aprehenderse en toda su magnitud.

Cuando el filme describe el círculo social en el que se desenvuelve esta mujer, donde la trivialidad del diario vivir se combina con el desencanto de encarar una vejez inmediata, se está refiriendo a una problemática candente no solo de la patria de Pablo Neruda sino también de muchas de las naciones de nuestra América.

La protagonista asume la categoría de símbolo de su generación al tratar, dentro del filme, de ingresar, de manera forzada, en la vida de sus hijos y se muestra incapaz de asimilar la independencia de estos, la superficialidad de las aspiraciones de sus retoños devenidos adultos.

Lo esencial, muchas veces, está presente en el diálogo, aparentemente intrascendental, entre algunos personajes, a quienes golpea la sensación de que el Chile en el que vivieron alguna vez ya no existe, que en realidad es una nación inventada por otros, signada por la codicia, la incomunicación y el egoísmo.

Es la consecuencia de un país partido en dos durante la larga noche del pinochetismo, que luego vivió una bonanza coyuntural y ahora se ve ante el espejo como Gloria, con la incertidumbre de un futuro que nadie se atreve a predecir.

Lelio, tan bien acogido del otro lado del Atlántico, no ha tenido suerte con la crítica y los jurados de nuestra América y tal vez se marche sin ni siquiera un coral. Aunque en el caso de Gloria, tenemos que reconocer que la lentitud del ritmo lastra al filme, hay demasiadas reiteraciones que requerían una tijera salvadora.

El elenco se muestra desigual, con una Paulina García inmensa en el protagónico, dispuesta a disputar el coral a la mejor actriz, junto con interpretaciones simplemente eficaces, como la de Sergio Hernandez (El año del tigre), quien encarna a Rodolfo, y algunas que no lo son.

También relegado por críticos y jurados de nuestra América (recuerden cómo La noche de los inocentes fue vapuleada por los primeros) Arturo Sotto es uno de los dos representantes del cine cubano en esta edición 35 del FNCL. Al menos Bocaccerías habaneras ya recibió la ovación del público en su estreno.

Basado en el clásico de la literatura renacentista, El Decamerón, aunque llevado a la realidad de la capital cubana, este realizador vuelve a utilizar la sátira como arma principal, con una  irreverencia y desenfado que no deja ilesos ni a los productores españoles, tan reverenciados por algunos.

El filme trata sobre un escritor de imaginación agotada que compra ideas para un futuro guión cinematográfico (¿o tal vez un libro?). Una muchacha, que cree estar en un casting, le pregunta a otra si quien paga es europeo. Ante la respuesta afirmativa, exclama: “Entonces haremos de jineteras o rumberas”.

Como en todo filme de Sotto abundan las intertextualidades en las tres relatos: Los primos, No te lo vas a creer y La historia del tabaco. Igualmente las pinceladas en los diálogos, no tan ingenuas como podía presuponerse. El reparto se mueve con eficiencia en un filme que no requiere mucho arsenal actoral.

Con grandes posibilidades de agenciarse el coral de la popularidad. Bocaccerías habaneras es un divertimento que se agradece y otro tanto a su favor que se apunta Arturo Sotto en su filmografía.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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