“El amor por Cuba vibra en mis obras”(+Fotos)

Reconocido internacionalmente, el orfebre Alberto Valladares es un amante de su oficio, para quien no cuentan las manecillas del reloj ni amaneceres o crepúsculos porque las horas pasan desapercibidas cuando la inspiración cobra vida en el metal. Desde hace veinte años se percató de que su camino era establecer un duelo a vida con metales y dimensiones, en una constante búsqueda de secretos milenarios para traducirlos en códigos actuales, sin que pierda fulgores la luz de sus fantasías.

Experimentos constantes en cuanto a recursos técnicos, mirada amplia a procedimientos desde Boticelli hasta hoy, indagación sobre alquimias olvidadas, han contribuido a la originalidad de su estilo y temáticas, cuyos aciertos lo han hecho merecedor del Premio FIART 2012 y mención en esta muestra en 2010, además, el premio ACAA en Matanzas en el Evento Puro Arte, con la obra A puro filo, en 2005, y mención en este certamen en 2008. A todo lo anterior se une el reconocimiento a su arte por críticos y especialistas en América y Europa, principalmente en París, donde expone anualmente con éxito.

DESCUBRIDOR DE FORMAS Y RASTREADOR DE MISTERIOS

—Antes de iniciarte en la orfebrería, ¿cuál era tu labor?

Estuve trabajando en la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría, en el Departamento de Automática, como especialista principal de equipos electrónicos, en la investigación y en la docencia en los laboratorios de la especialidad.

—¿Y por qué te atrajo esta manifestación de la artesanía?

Mi entrada al mundo de la orfebrería fue a partir de 1992, al inicio del período especial. Me vi, como cada cubano, necesitado de aumentar mis recursos económicos y empecé a incursionar de modo general en la artesanía. Comencé por el papier maché, trabajaba además la escultura en distintos soportes, incluida la talla en madera, siempre de forma autodidacta.

“Mis experimentos me llevaron al metal y, al descubrir la orfebrería, me di cuenta de que ese era mi camino. Encontré un asidero en algunos conocimientos que había adquirido, tanto del papier maché como de la madera y de la cerámica, que también son fundamentos en esta técnica tan fascinante para mí”.

—¿Quiénes colaboraron en tu formación profesional?

Comencé a superarme a través de cursos de la Asociación Cubana de Artesanos y Artis-tas y otros impartidos por grandes maestros de la especialidad, como el profesor Urrutia y Cecilio Tejeiro, el actual presidente del gremio de la orfebrería. También participé en un curso de joyería francesa, impartido por un consagrado en este arte, el maestro Francisco Rivero.

“Cuando contaba con un conjunto de piezas que poseían la originalidad y calidad a que aspiraba, presenté mis primeras exposiciones en 2009 con mis modestas piezas, y en ellas asimilé las críticas para tratar de ser mejor. En esa fecha fui invitado a presentar una exposición a París, en la que también incluí esculturas de pequeño formato, elementos utilitarios relativos al tabaco, además de un conjunto de aretes, dijes, anillos y pulsos; joyería con motivos muy cubanos pero con una técnica netamente francesa, pues no me he separado de las raíces que dieron origen a esta expresión artística en el mundo”.

—¿Cómo fue la acogida en la capital de la moda?

Cuando visitaba los stands de los expositores franceses, indagaba, me interesaba en sus procesos creativos, porque esta es una especialidad de la que apenas conocíamos sus procedimientos. A ellos también les atraía mi labor y se extrañaban que en Cuba existiera una orfebrería con tan alto nivel de desarrollo. Sus palabras me enorgullecieron profundamente. El público fue muy receptivo. Tuvimos una numerosa asistencia en el stand y la mayor parte de la exposición se quedó en París.

—¿Hasta qué punto la orfebrería constituye un punto de encuentro con otras técnicas y expresiones artísticas?

Una pieza de joyería o escultórica requiere un diseño como punto de partida, por eso estuve trabajando cinco años junto al maestro Rafael Esteban, asesor de colores de Nelson Domínguez, y también recibí la ayuda del propio Nelson en el diseño, dibujo y hasta en el acabado de mis obras, porque considero muy importante la incidencia del diseño y la pintura en esta técnica. Al terminar la primera fase, o sea, la proyección volumétrica, viene el patinado, que consiste en la pintura sobre los metales, lo cual exige una distribución en los colores, para otorgarle los reflejos que le confieren una especie de halo. Son los valores que le incorpora la pintura y realzan la belleza de la pieza.

“La cerámica es inseparable de este proceso, porque muchos de los elementos que utilizamos para fundir son de barro, elaborados por el escultor, como los moldes y plantillas. Tuve una importante experiencia en el taller de Azariel Santander, allí esculpí Bernarda Alba en cerámica, recreada en metal, alusiva al ballet.

“En ella, como en otras esculturas, respeté los códigos de la cerámica escultórica. Doblar un metal es costoso y trabajoso, por eso utilizo el papier maché para confeccionar una plantilla y buscar formas, diseños; lo cual no puede lograrse con una simple hoja de papel. Con esta técnica hasta pueden cambiarse formatos, y los relieves que otorgan la goma y la pulpa influyen en la visualidad de lo creación”.

—¿Por qué has utilizado el tema del ballet en la orfebrería?

Lo he utilizado indistintamente, podría decir que me ha venido por inspiraciones. Realicé una escultura titulada Bailarina con abanico, que me surgió de momento. No tenía una documentación amplia sobre este arte ni determinados conocimientos. Se la obsequié a Alicia Alonso por todo lo que significa para Cuba y el mundo. Ella me sugirió que preparara una exposición sobre esta temática. Han transcurrido cuatro años desde entonces y aún trabajo en ese proyecto. Conocía de la repercusión internacional de Alicia y el Ballet Nacional de Cuba y los premios y homenajes que recibe a menudo la prima ballerina assoluta. Todo esto me llevó a investigar los personajes que ha inmortalizado como intérprete o los títulos por ella coreografiados, como La muerte del cisne, y me dediqué a buscar escenas emblemáticas de su carrera, como en Carmen, Bernarda, Coppelia, Giselle y la Kitri de Don Quijote, recientemente terminada.

“Será una exposición dedicada al amor que me inspiran Alicia y el ballet y, por eso, se inaugurará el 14 de febrero, Día de los Enamorados, en la galería Nelson Domínguez, en el Centro Histórico”.

—¿Y hasta qué punto influye en ti el amor?

Es el cordón umbilical que alimenta el arte en cualquier manifestación artística. Respecto a mí, su influencia es aún mayor. Creo que si no sintiera y recibiera el amor y la ayuda de mi esposa, de mis hijos y de mis amistades no existiría ninguna obra mía. Llevo veinte años dedicado al arte y a lograr lo mínimo en joyería y en escultura. El éxito y la armonía solo ha sido posible porque en mis creaciones está latente el amor, en los anillos de compromiso, en los dijes o en un tú y yo. Mis piezas llevan implícitas la ternura, la suavidad”.

—¿Cómo resalta la cubanía en tus obras?

Siempre está presente en cada una porque soy cien por ciento cubano, todo lo relativo a mi oficio lo he aprendido en Cuba .El gran amor que siento por mi país vibra en cada pieza y mis motivos se inspiran en paisajes y atmósferas de mi tierra. Trato de explorar nuevos diseños y formas que reflejen la cubanía, con un colorido tierno y texturas suaves. Me propongo que los metales brillen con intensidad y buscar la verdadera sombra, sin falsos conceptos, sino con nuestra autenticidad como signo de cada creación”.