Las personas con autismo ven el mundo bajo una luz diferente, en formas que la mayoría nunca podrá imaginar. (Tina J. Richardson)
A sus 7 años, Ernesto balbucea sonidos que no llegan a convertirse en palabras. Se comunica con gestos, miradas y sonidos repetidos, cual gruñidos. Anda con su mamá todo el tiempo. En casa son solo ellos dos. Ella es la única que logra entenderlo y comprenderlo.
Carlos se tapa los oídos. Emite gritos que a veces se ahogan en su llanto. A su alrededor, en el pasillo del círculo infantil, otros niños cantan, juegan, se divierten, pero Carlos, a sus 5 años se siente abrumado ante los ruidos, los colores, la algarabía. Su abuela desde que advirtió sus dificultades para hablar y relacionarse con otras personas, solicitó una evaluación del Centro de Diagnóstico y Orientación.
Susana aún no tiene edad para comprender el mundo que le rodea y nunca lo hará como la mayoría de las personas. El universo en su cabeza es diferente, único, irrepetible…
Ernesto, Carlos y Susana presentan algún grado de dificultad en la interacción social y la comunicación y comparten algunas características similares. Los tres asisten a un proyecto sociocultural donde la premisa fundamental es fomentar su desarrollo personal y mejorar la calidad de vida de niños como ellos. Aunque sus nombres han sido cambiados, sus historias representan las de muchos otros pequeños como ellos.
Son abundantes y amplias las aplicaciones de las manifestaciones del arte en el tratamiento de afecciones de salud y su impacto positivo en las personas con necesidades educativas especiales.
La doctora Yeslaine Navarro Talavera, especialista en psicología infantil, coordinadora del Servicio de Atención Integral del Espectro Autista en Matanzas, así lo considera.
“Crea oportunidades para el desarrollo socioemocional de cada uno de los niños, de su comunicación. Además fomenta la expresión de las emociones en un entorno lúdico, seguro.
“Le permite la estimulación sensorial a través de luces, colores, la música, que se ajustan para evitar sobrecargas sensoriales que puedan molestarlos e incluso provocarle alguna disrupción, promoviendo así la calma, el disfrute de los niños y de las familias.
“Les ayuda con la regulación emocional, les facilita la identificación de emociones a representar la alegría, la tristeza, incluso el enojo. También les desarrolla habilidades cognitivas y ayuda a recordar pasos de una obra o de canciones, que esto les permite que se adapte mejor a los cambios, mejora su autoestima e incluso su autonomía.
“Refuerzan la confianza con los aplausos o el reconocimiento después de la participación en las funciones. Los niños participan sin presiones, reforzando así su autoestima y el sentido de pertenencia”.

Padres, abuelos y familiares, niños, especialistas y actores del colectivo teatral matancero encuentran en La casita de Azulín el estímulo para seguir aprendiendo acerca de los trastornos del espectro autista
Tomando como referencia las múltiples experiencias en ese sentido, surgió en el año 2023 un espacio de inclusión para niños con diferentes capacidades cognitivas, en el grupo de teatro El Mirón Cubano, de Matanzas.
“Confieso que al principio yo le hice rechazo. Cuando Rocío nos habló del proyecto y en el primer encuentro me ataqué. Yo le decía a Rocío, que no podía, que o me sentía capaz. Realmente lo que sentía era miedo porque al final son niños vulnerables y uno siempre quiere que ellos estén bien.
“Nos fuimos preparando, empezamos a asistir a conferencias, muchos médicos apoyaron, pasaron bibliografías, fuimos estudiando y más o menos me hice de un background con el que pude ir trabajando y con el que he crecido”, comenta Yanetsy Sánchez, actriz, actual coordinadora de La casita de Azulín.
“La preparación para el trabajo de un actor en La Casita de Azulín es constante. No es un proceso para el que uno se prepare, es una preparación que continúa con el mismo desarrollo de la ciencia que estudia las necesidades de los niños neurodivergentes.
“En la actualidad está al frente de ese proyecto Yanetsy Sánchez, una de las actrices del Mirón Cubano, que forma parte desde su surgimiento y participó en la preparación inicial que hicimos con los especialistas y con la familia”, especifica Rocío Rodríguez Fernández, creadora del proyecto La casita de Azulín, quien se desempeñó como directora del Mirón Cubano.
Juntos, actores, especialistas y la familia contribuyen a que La casita de Azulín crezca cada día junto a sus participantes, agrega Rocío.
“Las familias han jugado un papel fundamental porque ese es el espacio, digamos, de mayor riqueza, de experiencia, de vivencia, de herramientas para el trabajo con los niños, pero sin ellos hubiera sido imposible de lograr.
“Yo trabajo con los niños por instinto. Cuando se lo expliqué a una de las doctoras que estaba con nosotros al principio, me dijo, tienes toda la razón. El instinto es muy importante. Tu corazón te va a ir guiando en cómo tratarlos. Solo déjate llevar. Y es verdad, a mí me ha funcionado muchísimo”, comenta Yanetsy.
“Yanetsy tiene una sensibilidad extrema para el trabajo con los niños y esa sensibilidad, imprescindible para el arte también es importante para lograr esa armonía necesaria en este tipo de trabajo en el que no solo hay que tener en cuenta el producto artístico o el trabajo con el niño.
“La interacción con el niño es importante como también es fundamental esa conexión entre el especialista, el médico que tiene que acompañarte en ese proceso y lograr entre todos un resultado mayor”, valora Rocío.

La preparación de los actores incluye consultas a especialistas, participación en eventos, conferencias, talleres, paneles, entrevistas con familiares de niños con esas condiciones, estudios de bibliografía sobre el tema
De una parte los actores y trabajadores del Mirón Cubano quienes, desde el arte, logran arrancarle no pocas sonrisas a quienes en algún momento perdieron las esperanzas. Inspirados en esa dedicación sin premio mayor que esa sonrisa, del otro lado, especialistas y familia: madres, padres, abuelos, hermanos se emocionan al ver cada logro de su pequeño en el complejo proceso de las interrelaciones y la comunicación humana.
“Los testimonios de las familias nos conmueven mucho porque vemos cómo niños que antes veían el teatro como un reto, hoy lo viven con alegría y lo sienten como una oportunidad para aprender a la vez que están disfrutando. Las familias están profundamente agradecidas por este espacio que es único para ellos”, asegura Navarro Talavera.
“Mis niños fueron uno de los primeros que comenzaron a asistir a la casa de Azulín, pues conocí a Rocío. Realmente es una maravilla de persona y todos allí. Tengo dos niños, un niño con autismo, el otro con TDH y la experiencia ha sido muy buena.
Los actores interactúan mucho con ellos, juegan y les permite relacionarse mejor, además les narran cuentos infantiles y ellos se los aprenden, eso es muy importante sobre todo en el autismo. Para mí es una experiencia inolvidable, la verdad, porque nos ayudó mucho, mucho, mucho”.
“Leine es una niña autista de 10 años. Hemos tenido la suerte de participar ya en varias ocasiones del proyecto en el Mirón Cubano. Es un proyecto maravilloso, mágico para los niños porque mezclan el teatro, la ilusión, los colores, tanta magia, con este arte tan bonito de ayudar, de hacer que los niños se sientan en un ambiente maravilloso.
“Muy feliz de que exista, espero que dure muchísimos años, espero que incrementen más ideas, más actividades, crear muchos más espacios para que puedan participar muchos más niños”.
“A mí me encanta, la niña mía lo adora. Hemos ido en tres ocasiones. Ellos van rotando porque son muchos niños, para poder dedicarle la atención y el tiempo que ellos necesitan”.
“Lo que más me gusta de esta experiencia es que el actor interactúa cara a cara con ellos. Es un servicio maravilloso, que ojalá que continúen avanzando en cuanto a esto, porque realmente hace falta y es necesario para los niños y para la familia.
“Ojalá ese proyecto siguiera y se pudiera hacer con más frecuencia. A los niños les encanta, disfrutan mucho con ellos y me preguntan cuándo vamos a ir a La Casita de Azulín. Para mí es uno de los proyectos más bonitos y más desinteresados y con más amor que se ha creado en Matanzas para ayudar a nuestros niños”.

La casita de Azulín, proyecto creado a la buena sombra de Rocío Rodríguez Fernández y Teatro El Mirón Cubano, desde el 2023 ha brindado oportunidades renovadas a algunas familias matanceras
Aunque persistan en el siglo XXI prejuicios y desconocimiento sobre los trastornos del espectro autista, el día a día demuestra que solo bastan el apoyo social, condiciones de convivencia amigables y mucho amor para que sus vidas sean plenas y hermosas.
Ernesto, Carlos y Susana son niños especiales. Desde que asistieron por primera vez sus vidas y la de sus padres, abuelos y hermanos ha cambiado para bien. Solo esperan el próximo encuentro para ser más felices en La casita de Azulín.

Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.