Por: Caridad Atencio
Serena, temblando e insatisfecha, se me antoja esta joven poeta que da cuenta de sus primeros versos en un breve cuaderno aparecido en la Colección Sur. Como reza en el acta que acompaña al libro, donde se declara que obtuvo mención en el Premio Wolsan del año 2013, Laura Domingo muestra allí algunos aciertos parciales que evidencian que su autora está en el pleno crecimiento de su poética, en los cuales la contención revela el sentimiento más profundo de su creación. Allí un oasis de sensibilidad esconde un pozo de sensibilidad, y se percibe la seducción como iluminación, y al inicio como estertor. En significativa economía la autora hace alusión a la imposible fusión de espacio y tiempo de la poesía, y a los movimientos internos o íntimos que dan lugar al poema:
“Poema”
Pálido sustento,
Mirada fija,
Densa brasa de infinito se resbala.
Única guerra de fragmentos se acomoda
Y en descenso la gamuza
te devuelve
aunque todo esté tan quieto.
Si bien la contención y la economía pueden encontrarse a todo lo largo del cuaderno, no ocurre así con el misterio, que es algo que en poesía no debe faltar, sobre todo en el cultivo de este tipo de poema, breve, sugerente, sentencioso a veces. Entonces la estrofa suena hueca y ausente. En cambio, en otras ocasiones vemos a la poeta asumiendo el dolor con valentía y una resignación que destila belleza, o hablando de una calma lastimada, o refiriendo, lo que me parece el mejor acierto del libro, el flujo dialéctico de la vida, bien mostrado en la esencia de sus seres:
“Suerte inmóvil”
Ausencias gimen similares historias
como laureles fatigados
por la luz.
Lienzo que retiene una espiral de lunas.
“Trazos”
Hojas sopladas por la resignación
el refugio de tus misterios,
los pocos vuelos que emprendimos.
Eso sí existe.
Nosotros
no.
Es la quietud causando el movimiento, y el movimiento causando la quietud, como diagrama de la vida, que se ilustra aquí en sus mejores páginas, o lo que es más sugerente: la historia de tu cuerpo, el rastro de tu cuerpo es más importante que la propia existencia, idea con la cual se coloca al centro de lo poético y nos recuerda el aserto de Pound de que lo esencial en un poeta es que nos construya su mundo, o, para aplicar a este caso, que nos vaya construyendo su mundo.
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