lunes, 16 de septiembre de 2024

Materialidad, ideas y posmodernidad del consumo

Sobre la conformación de la cultura desde el consumo posmoderno en la Cuba actual hay mucho que reflexionar…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 15/08/2024
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Cubanos. (Abel Rojas Barallobre / Cubahora)

La conformación de la moral pasa por procesos en los cuales interviene la construcción simbólica de sentido. Estamos en un momento en la historia de Cuba en el cual producto de las transformaciones que implican los nuevos actores económicos y la propia globalización se erosionan valores sociales que antiguamente significaban horcones en la identificación de las personas no solo consigo mismas, sino con los procedimientos colectivos de participación.

 

Hoy se vive un fenómeno nacional desde cualquier parte del globo y ello determina que la gente no use los canales habituales para sentirse representada por las instancias de la cultura. En ese contexto, las instituciones no solo tienen el reto de producir sentido, sino de ser competitivas en el punto en el cual se decide todo, el de la soberanía cultural. La deslocalización es parte de la deconstrucción posmoderna que anida detrás de los procesos y que nos destruye paradigmas de una manera quizás inevitable en muchos casos.

 

Los pensadores posmodernos han hablado del posicionamiento blando frente a la realidad, o sea aquellas afirmaciones en las cuales no se prestigia un determinado relato, sino que se apuesta por la visión múltiple. Quiere ello decir que más allá de que existan visiones firmes, habría que buscar en las particularidades, en la singularidad y en la repartición de sentido a partir no ya de la emisión de un mensaje, sino de su recepción.

 

Toda la semiótica está sustentada a partir del acto de recepción, el cual hace que presupongamos la existencia de todo un proceso complejo. En cierta medida de eso se trata la cultura, de los significados o sea de aquello que nos construye más allá de la mismidad física simple y que trasciende hacia una objetividad plasmada en la historia.

 

Platón con su teoría de las ideas era objetivo a pesar de su idealismo, ya que con ese sistema estaba describiendo la materialidad de una idea a partir de la época. No importa si en ese proceder se hipostasiaba la realidad en la irrealidad de un sistema.

 

En el presente debemos reivindicar las visiones que se escapan de ese sujeto único que no está para nada en un absolutismo incontestable, sino que pervive en la fragilidad, en el caleidoscopismo, en la irrisoria y múltiple conciencia.

 

En tal punto, hay que analizar la jerarquía del consumo cultural en Cuba y en el mundo. Hoy pesa mucho más la palabra de un YouTuber que la de un periodista o la de un teórico social.

 

El nuevo paradigma no es peor ni mejor que el que antes vivíamos, es distinto y apunta hacia la construcción de un algo que a veces se nos escapa. ¿Quiere esto decir que estamos arrojados a la ignorancia de procesos que carecen de sentido, en los cuales se hace apología a la idiotez? Para nada, lo que hay que determinar en el aparente caos que mueve a las nuevas generaciones son los patrones de orden y saberlos orientar para que se obtenga de todo ello una estructura.

 

Hay sentido en las canciones de reparto más allá de la esencia del reparto mismo. Están allí los dolores de la marginalidad, de la pobreza, de los problemas materiales y las angustias.

 

Cierto que, como en los sistemas idealistas, la verdad se halla hipostasiada y carente de expresión cierta. Pero no se puede dejar de la mano ni en silencio la realidad que nos grita desde una violencia preocupante, en la cual además se dan elementos de irracionalismo que no se adentran en lo humano de la cuestión, sino que se quedan recirculando en estancos de la conciencia. Quiero aquí referirme a los fenómenos de la marginalidad en el consumo cultural que son parte del problema, pero que se resuelven en lo estructural o sea mediante políticas públicas y no solo con la comunicación o el entendimiento intelectual.

 

Hace unos meses hice unas reflexiones en torno a determinado tema musical del reparto que me parecía violento en exceso. Si bien ese artículo no salió publicado por alguna razón, el tiempo hizo su juicio cuando se dieron los sucesos de la Finca de los Monos. Y es que, por increíble que parezca, en determinado sitio de la conciencia humana se siguen materializando realidades de violencia a partir de la concreción simbólica de consumos culturales, de canciones, de frases y de pedagogías malignas que deberíamos desaprender.

 

Nadie nace siendo violento ni insensible, todo ello se asume como parte de una lógica de desarrollo en la cual se van confundiendo los paradigmas y se toman ejemplos a partir de ambientes en los cuales la fuerza, la imposición, el antivalor, poseen una potencia increíble.

 

En el interaccionismo que es la construcción de sentido en una sociedad siempre van a existir personas que caigan en los estancos de la sinrazón y se pierdan en el marasmo de la violencia; pero es tarea de los humanistas, de los científicos sociales, de las instituciones, hacer algo para que el mal consumo no se derive hacia la deconstrucción nihilista de lo que somos.

 

Si algo se ha aprendido a partir de la explosión de la posmodernidad es que aún nos hace falta ese paradigma que nos fije un horizonte y que no se quede en el simple enunciado.

 

Los muchos relatos nos salvan de la tiranía de lo obvio, pero no es suficiente, ya que requerimos de una especie de oráculo que nos rete, que nos increpe desde sus acertijos y sobre todo que no cambie su esencia por las baratijas del mercado.

 

La construcción de sentido es un proceso serio en el cual debe haber estudios, intervenciones, trabajo en equipo, sedimentación de políticas públicas con los años, control de los recursos, aporte de experiencias. Esa es la pedagogía que nos permite acercarnos a lo que somos desde la toma de conciencia y no en la alienación que se nos impone desde los cuatro puntos cardinales de la globalizada realidad.

 

¿Quiere esto decir que toda visión posmoderna de la cultura está mal? No, de hecho, hay que manejar rudimentos del concepto de hegemonía y de las cuestiones de la Escuela de Frankfurt en torno a la materialidad del ser en la dialéctica de sentidos para comprendernos como sujetos posmodernos.

 

Solo a partir de la deconstrucción de lo que somos nos vamos a retroalimentar en los procedimientos reconstructivos del ser. La semiótica de la sociedad humana, o sea su sentido, está en el uso de los significados que subyacen a la totalidad de esa verdad en curso. Y no solo podemos verlo como un relato único, sino como las realidades que coexisten.

 

En Cuba existen horcones para levantar ese sentido del hallazgo, solo que hay que materializar los caminos, hacerlos visibles con los ojos del espíritu, que no es la mistificación de la ciencia, sino la sensibilidad de la búsqueda.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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