“Mikimún tiene un final doloroso pero necesario”

 “…Era rechoncho, espejueludo, carirredondo, había franqueado (no sin traumas) la barrera de los cuarenta años y le faltaban apenas un mes y catorce días para cumplir cuarenta y uno. Respondía al armonioso nombre de Miguel Luna, aunque sus contemporáneos, siempre imaginativos, preferían llamarlo Mick o Mike, o Miki o Mickey Moon o simplemente Mikimún…”.

Así presenta el escritor Abel Prieto, Ministro de Cultura de Cuba, al protagonista de su más reciente y esperada novela Viajes de Miguel Luna (Editorial Letras Cubanas, 2011).

“Es la historia de un escritor de mi generación”, explicó Prieto Jiménez en entrevista a Cubahora. “Solo tiene algunos rasgos autobiográficos, y por supuesto, su pinareñeidad, que comparto y profeso. Espero cuando lo lean no se les parezca mucho a mi, tiene atributos que no tienen que ver con mi vida ni con mi personalidad”.

Viajes de Miguel Luna es la historia de mi generación.

“Mikimún no encuentra su lugar, es como un intelectual descolocado, un poquito resentido, medio paranoico. Comienza siendo un personaje cómico, luego terminas queriéndolo, solidarizándose con él. Es la historia de parte de mi generación”, agregó el titular de Cultura.

La novela de 537 páginas y con ilustraciones de la propia autoría de Prieto Jiménez, cuenta la historia de Miguel Luna, un escritor cubano que ha alimentado desde la niñez, el sueño de viajar, de conocer otras latitudes y culturas, de seguir los pasos de sus admirados escritores viajeros. Pero una especie de hechizo parece mantenerlo atado a su país.

Con pasajes de referencia a la niñez y la adolescencia de Mikimún transcurridos de 1948 a 1954 en Pinar del Río, la narración conecta con puntos similares en la vida de Prieto Jiménez.

Proveniente de una familia pequeño burguesa, Mikimún asiste a un colegio bilingüe llamado Mercy´s School. Es el niño mimado de la maestra y odiado por los estudiantes. “En estos capítulos soy bastante autobiográfico”, refiere su autor.

Luego sobreviene un “acápite marianense” como lo denomina el también escritor de El vuelo del gato, al referirse a la mudanza de Miguel Luna a la capital cubana, donde transcurre la mayor parte de su vida.

MIKIMÚN O INVENTAR UN PAÍS

Viajes de Miguel Luna entreteje con maestría dos historias: la novela de formación del protagonista y el relato de su accidentado y alucinante viaje a Mulgavia.

La crítica ha calificado la pieza literaria como “un ejemplo brillante del empleo de recursos humorísticos, gracias a la capacidad del autor para mezclar fantasía y realidad”.

Uno de los mayores logros de la obra es la concepción de toda una cultura, con su historia, mitos fundadores, lenguaje, artes, geografía, comidas, condiciones étnicas y hábitos sociales.

“Más que un retrato realista de una nación del este de Europa, constituye una construcción satírico burlesca, reelaborada y distorsionada de forma jocosa por la idiosincrasia cubana y nuestra realidad”, se reseña en el texto.

CON MIKIMÚN APRENDEMOS CUÁLES ERRORES NO DEBEMOS COMETER

Para Zuleika Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, “la obra dejará huellas en la narrativa del siglo XXI. Aunque es un país inventado, sus conflictos encuentran cercanía con el socialismo actual”.

“Nos enseña lo terrible de hacer lecturas en blanco y negro y poner siempre etiquetas a los fenómenos. Nos alerta sobre las cosas que en Cuba no debemos hacer, y cómo necesitamos atajar los problemas a tiempo”, agregó la recientemente galardonada con el Premio Casa de las Américas.

Para Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), “Abel nos quiere enseñar que no somos perfectos ni inmaculados, todos tenemos un lado feo, todos hemos tenido una piedra en el zapato, o hemos estado debajo de la piedra alguna vez”.

Prieto Jiménez aclara por su parte, no pretender con Viajes… hacer un análisis del socialismo real, “pero sí manejar algunos procesos que pueden ser reversibles, pensados a la luz de la contemporaneidad, sacar experiencia para nuestro país”.

“El final, quizás no será el happy end, que todos esperan. Es un cierre doloroso pero necesario”, adicionó.

“Su lección más importante reflexionó Barnet, es que se puede. En medio de todas las dificultades, cuando no hay espacio, se abre y se hace. El verdadero escritor bajo cualquier circunstancia, puede, como el perro de Goya, sacar la cabeza”.