Sin embargo, lo hemos visto “hacer de bueno” varias veces, como Bruno en Calendario, por ejemplo, y antes, transitar convincentemente hacia la bondad en el Dany de Pasos firmes. Algunos demonios ha sacado en este o aquel capítulo de Tras la huella, pero malo, malísimo, nos está sorprendiendo con Lázaro y Asuntos pendientes.
Sobre todos ellos conversamos con el joven y talentoso actor Omar Rolando, pero preferimos comenzar por el principio...
—¿De dónde viene tu vocación de actuar?
—Mi abuela era actriz. Nunca la dejo de mencionar en ninguna entrevista, porque ella fue la inspiración y la persona por la cual me convertí en actor. Su nombre es Trinidad Rolando Portocarrero. Desde muy pequeño, yo siempre estuve con mi abuela. Mi mamá estudiaba en ese tiempo en la Unión Soviética, entonces vino, me tuvo en Cuba y regresó a seguir sus estudios, así que desde bebé yo ando con mi abuela para todos lados, para cada función que ella tenía, cada ensayo, es decir, me crié en ese ambiente.
- Consulte además: Omar Rolando y los "pasos firmes" de un actor
“Recuerdo que, cuando iba creciendo, todo el mundo me conocía y yo no conocía a nadie, porque son gente que me vieron nacer, prácticamente. Mientras mi abuela ensayaba, yo lo mismo me quedaba durmiendo en cualquier lugar del teatro o alguien me cuidaba. Cuando tenía siete años, mi abuela montó una obra para niños que se llamó Busca buscando, que ganó premio a mejor obra infantil, o sea, desde mis primeros años estuve vinculado con el mundo del teatro y la actuación.
“Ya después, con 16 años, hice las pruebas de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Las hice dos veces. No aprobé a la primera, sino en la segunda oportunidad. Estudié en la ENA entre el 2006 y el 2010, y ahí fue donde empecé la actuación un poco más en serio”.
—¿Eres de los actores que jamás dejarían de hacer teatro?
—Yo creo que nunca dejaría de hacer teatro. El teatro es como la casa de uno. Es como ese ejercicio diario que debe hacer un deportista de alto rendimiento para mantenerse en forma. Creo que el teatro es la disciplina, la constancia... El teatro me ha enseñado mucho, he tenido grandes profesores, he actuado con grandes actores de Cuba: con Fernando Hechevarría, Osvaldo Doimeadiós, Broselianda Hernández, Alexis Díaz de Villegas... y de cada uno he aprendido.
“He tenido mucha gente buena al lado, mucha gente talentosa, de la cual he aprendido, y de eso estoy muy, pero que muy agradecido a Carlos Díaz, mi director desde que me gradué. He estado en otras compañías como Jazz Vilá Projects y El Portazo, de Matanzas, pero El Público es mi grupo, donde más he aprendido y donde he tenido la oportunidad de estar al lado de personas muy talentosas”.
—Creo que los televidentes te comenzamos a admirar desde Dany, en el telefilme Pasos firmes. ¿Qué retos te impuso y qué satisfacciones te dejó ese personaje?
—Pues sí, mi primer personaje protagónico fue Dany, en Pasos firmes, y fue lo que hizo que el público me conociera, que los directores en general me vieran, me llamaran, me tuvieran en cuenta, y eso se lo debo, primero que todo, a Joel Infante, una persona a la cual quiero mucho por darme esa oportunidad, por trabajar tanto con nosotros, no solo conmigo, sino con Víctor también, juntos, para ayudarnos a construir esos personajes. Para mí es uno de los grandes directores que tiene Cuba. Es un director que sabe lo que quiere, que lo tiene todo bien formado en su cabeza, un tipo muy trabajador. También se lo debo a Amilkar Salatti, a Alfredo Felipe, que me apoyaron mucho, y Yaremis Pérez también.
“Entonces sí, ese personaje me dio mucho. Recuerdo cuando fui al casting, que me dieron las escenas, yo decía: este personaje tiene que ser mío. Tenía muchas cosas que ver conmigo, muchos puntos en los cuales coincidíamos actor y personaje. Sin embargo, ese año el teleplay no se pudo hacer porque hubo muchos problemas con cosas del INDER, pues querían cambiar la historia. Cuando se retomó, ya yo estaba mayor para la caracterización de Dany. Aunque me veía joven, tenía una edad y por poco no lo hago. Ya tenía otro rol, pero en los últimos días ya, Joel me dijo: el personaje es tuyo, lo vas a hacer tú.
“Finalmente, tuve la oportunidad de hacer Dany y sí, me dio mucha satisfacción. Recuerdo que las críticas fueron espectaculares, me escribieron personas a las cuales admiro mucho, grandes actores de Cuba, directores que querían trabajar conmigo... Ese personaje me hizo crecer personal y profesionalmente y me trajo mucha felicidad”.
—¿Y los retos?
—Retos, bueno... tuvimos que aprender toda la técnica que usan los muchachos del equipo de atletismo paralímpico. Ahí conocimos a Omara Durand, a grandes figuras del atletismo. Nos enseñaron toda la técnica del ciego con el guía, es una relación muy estrecha, muy linda y profunda la que los une, son como una sola persona, no solo en el entrenamiento, sino en todo: para comer, para hacer ejercicios... Entrenamos con esos muchachos alrededor de una semana en la Villa Panamericana, conversábamos con ellos, corríamos, todo.
“El otro reto es que, cuando estábamos grabando, yo tenía muchas escenas corriendo, y como Dany era muy humilde, los zapatos que yo usaba prácticamente no tenían suela y me daban dolor en los pies. Recuerdo que en la segunda fecha de rodaje yo prácticamente no podía caminar. Ese mismo día, en la grabación, me caí y me disloqué un hombro, y así estuve prácticamente todo el teleplay, me raspé la rodilla y me la maquillaban todos los días”.
—En el cine, ¿alguna experiencia especial para ti?
—Inocencia. Ahí interpreté a Carlos de la Torre y Madrigal, que era uno de los ocho estudiantes de Medicina. Siempre le agradezco a Alejandro Gil por pensar en mí; a Yaremis, que fue la directora de casting; a Amilkar... ese fue un trabajo muy importante también en mi vida.
—Ya está a punto de estrenarse la segunda temporada de la serie Calendario y nos han contado que Bruno regresa. ¿Qué nos puedes adelantar?
—La verdad, no quisiera adelantar nada; creo que es mejor que el espectador lo vaya descubriendo. Sí puedo decirte que disfruté hacerlo desde el principio, Bruno para mí fue una felicidad, un personaje del cual me enamoré desde el principio. Lo hice basado en mi hermano, que pasó por una historia idéntica a la de Bruno. En las escenas, si te fijas, prácticamente Bruno siempre está casi a punto de llorar, pero no llora. Mi hermano es así. Es un muchacho que trata todo el tiempo de guardar lo que en realidad siente, pero es muy sensible y lleva mucho dolor por dentro. Mi hermano es la persona que más quiero en el mundo, yo lo he criado, representa mucho para mí, y Bruno lo hice pensando en él.
—Y los lectores no nos perdonarían que olvidemos a Lázaro, tu personaje en la telenovela Asuntos pendientes, que se transmite ahora mismo y que, por cierto, es bastante negativo... ¿Cómo lo construiste? Si tuvieras que defenderlo, ¿qué argumentos usarías?
—Yo pienso que ninguna persona es buena, buena, ni mala, mala; no todo es blanco o negro, la vida tiene matices, por supuesto, y otros colores. ¿Qué pasa con Lázaro? Él siente un cariño real por este muchacho, pero esta es la historia que me hice yo, estudiando el personaje: cuando la madre de Lázaro, o sea, mi madre, acoge a Bruno y casi lo adopta, porque la suya era una loca de la vida, este niño se convierte en el preferido de mi mamá, entonces eso crea en mí cierto rencor. Yo siempre me dejé llevar por los malos pasos, hice cosas negativas con las que Bruno nunca estuvo de acuerdo, entonces es eso, le guardo rencor y le tengo cierta envidia, porque, a pesar de que crecimos en el mismo entorno, él siempre eligió el camino adecuado y, además, tuvo la mujer que me gustaba a mí, porque Alicia a mí me gustaba desde el principio; Bruno es el chamaco lindo y Alicia nunca se fijó en mí.
“Si tuviera que defenderlo, bueno, es un poco difícil, porque ser así como este hombre es duro, pero creo que es el resultado del entorno, eso fue lo que lo llevó a los malos pasos, y no saber tomar decisiones correctas, pero Lázaro no es completamente malo”.
—¿Disfrutas los personajes negativos? ¿Qué atractivo tienen?
—Me encantan los personajes negativos. Pienso que tienen un mundo interior más profundo. A nivel de estudio del actor, siempre tienes que buscar por qué este tipo es así, siempre hay algo que lo llevó hasta ahí. Los personajes positivos son más transparentes, no voy a decir que uno sea más fácil que el otro, pero los negativos tienen un poquito más de complejidad y de pasado oscuro donde indagar como actor. Sí, me gustan más los personajes negativos.
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