viernes, 20 de septiembre de 2024

Sin umbrales ni coincidencias

El maridaje perfecto de músicas inteligentes, como se autodefine el V Festival de Música de Cámara Leo Brouwer, se reflejó en cada una de las propuestas de este evento interdisciplinario que llega a su fin...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 13/10/2013
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 Leo Brower_ Festival
En el evento interdisciplinario reinó la música, imbricada al espectro infinito de sonoridades.

Exploraciones por el universo sonoro que han de caracterizar el nuevo milenio, sin que la búsqueda implique derroteros que lleven a analogías peligrosas, ha sido el signo conceptual del V Festival de Música Cámara Leo Brouwer, un evento que proclama su estética y sus objetivos, bien diferentes a otros existentes en Cuba y en otros países. Luego de un amplio programa de actividades llega a su fin, pero vale hacer un repaso de lo más trascendente.

Presidido por el maestro Leo Brouwer, con la dirección y producción general de Isabelle Hernández, el programa de espectáculos concilió un conjunto de imágenes sonoras y visuales, que apeló a los cinco y más sentidos: promovió la observación, el análisis como sedimento del juicio, invocó a la imaginación, no como concepto, sino más allá de la superficialidad de analogías de contrastes melódicos impactantes o rupturas de armonías sin un sentido conceptual que las provoque, expresión de un acabado sin regodeos ininteligibles.

VÍA DIRECTA AL DIÁLOGO

Leo descubrió el diálogo con espectadores sensibles, capaces de entender códigos no empleados hasta hoy, pues en cada concierto o sesiones de conferencias la comunicación que el maestro entabló con el público devino clase magistral de apreciación, para quienes se interesan en la estética de esta música que parece a abrirse y atrapar voluntades en sus células rítmicas.

Por ello, cada día aumentó la asistencia de públicos de distintas generaciones y niveles culturales a los espectáculos. La comprensión de complejidades sonoras estereotipadas, sin atentar contra la diversidad, constituyó uno de los puntos clave del festival, que no solo ha llamado la atención, sino que ha propiciado una mágica complicidad entre protagonistas y espectadores, lo cual podría calificarse como crucial en la historia del festival.

 SONORIDADES QUE IMPLICAN VISUALIDAD

En este evento interdisciplinario reinó la música, imbricada en un espectro infinito de sonoridades que adquieren resonancias visuales. Ello se debe a las energías positivas que emergen de los organizadores, al lograr que se multiplicaran las propuestas sin que ello implicara una connotación repetitiva.

Unas de las interpretaciones más difíciles para los instrumentistas, por el estilo tan renovador de las obras y de las versiones del maestro Leo, son, por ejemplo, el Cuarteto de cuerdas en mi menor, de Giuseppe Verdi y Wesendonck Lieder, de Richard Wagner, además de las propias creaciones del maestro Brouwer, escuchadas en el concierto titulado “Wagner vs Verdi”.

No han existido diques a las inspiraciones, el objetivo es que cada una de las presentaciones mantenga una identidad y responda al espíritu de las temáticas escogidas, lo cual ha enriquecido la amplia y diversa programación.

Incluso, el propio Leo ha repetido los nombres de estrenos lejanos o ha escrito composiciones expresamente concebidas para contribuir a la integralidad de los objetivos de cada una de las partes del programa, con títulos tan sugerentes como plenos de significado.

COMPLICIDADES SIN ENCUBRIR

 Leo Brouwer se percató de la urgencia de favorecer la mejor comprensión del público de la etapa actual de Paco de Lucía y su agrupación, debido a que la fusión con el pop le han dado un punto de giro a los temas del irrepetible guitarrista, director y compositor; cuyo nuevo estilo no coincide con las evocaciones de los cubanos de hace veinticinco años.

La función respondió a las previsiones del presidente del festival, aunque se incorporaron temas con el estilo actual, y la interpretación fue irrepetible, a pesar de cientos de imitaciones frustradas del flamenco a lo Paco en el exterior.

Tal como planearon Paco y Leo, el concierto retomó aquellos temas que conocen los cubanos para crear un acercamiento, y si mucho aplaudieron los de ayer, también ovacionaron el repertorio actual, a sus 15 músicos y al arte dancístico de Farruquito, ese excelente bailador que hizo trepidar el escenario con un interminable martinete y un taconeo que parecía fuera de la realidad.

¿Y qué habría dicho Vivaldi si escuchara el Concerto da Camera en Re mayor RV 92 y en La menor RV 108, interpretados por Il Delirio Fantástico y Enrike Solinis? Tras el principio de infarto, seguramente los habría aplaudido con pasión, porque reconocería que en ambas interpretaciones estaban los aires y las líneas melódicas nacidas de su inspiración.

 


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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