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lunes, 18 de noviembre de 2024

Vitalidad en el puente (+Fotos)

El Grupo Vital Teatro, para celebrar sus veinte años, sube a las tablas con Panorama desde el puente, de Arthur Miller...

Odette González Villaescusa en Exclusivo 26/09/2014
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Panorama desde el puente
Durante uno de los últimos ensayos antes del estreno de Panorama desde el Puente. (Odette González Villaescusa / Cubahora)

Sin dudas, los seguidores de la escena teatral cubana recordarán con agrado los monólogos presentados en el Teatro Bertolt Brecht a finales del 2013: Una cubana de altos coturnos, Carne rusa y Vena de mar. Con esta trilogía el Grupo Vital Teatro llegaba a la víspera de su veinte aniversario, pues ahora en el 2014 está cumpliendo dos décadas de fundado.

Todo este tiempo Vital Teatro se ha centrado en la dramaturgia contemporánea cubana: Eugenio Hernández Espinosa, Amado del Pino, Joel Cano, Ulises Rodríguez Febles. Pero también ha hecho un recorrido extenso, variopinto por la dramaturgia internacional, con textos de Broseck, el polaco, de Pavlovsky, de Sternberg.  Y, precisamente para celebrar este aniversario, el versátil actor y director Alejandro Palomino, quien ha estado a cargo del grupo desde su creación, ha escogido la obra Panorama desde el puente,  del gran Arthur Miller, que se estrenará este 26 de septiembre en la Sala Raquel Revuelta a las ocho y treinta de la noche. Y estará en cartelera durante todo el mes de octubre y parte de noviembre.

Para tener la primicia en el disfrute de esta puesta en escena, me llegué a uno de los últimos ensayos, donde pude conversar con su director y varios de los actores. Antes de comenzar, Palomino me explica amablemente cómo eligen Panorama…: “Durante los últimos siete años el grupo ha desarrollado una línea de trabajo, investigación y experimentación enfocada en cómo actores que han tenido mucha presencia en los medios pero que son egresados de escuelas de teatro, también pueden desarrollar los códigos y recursos empleados en la televisión o en el cine, pero desde el código teatral. Esa ha sido la dirección hacia la que yo he objetivado el trabajo, donde lo he querido materializar y que la gente pueda visualizarlo. Teniendo en cuenta esto y las complejidades de la obra desde el punto de vista dramatúrgico, Amado del Pino me propone Panorama desde el puente. Yo le pedí entonces que hiciera la adaptación. Él gustoso aceptó, y la realizó pensando en los actores que hoy constituyen Vital Teatro, en sus potencialidades”.

Y es que ya se hace habitual la exitosa unión del binomio Amado-Palomino. Precisamente esta adaptación al texto de Miller es una especie de continuidad conceptual y estética de Cuatro Menos, también representada por el grupo y con la que Amado obtuvo el premio de Teatro Carlos Arniches  2008; ningún cubano hasta ese momento lo había conseguido.    

Palomino orienta a los actores que comiencen el ensayo general y va apareciendo en escena un reconocido elenco: Kelvin Espinosa, Enrique Bueno, Alina Molina, Yía Caamaño (quien alterna con Susana Ruiz); Marlon López y Néstor Jiménez (a quien doblará el propio Palomino). En poco más de una hora se va conformando una trama de marcada fuerza psicológica que, aunque mantiene la esencia de la original, se adapta a la realidad y la cotidianidad cubanas, al tiempo que refleja conflictos universales y atemporales.

Eddie Carbone y su esposa Beatriz, un matrimonio asentado en Estados Unidos, viven con la joven Catherine, sobrina de Beatriz. Rodolfo y Marco, dos primos de Beatriz, llegan como inmigrantes a buscar trabajo, a mejorar sus condiciones de vida. Rodolfo y Catherine comienzan una relación que Eddy no tolera, debido a su interés sexual en la muchacha. Y a partir de ahí, entre los personajes se desencadenan  tensiones que irán increscendo hasta llegar al momentos climático, donde Marco va ajustar cuentas con Eddy por haberlo ofendido a él y su hermano, por haber denunciado su situación de inmigrantes.

Refiriéndose a esos conflictos (migratorios, familiares, sexuales) Palomino señala que “tienen un centro de equilibrio interesante, que es el choque de voluntades entre los personajes, dentro de una familia que ha perdido su centro de gravedad y se ha vuelto disfuncional. Y en medio de esas irregularidades que presenta una familia en un momento de crisis social, económica, política, los personajes tienen que reordenar el camino que deben seguir. Eso es Panorama desde el puente: un momento crítico de la familia protagonista de la obra al que asistirán los espectadores”.

El montaje se desarrolla con una propuesta escenográfica interesante y minimalista, donde el despojo de recursos pasa desapercibido; no se extraña ni se hace necesaria la riqueza escenográfica, pues los actores estremecen por la fuerza de su actuación.

Termina el ensayo; aprovecho que todavía están conmovidos   ̶es un texto de una carga dramática tremenda, que les exige mucho-  para preguntarles sobre el proceso investigativo, creativo, las individualidades de sus personajes.

El carismático actor Enrique Bueno, quien llegó al público como Leroy  ̶protagónico de la telenovela La cara oculta de la luna-   y quien ha recibido en dos ocasiones (2006 y 2008) el Premio al actor joven más popular de televisión, interpreta a Rodolfo, el resorte que desencadena los conflictos subyacentes en la familia. Respecto a esta experiencia, comenta: “Enfrentarse a cualquier personaje creado por Arthur Miller es bien complicado, por su dramaturgia. Nada de lo que Miller pone en boca de sus personajes es por gusto. Si nos quedamos en una primera lectura del personaje de Rodolfo vemos simplemente un muchacho que quiere ser ciudadano americano y abrirse camino en la sociedad neoyorkina. Sin embargo, si vamos más allá en su construcción, nos damos cuenta de que no es tan ingenuo, que tiene ambiciones bien fuertes. He tratado de llevarlo por esa cuerda, que no solamente sea el joven ingenuo, simpático que llega a los Estados Unidos.

”He conversado con emigrantes y la vida del emigrante es muy difícil en cualquier lugar del mundo, porque no eres más que eso, un emigrante. Te cuesta mucho trabajo abrirte camino en cualquier sociedad que no sea la tuya. Y tienes que sacar garras para que no te pase por arriba ese país extranjero. Este personaje tiene esas garras”.  

Por su parte, Kelvin Espinosa, quien encarna a Eddy   ̶ alrededor de él giran todos los conflictos ̶ explicó que buscó “referentes en el teatro norteamericano, que es muy fuerte psicológicamente. Sobre todo en el llevado al cine, como El tranvía llamado deseo y Muerte de un viajante (del propio Miller). Tomé elementos de sus personajes y traté de mantener la psicología y el ambiente del emigrante, o del hijo del emigrante de los 80, de la atmósfera de la emigración cubana.

Kelvin tiene como pareja en escena a la actriz Alina Molina, para quien fue un reto asumir un personaje mayor que ella: “Realmente es muy difícil porque tiene muchas más vivencias. Esta mujer es un centro de familia. Llegar a entender el razonamiento de este tipo de personaje escrito de una manera tan inteligente me costó, también porque no tiene nada que ver con mi forma de pensar. Pero tener a mi lado a un actor como Kelvin Espinosa me ayudó a asumir y a entender mi personaje. Estoy contenta porque he aprendido de Beatriz, me ha enseñado mucho para mi vida.

Y no solo ellos se complementan. Desde el comienzo, y durante toda la representación, se respira una conexión como si realmente fueran una familia. Gracias a las excelentes actuaciones y al buen engranaje director-actores-escena, se logra esa sensación de verosimilitud que debe transmitir el teatro y que el público podrá disfrutar. Pero todo el elenco coincide en que en gran medida se debe también a las estrechas relaciones que existen entre ellos. “Traspolamos a escena la relación personal que tenemos y se crea ese grado de intimidad a la hora de trabajar y eso es muy importante, lograr que el espectador sienta que las miradas, los contactos físicos son reales”, dice Kelvin y Enrique lo apoya al afirmar que son “simplemente amigos haciendo lo que queremos hacer. Palomino es uno más entre nosotros, es un coordinador. Lo hacemos con todo el rigor del mundo, como si nos estuvieran pagando millones”. 


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Odette González Villaescusa


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