miércoles, 25 de septiembre de 2024

2015 y el escenario inmutable internacional

Comienza un nuevo año y las aspiraciones hegemónicas imperiales no cambian...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 06/01/2015
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La llegada de 2015 no ha significado el menor cambio positivo en las pretensiones geopolíticas de Washington y sus restantes aliados de Occidente con respecto a sus dos más “relevantes oponentes”.

En efecto, está claro, por ejemplo, que en los próximos meses volveremos a asistir a la prolongación de las tensiones en la frontera ruso-ucraniana, a partir de las malsanas intenciones hegemonistas de hacer del régimen de Kiev uno de sus tantos peleles dentro de la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

Y la temprana confirmación de estas predicciones está a la vista con la reciente decisión de las autoridades impuestas en Ucrania de renunciar al statu de país no alineado que asumía esa nación hasta el presente, de manera de dejar expedito el tránsito al ingreso pleno en la turba otanista.

Si a ello se añade la decisión de Kiev de hostilizar y bloquear a Crimea desde los días finales del año 2014 mediante cortes al suministro eléctrico y a los sistemas de transporte en su pretendido afán de “recuperar” la estratégica península sumada al territorio ruso por voluntad soberana de sus ciudadanos, se hace evidente que las semanas por venir no serán precisamente de tranquilidad y paz en las divisoria común con el gigante euroasiático.

Desde luego, no son las únicas espinas a tomar en cuenta. Y es que también al cierre de diciembre un legislativo norteamericano bajo control de la derecha decidió otorgar a la oficina oval la prerrogativa de asumir medidas más agresivas contra el Kremlin por su “ataque” a Ucrania, elevar el suministro de armas y equipos militares a Kiev, y desplegar incluso tropas estadounidenses y de sus acólitos en naciones vecinas de Rusia.

Andanadas que complementan las crecientes sanciones que en el terreno económico y energético ya enfrenta Moscú, y que a estas alturas le han producido importantes complicaciones de orden comercial y monetario.

Y en esa cuerda, la justificada y lógica determinación rusa de sobreponerse a semejante saco de hostilidades no solo augura momentos más tensos, sino que recalienta de manera importante los ya tórridos vínculos entre el oeste y el este como renovados bloques contrapuestos.

Porque, si bien es pública la doctrina imperial norteamericana de evitar a toda costa el surgimiento o la reestructuración de nuevas potencias globales, sobre todo de signo político contrapuesto, también es  clara y evidente la conformación de una estrecha alianza defensiva y de carácter multifacético entre aquellos que encabezan la lista de blancos preferenciales del hegemonismo.

De manera que ya con un amplio expediente bilateral de convergencias estratégicas, China, por ejemplo, dio a conocer públicamente que ayudará a Rusia en su empeño por minimizar los daños de las sanciones occidentales, y en ese contexto decidió concretar este diciembre el uso extendido de otras monedas en sus operaciones financieras internacionales para poner coto a la tiranía de un dólar manipulado como pretendido medio universal de cambio.

Un paso, dicho sea, que no proviene solo de una nación con los más elevados índices globales de crecimiento en los últimos decenios, sino de una potencia emergente que ya se ubica como la primera economía mundial por delante de un relegado Estados Unidos.

Y, si bien algunos “estudiosos” gustan de especular por estos días sobre la real pertinencia de los fuertes lazos que vienen tranzado China y Rusia, lo cierto es que más allá de toda posible suspicacia intelectual hay una máxima que la lógica de la supervivencia nunca ha obviado: si tu enemigo es el mío, nada más lícito e inteligente que lo enfrentemos juntos… y parece que el Kremlin y Beijing han tomado nota a fondo de semejante axioma.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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