lunes, 30 de septiembre de 2024

A la tercera no tendría que venir la vencida

En el nuevo encuentro político entre Damasco y los titulados opositores el abismo entre ambos sigue siendo enorme...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 09/02/2016
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Ginebra vuelve a ser sede por estos días de los escabrosos esfuerzos internacionales por establecer un entendimiento entre el gobierno de Bashar el Assad y la “oposición” siria para poner fin a un conflicto que se extiende por cinco años, se ha cobrado la vida de más de quinientas mil personas, y ha empujado a millones a intentar buscar seguridad en el exterior.

En efecto, por tercera ocasión pretenden dialogar las caras visibles de una guerra que llegó a suelo sirio —y nunca deberá dejar de decirse— de la mano de las pretensiones del dominio hegemonista imperial sobre Asia Central y Oriente Medio.

Un injerencismo que, por demás, cuenta con la asistencia obsecuente y oportunista de los aliados norteamericanos de la OTAN, de las satrapías árabes, del sionismo y del terrorismo islámico. De manera que es esta mezcla, y no otros factores, la determinante en la ruina humana y material que enfrenta Siria desde hace un quinquenio.

El aún incierto diálogo de lo que se ha dado en llamar Ginebra 3, está supervisado por la Organización de Naciones Unidas, y pretende establecer un clima interno favorable al cese de la hostilidades, el curso adecuado y urgente de ayuda humanitaria, y la realización de elecciones nacionales para 2017, de manera que la población local decida libremente que régimen desea otorgarse.

Sin embargo, es evidente que desde los primeros minutos de apertura del proceso las complicaciones y rejuegos están a la orden del día.

Damasco concurrió de inmediato a la cita, mientras la opositora Comisión Suprema para las Negociaciones, con refugio en Arabia Saudita, hubo de pensarlo mucho antes de decidirse a viajar a Suiza cargada de exigencias previas como la paralización de las acciones militares del Ejército Nacional y la fuerza área rusa contra los grupos terroristas dislocados en suelo sirio con pleno apoyo externo.

Así, según informó Staffan de Mistura, encargado de la ONU para las conversaciones, los trámites de las partes negociadoras se hacen en edificios y locales distantes unos de otros, y las propuestas deben ser trasladadas por mensajeros. Además, es de esperar paralizaciones y pausas, no solo por los seguros desacuerdos, sino además porque las delegaciones deberán viajar a sus sedes oficiales en busca de respuestas.

Para los observadores, es evidente que en esta ocasión el gobierno legítimo de Siria acude al diálogo con una posición mucho más fuerte, respaldada por sus victorias militares de los últimos meses gracias, entre otros factores, al apoyo directo de Rusia e Irán.

Una situación que quieren paralizar y debilitar los opositores y, desde luego, aquellos que fuera y dentro de Siria, aún cuando hablan de respaldo a caminos políticos, comulgan, apoyan y respaldan las acciones extremistas, incluido el terrorismo de Al Qaeda y el Estado Islámico, EI.

De hecho, a horas prácticamente del difuso inicio de tan controvertido proceso de negociaciones, el EI se atribuyó un espantoso atentado dinamitero contra una barriada de Damasco, mediante el estallido de un coche bomba y la autovoladura de dos fanáticos que esperaron a que la gente se aglomerara en el lugar de los hechos para causar el mayor número posible de bajas civiles. Unas cincuenta personas murieron y al menos un centenar recibió severas heridas.

Mientras, en el plano externo y casi en similar instante, Turquía (abiertamente hostil a Damasco) presentó una “airada protesta” contra Rusia alegando que uno de los aviones de combate de Moscú que atacan a los terroristas dislocados en Siria violó el espacio aéreo otomano, en una suerte de zaga del incidente ocurrido en noviembre último cuando, con igual pretexto, aparatos turcos derribaron una nave SU-24 del Kremlin sobre territorio sirio

Vale significar que la queja de Ankara este enero, desmentida enfáticamente por Rusia, encontró el inmediato respaldo de Washington, empeñado en obstaculizar las operaciones militares de Moscú contra el EI por considerarlas nocivas al empeño hegemonista de desmembrar a Siria, tal como ya lo hizo con Afganistán, Iraq y Libia.

Bajo tales encontrados presupuestos se han iniciado en Ginebra los nuevos esfuerzos para intentar frenar la masacre siria, un escenario donde las buenas voluntades siguen chocando con la desidia y la demagogia de los impulsores del caos y la imposición.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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