lunes, 29 de abril de 2024

Siria: Bravatas y realidades

Las fórmulas agresivas imperiales parecen empantanarse sin remedio...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/07/2013
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Simpatizantes con el gobierno sirio
El 70% de los sirios apoya el gobierno, según informe de la OTAN.

En su reciente comparecencia ante el Congreso de la Unión, el jefe del Estado Mayor Conjunto norteamericano, general de ejército Martin Dempsey, afirmó que Washington estaría considerando “el uso de la fuerza” contra Siria.

Lo expuso el alto cargo militar a instancias del ácido interrogatorio al que fue sometido por el senador y ex candidato republicano a la presidencia John Mc Cain, quien criticó con especial saña lo que denominó las incongruencias de la política de Barack Obama en el caso del gobierno de Damasco, una administración que, según su juicio muy particular, debería haber sido defenestrada hace un buen rato.

Desde luego, no se trata de que la Casa Blanca no desease un final relámpago y aplastante en el caso sirio, y que anhelase que en aquel patio hubiesen funcionado las recetas intervencionistas y destructoras que permitieron las invasiones a Afganistán e Iraq, y el derrocamiento de las autoridades de Libia.

El tema es que Siria se ha convertido en algo diferente y difícil a partir de una resistencia nacional enconada y un apoyo internacional que esta vez no ha sido mella de las bufonadas mediáticas Made in USA.

Por tanto, qué otra cosa podría decir el general Dempsey para intentar contentar a los halcones del Congreso, a sabiendas de que todo hace pensar que una invasión militar directa de los Estados Unidos y sus aliados en Siria se hace cada día menos factible.

De hecho, el general recordó a los presentes en la sala del legislativo que una medida de ese tipo es responsabilidad, en primera instancia, de los políticos elegidos para dirigir el gobierno. En pocas palabras, de Barack Obama y sus socios de equipo.

Pero existen otras señas que indican que el cuadro sirio  es distinto.

De hecho, y procurando un bajo perfil en su difusión, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, reconoció hace unos días que “el setenta por ciento de la población de Siria apoya al gobierno, el veinte por ciento se considera "neutral", y el diez por ciento expresa su apoyo a los rebeldes.”

Tomando como fuente estudios y consideraciones de activistas y organizaciones occidentales, la entidad belicista admitió que el rechazo a los destacamentos que intentan derrocar al gobierno de Damasco proviene del elevado número de extremistas islámicos que los integran, y a la alta influencia de Al Qaeda en sus filas.

Desde luego, lo que se guarda de aceptar la OTAN es que tales mercenarios son pagados y entrenados por los propios especialistas del pacto Atlántico en contubernio con los organismos norteamericanos de subversión, Israel, los gobiernos árabes de derecha, y los jefes de las agrupaciones islámicas de corte terrorista, integrantes todos de la gran coalición antisiria.

Según los propios informes que citan las fuentes otanistas, “el odio a los yihadistas más que a Bashar Al-Assad es la razón de peso que hace perder apoyo a la rebelión, de manera que lo que va quedando en las filas rebeldes son únicamente los combatientes extranjeros patrocinados por Qatar y Arabia Saudita".

“Ante esa realidad- prosiguen las consideraciones de las que echa mano la OTAN- y dado que ya no existe ningún término en el diccionario que no se haya utilizado para satanizar a Al-Assad; van pasando a la historia las rimbombantes frases en torno a que al régimen de Damasco le quedaban semanas de vida.”

Y si eso es lo que piensa uno de los más potentes pilares agresivos contra Siria, entonces es como para creer que en esa nación, pese a todos los sufrimientos impuestos por  la guerra imperial de desgaste, las fuerzas reaccionarias no cuentan con un futuro promisorio.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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