sábado, 27 de abril de 2024

Egipto, pesadilla mientras duermen las pirámides

El conflicto interno está impactando fuertemente a la economía del país norafricano y en particular a su industria turística...

Antonio Paneque Brizuela en Exclusivo 10/10/2013
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Piramides de Egipto
Agencias turísticas suspendieron sus programas de viajes debido al deprimido país de las pirámides.

Las pirámides que desde hace cincuenta siglos admira el mundo y el Nilo que centra la vida de Egipto desde hace ocho mil años, pasan hoy por una suerte de receso, mientras el turismo hacia el país decrece y el pueblo sufre por el conflicto interno.

La confrontación, desencadenada desde que el 3 de julio pasado fue suprimido del poder el presidente Mohamed Morsi, impacta en la llamada industria del ocio y en general en la economía local.

Las marchas, manifestaciones y otras formas de protesta por el retorno al cargo del gobernante, electo en los comicios de 2012, trascienden por sus muertos y heridos, pero también por impactar en todos los sectores de la economía.

Un marcado descenso de visitantes se aprecia, por ejemplo, en la región de las pirámides, monumentos imprescindibles del planeta desde su construcción entre el 2900 y el 2800 a.n.e., y en los barcos que navegan por el más extenso río del mundo.

Sueños de cualquier viajero, las colosales tumbas de faraones y el caudal que decide el destino de Egipto son partes vitales de una infraestructura turística en la que hasta el desierto deviene atractivo para el visitante.

El daño es notable, no solo porque el turismo representa un 11 por ciento del PIB egipcio, sino porque proporciona sostén económico a gran parte de una población cuyo índice de desempleo asciende al 13 por ciento.

Kamil Malahmud, especialista de un banco de inversiones cairota, considera que el turismo involucra al menos a un 20 por ciento de la economía informal: “Es el motor de nuestra economía”, asegura.

Según estimados oficiales, uno de cada siete entre los más de 80 millones de egipcios trabaja en la también denominada industria sin chimeneas.

POCA VIDA EN LA EXPLANADA DE GIZA

Claro que esta no es la primera vez que el turismo egipcio se deprime por una crisis, ni son las pirámides sus únicas fuentes de ingresos, pero es sin dudas en torno a esas famosas construcciones donde más se nota el descalabro.

Este verano no comenzó nada bien, por ejemplo, para los cazadores de turistas de la explanada de Giza, donde tres faraones consecutivos construyeron igual número de pirámides, que constituyeron el mayor grupo de estas en un mismo lugar.

Los comerciantes se aglomeraban alrededor de los visitantes llegados para contemplar el conjunto, una de las siete maravillas del Mundo Antiguo y la única sobreviviente.

Vemos únicamente a 20 o 30 turistas por día, comentó Ahmed, uno de los intermediarios de Giza, donde sobresale la pirámide de Keops, con 147 metros de alto y 230 de ancho, la estructura más elevada del mundo hasta 1887, cuando terminó de construirse la parisiense Torre Eiffel.

“Estamos desesperados. En un día común puedo hacer hasta siete u ocho viajes con pasajeros extranjeros, pero en los últimos 40 días desaparecieron todos. Si no regresan pronto, nuestros hijos van a tener hambre”, afirma el cochero Labib Jawhar.

La inflación en El Cairo roza las estrellas, los productos de primera necesidad cuestan hasta un 30 por ciento más aseguraba un periódico que atribuía la culpa a “los comerciantes aprovechadores”.

“Hay poca seguridad y el toque de queda obliga a cerrar antes de tiempo los establecimientos”, justificaba, entre tanto, el dueño de un negocio local.

La crisis afecta además a cientos de personas que trabajan como guías, en la venta de souvenirs como papiros y perfumes, o en la oferta en coches o a caballo por el desierto.

MILITARIZACIÓN Y CAÍDA DE LAS RESERVACIONES

Mientras los hoteles reconocían el descenso por miles de las reservaciones y medios de prensa consignaban el retroceso de una de las principales fuentes de trabajo, la actividad militar se extendía a las instalaciones del sector.

Esas imágenes matizan el panorama egipcio, sobre todo tras las protestas de partidarios de Morsi que siguieron al desalojo el 14 de agosto pasado de dos acampadas en céntricas plazas cairotas, organizadas por la Hermandad Musulmana (HM).

“Mi negocio murió. Nadie viene”, comentó un comerciante llamado Agaya, en tanto Mohamed Sabry, gestor del hotel Cairo Four Seasons anunciaba: “No aceptamos reservas hasta el próximo sábado porque hay malas circunstancias a nuestro alrededor”.

El Mena House Hotel, edificado cerca de las pirámides en 1869 para la realeza egipcia, revelaba también el recorte de las ventas mientras su gerente, Ahmed Salem, culpaba de la situación al gobierno por el toque de queda nocturno.

Turoperadores egipcios, europeos y de otras latitudes cancelaban en estos días viajes turísticos a El Cairo, al tiempo que “corregían el tiro” hacia otros polos mundiales, como Islas Canarias, donde los hoteles abrían ya las puertas.

Destinos españoles como Tenerife, portugueses como Madeira, africanos como Cabo Verde y Marruecos, y árabes como Dubai, figuran entre las propuestas alternativas de cadenas mundiales ante la crisis egipcia.

Agencias turísticas de Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, como Star Tour, Ving, Apollo, Spies, Finnmatkat y Aurinkomatkat, suspendieron a fines de agosto pasado sus programas de viajes de este año al deprimido país de las pirámides.

Para colmo, el gobierno de Estados Unidos reiteró un aviso en el que instaba a sus ciudadanos a evitar incursiones recreativas por Egipto.

DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO EGIPCIO

Desde el desalojo a mediados de agosto último de las acampadas de partidarios de Morsi en las plazas de Rabea al Adawiya y Al Nahda, comenzó una peligrosa devastación de sitios arqueológicos egipcios.

Ese flagelo es otra grave afectación para el turismo, pues centros de atención para los visitantes como los museos fueron dañados por los disturbios, saqueados o al menos cerrados por sus dueños o responsables.

Grupos enardecidos rompieron vitrinas y robaron o destruyeron cientos de objetos valiosos del Museo Nacional de Antigüedades de Malaui, en la sureña ciudad de Minia, en el Alto Egipto.

Unas 545 de las alrededor de mil piezas arqueológicas sustraídas de esa institución fueron recuperadas por la Policía a fines de septiembre.

El ministro de antigüedades, Mohamed Ibrahim, afirmó que fueron asumidas medidas de seguridad en todos los museos y sitios arqueológicos del país.

Expertos y personalidades políticas aseguran que el deterioro del patrimonio cultural egipcio, aunque agravado ahora por los choques entre soldados y seguidores del Gobierno, y partidarios de Morsi y de la HM, data del comienzo de las revueltas de 2011.

Sin embargo, testigos extranjeros como la voluntaria noruega Martha Kjoell, opinan que la situación del turismo es ahora peor que en 2011: “Es un desastre, de verdad”, considera la cooperante escandinava.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, por su parte, estima un marcado descenso de turistas durante ese bienio: de 14,7 millones en 2010, a 10,5 millones en 2012.

“¿Cómo va a venir nadie? ¡Si hasta para ver las momias deben pasar entre tanques y ametralladoras!,” se queja Rashid Sulayman, guía del famoso Museo Egipcio, a solo unos pasos de la plaza Tahrir, aún rodeada por militares bien armados.


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Antonio Paneque Brizuela


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