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domingo, 24 de noviembre de 2024

El sacrosanto empeño

Washington sigue apostando por derruir al gobierno Sirio a cuenta de la violencia aupada desde el exterior...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 15/11/2012
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Mercenarios en Siria
Mercenarios se hacen pasar por Ejército Árabe Sirio.

No se trata de suposiciones o sospechas. Lo ha subrayado abiertamente el Departamento norteamericano de Estado, cuando hace apenas horas expresó su “más completo apoyo” a un pretendido proyecto unitario de la “oposición Siria”, que aboga además por la guerra total contra Damasco y la negativa a toda solución política del conflicto.

Nadie crea, por supuesto, que dichos “patriotas” actúan por si mismos ni que se dan las manos con total desinterés.

Cada quien (recuérdense Afganistán, Iraq y Libia) solo aspira a arrimar la brasa a su particular sardina, solo que para el universo mediático es indispensable una imagen de convergencia y, desde luego, disimulando al máximo el control, las presiones y el apoyo bélico imperiales.

Y es que, ciertamente, Siria vive, más que un levantamiento interno, una abierta agresión externa. Se trata, en efecto, de un complot urdido por los órganos subversivos occidentales, y que suma, desde la Casa Blanca y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, hasta el sionismo israelí, las satrapías árabes, y los extremistas islámicos, todos perfectamente coaligados.

La estrategia imperialista contra Siria está más que clara. Y es que desbancar a las autoridades de Damasco implica cerrar casi por completo el control Made in USA en Asia Central y Oriente Medio, y presionar sobre las fronteras de Irán, Rusia y China.

Y en ese tortuoso y sangriento derrotero se vienen probando todas las variantes.

Así, se ha intentado establecer el esquema de una pretendida revuelta interna a la que paulatinamente se la han insuflado armas y hombres desde países árabes vecinos, así como grupos terroristas extremos como la propia Al Qaeda, responsable —como se sabe- de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York.

A la vez, se utiliza a Turquía como base y punta de lanza en un aumento de las tensiones, y se acelera la modernización y efectividad de los pertrechos que se suministran a los titulados rebeldes.

Por demás, para quienes siguen el devenir interventor de los Estados Unidos en Asia Central, lo que acontece contra Siria forma parte, entre otras cosas, de un viejo esquema de multicomplicidad, del cual, como hemos visto, ni siquiera está exento lo más extremo del islamismo.

Así sucedió en Afganistán décadas atrás, cuando Washington inició su maridaje histórico con Al Qaeda para provocar la intervención militar soviética y atorar a Moscú en un agobiante pantano bélico.

Luego Al Qaeda funcionó como aliado de los Talibanes, los cuales la Casa Blanca estimó adecuados para asegurar el control sobre suelo afgano y custodiar los planes expansionistas de los consorcios energéticos gringos en aquel país.

Desde entonces viene esta historia de controvertido idilio entre Washington y los terroristas islámicos, que actuaron también en Libia y lo hacen ahora en Siria.

Vale recordar en este sentido, a manera de innegable confirmación, el reciente llamado del actual líder de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, quien demandó una guerra total contra el gobierno de Bashar al Assad.

Y lo interesante, según reitera la agencia argentina de noticias Argenpress, “es que Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña ahora comparten la cama con las mismas fuerzas yijadistas que declaran aborrecer, y que por supuesto ya utilizaron en Afganistán en la década de 1980 y, recientemente, en Libia.”

¿Quedaría entonces algo más que poner sobre el tapete en este sucio asunto?


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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