domingo, 22 de septiembre de 2024

Italia: entre lo malo y lo peor

El primer ministro de Italia Mateo Renzi dirige sus flechas hacia un alivio, pero no a la solución del problema económico-social italiano…

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 22/03/2014
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Mateo Renzi
Renzi acaba de concluir una gira por Europa donde pretendía proyectar sus criterios.

Aunque la noticia central no es que el ex primer ministro de Italia Silvio Berlusconi haya renunciado al título de Cavaliere,  vale citar el hecho dado el peso que tuvo durante poco más de dos décadas en el reciente curso del país.

El titulo se lo otorgaron en 1977, se supone que por sus méritos como “trabajador exitoso”, pero estaban cuestionando mantenérselo debido a los numerosos casos judiciales pendientes que logró frenar mientras estuvo en el poder, pero que finalmente acabaron alcanzándole. El dictamen del Tribunal Supremo hecho público le inhabilita durante 2 años para ocupar cargos públicos, tras ser condenado por fraude fiscal. Meses atrás perdió su escaño como senador por otro caso parecido.

Fue con Berlusconi que Mateo Renzi, el actual premier, pactó la hace poco aprobada ley electoral  con la cual se pretende simplificar la gobernabilidad, y sí, puede que algo ayude, aunque muchos tengan dudas de  los métodos empleados por el actual jefe del ejecutivo para llegar a ese cargo, desbancando a su antecesor, Enrico Letta, ambos del mismo Partido Democrático (socialdemócrata).

Renzi acaba de concluir una gira por Europa donde pretendía proyectar sus criterios sobre cómo administrar el pacto comunitario. Eso significa someter a sus homólogos del Viejo Continente las ideas que tiene sobre el plan de ajustes que se aplica y que él quiere modificar algo. Como el próximo semestre Roma ocupará la presidencia rotativa de la UE, cree que desde esa posición puede lograr establecer algunos criterios (fomentar empleo, sobre todo), por eso el tanteo del terreno en las capitales de mayor importancia.

Se encontró en Paris con Fracois Hollande, que ¿coincide? con sus puntos de vista. Son afines a los propuestos -pero no aplicados-  por el presidente galo. En Alemania encontró escepticismo y, quizás, una mirada de reojo, como aquél que dice ¿qué puede enseñarnos este jovenzuelo? o, a lo mejor ¿pretenderá cambiarnos tan suculento modelo?, en referencia, desde luego, al espantoso aumento de los multimillonarios, que va parejo con el de los descamisados.

Ahí está el asunto. Incluso si fuera ideal su proyecto, casi seguro las poderosas, desafinadas y discordantes fuerzas euro-europeístas pueden impedirle implementar algo diferente.

No le falta razón para creer que el patrón seguido es inoperante (malsano, mejor decir) para las naciones afectadas. Por eso suscita tantas protestas y críticas.

Por ahora, y en casa, aparte de la ley electoral, Renzi formula un proyecto de corte keynesiano (combatir la recesión creando puestos de trabajo y, por tanto, consumidores) a  partir de esos elementos emprende recortes en gastos oficiales y proyecta una reforma laboral que los sindicatos critican, convencidos de que favorecerá el trabajo precario y no los estables y bien remunerados.

En medios académicos se le da al plan carácter de transitorio, quizás efectista antes que fructífero, pues se piensa que Italia requiere de innovaciones industriales y, parejas que con la reforma fiscal, logren ponerle freno a la fuga de las grandes empresas nacionales hacia otros sitios, como hizo la Fiat.

También entre expertos se maneja otro dato relevante: en los últimos 20 años el Producto Interno Bruto real de Italia fue la mitad del alcanzado por Francia o Alemania. Si se le ubica como la tercera economía de la zona euro, justo detrás de esos dos pesos pesados, y quiere mantener su escaño, está obligada a contar con un porcentaje de crecimiento superior.

En versión breve se diría que Renzi dirige sus flechas hacia un alivio, pero no a la solución del problema económico-social italiano. Si aceptara las recomendaciones de los expertos, adoptando medidas de mayor calado y perspectiva, pudiera  darle impulso a resultados perdurables, trascendentes y – ¡quién sabe!-  contagiar saludablemente a esos reacios socios que hoy le miran por encima del hombro, con o sin razón.

Dicen que es mejor poco que nada y pudiera ser este un ejemplo del aserto. Máxime cuando circulan graves predicciones, anotando un 99% de posibilidades de otra ya anunciada recesión global… o algo peor.

Posdata: Conste que en este breve correlato no se profundiza en los problemas dentro y entre partidos ni en las aspiraciones separatistas de algunas regiones. Temas que no figuran en la agenda Renzi aún.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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