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martes, 24 de diciembre de 2024

Eppur si muove

John Kerry pidió a los congresistas no aprobar por el momento nuevos castigos contra Irán, como intento de virar en redondo su enfoque si las megaempresas estadounidenses y sus financistas ven una vía geoestratégica conveniente...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 15/11/2013
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John Kerry- Irán
John Kerry pidió a los congresistas no aprobar por el momento nuevos castigos contra Irán.

Aunque Galileo Galilei dijo muy bajito la famosa frase que se le adjudica "sin embargo, se mueve", ha llegado a través de los siglos, hasta el XXI, un siglo que no comenzó precisamente su andadura con el pie adecuado. Pero si quienes están obligados a intentarlo se disponen, pudieran enderezar algunos de sus más siniestros entuertos.

Al contrario del famoso físico medieval, el jefe de la diplomacia norteamericana usó micrófonos y grabadoras. Sus palabras fueron inmediatamente transmitas por el Orbe, como corresponde a este tiempo y a la magnitud del asunto tratado: John Kerry pidió a los congresistas no aprobar (por el momento, claro está) nuevos castigos contra Irán como estaba previsto.

"…si el Congreso actúa de forma unilateral para aumentar las sanciones podría romper la confianza en las negociaciones y, de hecho, paralizarlas o acabar con ellas", dijo el secretario de Estado antes de reunirse con los legisladores.

¿Cómo se explica este cambio —positivo, comoquiera— de enfoque tras años de duras e injerencistas posiciones con respecto a los persas y su programa nuclear de uso civil?

El certero analista Pepe Escobar lo resume de modo diáfano cuando afirma: “…Washington encontrará inevitablemente algún tipo de arreglo con Irán. Las corporaciones estadounidenses lo quieren. Occidente hambriento de energía lo quiere. Incluso, el complejo de híper-potencia de EE. UU. lo quiere —ya que le dará más libertad de acción en el Sudoeste de Asia y más allá…”.

Los intereses corporativos son consustanciales al modelo económico ¿sería mejor decir político? que se practica por las naciones desarrolladas. Si las megaempresas estadounidenses, sus financistas y todos cuantos en realidad tienen poder decisorio en Norteamérica ven un filón disponible y/o una vía geoestratégica conveniente, no tendrán reparo alguno en virar en redondo su enfoque sobre un tema equis o zeta.

El problema mayor para Washington, en lo que respecta a Irán, proviene de Israel y Arabia Saudita, dos socios de peso, pero con planes propios de continuar hostigando a Teherán (con o sin ayuda norteamericana), y de ninguna manera encontrar puntos de arreglo con ellos.

¡Menudo conflicto para la Casa Blanca! y, de paso, ¡tremendo chasco para Francois Hollande! que en relaciones exteriores se queda suspendido de un hilo de araña, según parece, y con una aceptación ciudadana en picada.

De acuerdo con las noticias y opiniones en circulación, Barack Obama, se puso en contacto telefónico con él (Hollande), se supone que para evitar discordancias de último minuto como la protagonizada por el canciller Laurent Fabius en las negociaciones de Ginebra 2, la pasada semana, que puso a París de espaldas a sus socios y a la sensatez.

Como el día 20 debe reunirse de nuevo el Grupo 5+1 (China, EE. UU., Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania), Obama ¿intercambió o ha dado órdenes precisas? tanto a Hollande, como al premier británico, David Cameron, de manera que se llegue a la cita con una posición única y no se repita la desatinada discrepancia desatada a nombre del gobierno francés.

La frustración sufrida por la dirigencia de EE. UU. con ese virtual boicot a las conversaciones, y concluir que hay más ventajas que problemas si dejan a un lado las discordancias con los iraníes, promovieron el insólito pedido de Kerry a los miembros del Comité de Finanzas del Senado, para pisar el freno a otra ronda de sanciones, dado que las posiciones entre el país afectado y la contraparte dialogante están “extremadamente cerca”.

Ni el responso a París o la advertencia a Londres ni el pedido de Kerry a los congresistas deben haber caído nada bien en los lobbies judíos en Francia y EE. UU. Tampoco en Tel Aviv, o en la casa real saudita.
Muy poco probable —no imposible— que el gobierno francés repita su desafinada nota en este importante —decisivo diría— concierto.

Israel y el emirato petrolero, por su lado, cada cual o unidos, harán intentos (y no se debe descartar un disparate bélico) por entorpecer un acuerdo, si finalmente se logra.

En definitiva, está tan cerca como alejada la posibilidad de que la administración Obama logre anotarse un éxito diplomático de consecuencias económicas favorables, sobre todo si, al mismo tiempo, le traerá unos cuantos dolores de cabeza con sus socios de la región.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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