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lunes, 23 de diciembre de 2024

Estados Unidos: de lo excepcional

La paralización del gobierno federal por carencia de fondos pone en serias dudas la “relevancia” de la primera potencia capitalista...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 11/10/2013
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Deuda publica-EU
La elevada deuda pública ya cuesta al país una “friolera” de mil millones de dólares por día.

Cierto, se puede ser excepcional…pero de muchas maneras.

Así, cabe resultar excepcionalmente dinámico o excepcionalmente inoperante; excepcionalmente brillante o excepcionalmente bruto; excepcionalmente intachable o excepcionalmente recusable.

Y por estos días un país y un sistema autocalificados de “excepcionales” enfatizan precisamente ese curso, pero de la peor manera posible. En pocas palabras, enredados en maniobras politiqueras de grave incidencia en la economía y la sociedad, tanto dentro como fuera de sus fronteras, y lo peor, sin que la lógica brinde el menor signo de vida.

Se trata del freno impuesto por el Congreso norteamericano a la aprobación de fondos para el funcionamiento del gobierno, y a la adopción de un nuevo techo para los niveles de la deuda pública.

Así, lo más reaccionario dentro del oponente Partido Republicano ha puesto en jaque la estabilidad de toda la nación, de manera que a estas alturas casi un millón de empleados públicos están en sus casas sin cobrar salarios, mientras se multiplican el cierre de instituciones oficiales de todo tipo (desde museos hasta entidades de seguridad), la suspensión de programas de ayuda a sectores desvalidos, e inclusive del pago de pensiones a familiares de militares caídos en las guerras de agresión y a veteranos de esas mismas aventuras expansionistas.

En otros términos, el camino neto a la paralización, que suma, por supuesto, la posibilidad de que Washington se vea obligado a cancelar el respaldo a sus titulados Bonos del Tesoro, lo que constituiría un golpe al sistema financiero global a cuenta del mayor deudor del planeta.

Y como era de esperar en un contexto acostumbrado al cálculo permanente de pérdidas y ganancias, las mentes más pragmáticas vienen del susto con demandas bien concretas.

En esa tónica, por ejemplo, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, la Asociación Nacional de Manufactureros y la Nacional Retail Federation, la principal federación local de empresas de venta al menudeo, se dirigieron explícitamente al poder legislativo para solicitar encarecida y urgentemente  el fin de los obstáculos para entregar dinero fresco al gobierno y elevar el techo de la deuda pública, de manera de conjurar un caos económico que ya cuesta al país la “friolera” de mil millones de dólares por día.

Por otro lado, no son tampoco caminos rosados los que empiezan a enfrentar aquellos que prefieren diferir las soluciones  a la espera de imponer sus criterios.

Así, una muy fresca investigación de la encuestadora Gallup, precisó en ese sentido que los republicanos “son percibidos favorablemente sólo por 28 por ciento de los estadounidenses, un desplome de diez puntos en septiembre, el índice más bajo jamás registrado por cualquiera de los dos partidos nacionales.”

De manera que si algunos creyeron ganar espacio político por intermedio de bravatas financieras, el tiro evidentemente no salió por el cañón del arma.

Pero si el dato anterior es trascendente, parece que el descontento no se centra solo contra los grupos que parecen interesados en impulsar la bancarrota nacional, sino que se extiende a todo el sistema político y de dirección del país, a pesar del empeño de sus autoridades de “venderlo” adentro y afuera como el “gran  e infalible” modelo global.

La  ya citada encuesta de Gallup  añade que en cuanto a los demócratas, la preferencia descendió en cuatro puntos también en septiembre; que el Congreso apenas acumula once por ciento de simpatía nacional; y que cuatro de cada diez norteamericanos reprueban a los dos partidos tradicionales que se han venido repartiendo la dirección del país a lo largo de su historia como nación independiente.

En consecuencia, no es un yerro concluir que lo que se percibe hoy en los Estados Unidos es un claro desgaste de su estructura política y de liderazgo, a partir del justo razonamiento de que para quienes ejercen los poderes públicos valen más los intereses sectoriales que los nacionales, y que para hacer valer las ambiciones de grupo todo es permisible, incluida la más estrepitosa quiebra institucional.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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