miércoles, 25 de septiembre de 2024

Fichas van…fichas vienen

A dos años de su despedida de la Oficina Oval, Barack Obama da nueva “agua” al dominó...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 28/11/2014
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La renuncia del Secretario norteamericano de Defensa, Chuck Hagel, a poco menos de veinticuatro meses del ejercicio de su cargo, resulta, al decir de los analistas, el “primer gran cambio” del gabinete de la administración Obama luego de que los republicanos se apoderaron del control del Congreso.

Precisamente Hagel era el único jefe de cartera no demócrata dentro del equipo oficial, y según fuentes de la Casa Blanca, su salida podría definirse como un “despido bilateralmente concertado” con el presidente, quien se cuidó de llenar de adjetivos elogiosos a su ex titular, y concretar que su salida responde a que ya cumplió sus funciones y por tanto debe ser relevado.

Por otra parte, las informaciones precisan que entre los aspirantes más fuertes a la dirección del Pentágono están dos subsecretarios de militancia demócrata, Michele Flournoy y Ashton Carter,  así como el senador por Rhode Island, Jack Reed, también del partido oficial.

Y a esta significativa hora las fuentes recuerdan la filtración a la prensa, tiempo atrás, de críticas formuladas al presidente por  el secretario saliente con relación a la actuación de la Casa Blanca en el caso de la agresión contra Siria, y lo que entonces calificó de “falta de claridad del ejecutivo” al proyectar sus intenciones hacia el gobierno de Bashar El Assad.

Además, se habla de que Chuck Hagel fue llamado al cargo cuando el presidente pretendía estructurar la tan prometida retirada militar norteamericana de Afganistán e Iraq, un paso que se ha revertido por completo luego de la propia decisión ejecutiva de mantener tropas en apoyo al gobierno de Kabul y en territorio iraquí con el pretexto de frenar las acciones de los Talibanes y del grupo terrorista Estado Islámico de Iraq y el Levante.

Lo cierto es que otro secretario de defensa va a la calle en estos seis años de gobierno, y este nuevo relevo tal vez estaría relacionado también con la apuesta de no tener “ajenos políticos”  dentro del gabinete en instantes en que el inquilino de la oficina oval podría inclinarse por  la práctica del uso de los “decretos” para no ver mermadas sus capacidades  frente a un legislativo de color totalmente contrario.

Por demás, quienes ya estuvieron al frente del Pentágono en el período Obama han hecho alusión al permanente deseo de control estricto sobre el universo militar que al parecer ha animado al presidente desde el inicio de sus sucesivas administraciones, lo que ha sido fuente de no pocos altercados, desavenencias y finalmente salida de altos cargos vinculados a la llamada rama de la defensa.

Y finalmente se insiste en que seguramente el mandatario haya valorado la conveniencia de cerrar su etapa con un equipo totalmente de “casa” que se supone sería más dócil y cooperativo a la hora de adoptar decisiones, las cuales, de resultar acertadas, se convertirían además en neto capital político para las cada vez más cercanas elecciones presidenciales.

Y la sospecha tiene su base en ciertas alusiones republicanas, como las lí­der de la Cámara de Representantes, John Boehner, quien  en un comunicado público dejó caer que “la elección del sustituto de Hagel debe ser acompañada por un mayor cambio en la estrategia militar de Washington.”

En conclusión, que en parte no pocos ven este movimiento de piezas como un intento presidencial de establecer un ejecutivo más cohesionado y menos controvertido ante un bloque parlamentario contrario que ha sido claro en sus intenciones de colocarle delante todos los obstáculos posibles.

Tarea de los oponentes que, dicho sea de paso, el devenir interno y externo norteamericano parece favorecer a partir de problemáticas como la ola de protestas generada en el país por la impunidad otorgada al policía que meses atrás baleó a un joven de raza negra, los meros afeites oficiales en materia de tratamiento a la problemática migratoria, el descenso de los Estados Unidos al segundo puesto económico mundial detrás de China, la notoria inoperancia del bloque occidental dentro del G-20, el sonado reto de Moscú a los designios hegemonistas, y  el muy inmediato cuestionamiento  de la ONU a la Casa Blanca para que  exponga públicamente la probada práctica de la tortura como “método de trabajo” de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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