jueves, 19 de septiembre de 2024

Idos… pero quedados

Después de once años de la invasión estadounidense que provocó la caída del régimen integrista talibán, la retirada de las fuerzas intervencionistas de Afganistán no suena clara...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 19/01/2013
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Soldados de EE.UU. en Afganistán
La presencia norteamericana en Afganistán ya supera los 12 años.

El pretendido plan norteamericano para la retirada de sus tropas de Afganistán a partir del próximo año 2014, no parece ajustarse realmente a una salida en toda la extensión de la palabra. Desde luego, semejante maniobra no se trata de algo inesperado, por el contrario.

Resultaría de crédulos e inexpertos creerse la historia de que, luego de once años de permanencia bélica en suelo afgano, sobre las mismísimas fronteras rusas, Washington abandonara tranquilamente una posición que considera estratégica en su creciente cerco hostil contra Moscú.

Por demás, pesan intereses energéticos muy fuertes en esa aventura que inició el díscolo presidente George W. Bush prácticamente a inicios de la pasada década como parte de su gran cruzada antiterrorista global, y que Barack Obama ha proseguido sin mucho miramiento para beneplácito de la ultraderecha belicista norteamericana.

De ahí la reciente visita a la Casa Blanca del presidente de Afganistán, Hamid Karzai, quien llevó en su cartera, como punto clave, abordar con su homólogo estadounidense la permanencia de un contingente militar norteamericano más allá de la anunciada retirada en 2014 de las tropas de ocupación, integradas por militares gringos y de otros países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

Según un comunicado difundido a la prensa por el gobierno de Kabul, los mandatarios trataron asuntos como la fase final de la transición en materia de seguridad y entrenamiento al ejército y la policía afganos, así como un pretendido proceso de paz que habla de un diálogo con los sectores más moderados dentro de los desplazados talibanes y otras fuerzas de oposición.

Sin embargo, lo de mantener contingentes militares de los Estados Unidos permanentes es un hecho casi consumado.

Según la propia prensa estadounidense, en las últimas semanas el jefe de la titulada misión de la OTAN en Afganistán, John R. Allen, propuso al presidente Barack Obama diversas opciones, según las cuales podrían quedar entre tres mil y diecinueve mil soldados norteamericanos en suelo afgano a partir del 2014.

Los gobiernos de los Estados Unidos y Afganistán habían firmado el año pasado un pacto estratégico para “fortalecer su relación bilateral” y garantizar una asistencia continuada de Washington al país centro asiático durante la próxima década.

No obstante, once años después de la invasión estadounidense que provocó la caída del régimen integrista talibán, la guerra en Afganistán se halla en uno de los momentos más sangrientos.

De hecho, durante su permanencia en los Estados Unidos, Karzai visitó al jefe de los servicios secretos de su país, Asadulá Jalid, quien resultó herido en un atentado talibán el pasado diciembre y fue trasladado días después a un hospital estadounidense para recibir tratamiento médico.

En pocas palabras, “irse” en el caso afgano debe entenderse como “quedarse”, no importa la ruptura de todo mandamiento gramatical.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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