jueves, 26 de septiembre de 2024

¿La otra crisis de los misiles?

La venta de cohetes rusos SS-300 a Irán pareciera generar una nueva campaña hegemonista contra Moscú y Teherán...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 21/04/2015
0 comentarios

La decisión anunciada por el presidente Vladímir Putin de suministrar baterías de misiles SS-300 a Irán, operación suspendida por Moscú en 2010 ante las sanciones internacionales contra Teherán, podría ser convertida por algunos intereses conservadores en un nuevo pretexto para fomentar la tirantez contra el Kremlin y la nación persa.

En efecto, conocida la noticia luego de que el Estado Islámico concretase hace unos días las bases para un acuerdo internacional sobre su programa para el uso pacífico del átomo, personeros de Washington indicaron “su preocupación” por los “inconvenientes” envíos de los SS-300 rusos a Irán, al tiempo que Israel llegó incluso a intentar chantajear a Moscú con la posible remisión a los golpistas ucranianos de armamento sionista de última generación, de manera “de hacer vulnerable” las frontera Oeste del gigante euroasiático.

En pocas palabras, la alharaca por la puesta en vigencia de un acuerdo bilateral iranio-ruso postergado un lustro atrás a partir de decisiones atribuidas a una “comunidad internacional” generalmente restringida a unos pocos gobiernos poderosos.

Sin embargo, Moscú se ha encargado de reivindicar públicamente su derecho a semejante transacción a partir de los positivos protocolos nucleares ya citados, que permiten el control sobre los trabajos de Irán en materia de energía atómica, a la vez  que propician el cese de todas las sanciones impuestas a la nación persa básicamente a instancias de Occidente.

Teherán ha dicho, por su parte, que los SS-300 le son necesarios para redondear su defensa y seguridad en un escenario regional hostil y explosivo, en el que se incluyen las constantes amenazas sionistas de atacar las instalaciones atómicas iraníes para evitar “la construcción de armas nucleares”.

Un total contrasentido, si se toma en cuenta que el ente sionista posee ese letal arsenal desde hace varios decenios gracias a la ayuda de sus padrinos imperiales.

Polvorines que, además, nunca han sido objeto de debate o inspección internacional, aún cuando fuentes de la propia Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, CIA, cifran en varios cientos las bombas atómicas israelíes, y en decenas de miles sus proyectiles convencionales radioactivos.

Tanto Rusia como Irán han reiterado además que los SS-300 constituyen un arma esencialmente diseñada para la defensa y, por cierto, pese a su notoria efectividad, no constituyen ni mucho menos el “último grito” en la tecnología coheteril rusa destinada a la rama militar.

De hecho Moscú cuenta desde hace años con los mucho más sofisticados SS-400, y actualmente trabaja en el despliegue del sistema SS-500, este último capaz de destruir las cabezas explosivas y sus portadores colocados en el espacio exterior.

Ha sido, en pocas palabras, el desarrollo de una cortina antiaérea y antibalística que la tecnología militar rusa ha debido desarrollar y perfeccionar con el propósito, en su caso específico, de colocar en la picota la efectividad del denominado “escudo antimisiles” norteamericano, que pretende otorgar a los Estados Unidos la impunidad de propinar el primer golpe nuclear a cualquier oponente anulando toda posibilidad de repuesta del agredido.

De hecho, el sistema SS-300, dotado de lanzaderas móviles (sobre vehículos semipesados) y eficaces redes de detección y seguimiento, constituye un verdadero complejo defensivo de ágiles proporciones con un alcance de 200 kilómetros, y capaz de batir simultáneamente blancos aéreos y misiles que ataquen desde una elevada, media o baja altura.

Esas características lo convierten en una suerte de muralla capaz de hacer fracasar toda acción agresiva ejecutada –según reza un texto militar sobre el tema- “con el uso de misiles balísticos norteamericanos como los Pershing, los Crucero o los Tomahawks, así como mediante el despliegue  de las más modernos aviones militares de Occidente.”

Se comprende entonces el alboroto y los intentos por “satanizar” la adquisición y la instalación por Irán de esta tecnología coheteril, que dificultaría en extremo cualquier intento de las potencias imperiales o de Tel Aviv de llevar a cabo sus muchas veces planeadas acciones aéreas o ataques balísticos contra territorio persa.

Como siempre, el tema se reduce a la leonina fórmula de sacar ventaja sobre la posible víctima a como de lugar, y si se le puede endilgar un rostro de ogro…mucho mejor.


Compartir

Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


Deja tu comentario

Condición de protección de datos