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lunes, 23 de diciembre de 2024

Multipolaridad: crece la empalizada

Rusia y China acuerdan nuevos tratados energéticos, mientras el gigante asiático apura el paso económico...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 31/10/2013
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Economía china
Pronostican expertos que, para el año 2016, la economía china desplazará a la norteamericana.

El ocaso de los Estados Unidos como la primera potencia económica del orbe ya es un asunto públicamente admitido por no pocos encumbrados estudiosos del devenir global.

Y una de las últimas notas en ese sentido proviene del severo golpe multifacético que recibió el gigante del Norte, a raíz del prolongado y aún latente desacuerdo financiero entre los poderes ejecutivo y legislativo, con un saldo de mayor desempleo, pérdidas multimillonarias, paro forzoso de empleados públicos, cierre de  una larga lista de instituciones y semiparalización nacional.

Un episodio que puso de manifiesto una vez más dos grandes piedras sobre el cuello imperial: la supeditación de los intereses del país a los caprichos de los mandos políticos, y la permanente debilidad de la economía, muy golpeada y sin significativos signos de recuperación  desde el pasado 2008.

Y desde luego que semejante cuadro tiene otras serias repercusiones, sobre todo con respecto a los pujos de los grupos más reaccionarios de convertir a Washington en el superpoder global.

Trastabilleos que, para mayor disgusto de semejantes ambiciones hegemónicas, enfrentan también, como contrapartida, la creciente ganancia de terreno por un importante grupo de “naciones emergentes”, entre ellas los colosos chino y ruso, considerados por esos poderes derechistas como los grandes enemigos a batir en la actual coyuntura internacional, e impulsores claves de un entorno global de signo multipolar.

De hecho, insistentes pronósticos de expertos aseguran que para el cercano 2016 la economía china desplazará a la norteamericana del trono mundial, a cuenta de un sostenido avance que solo este año superará siete por ciento de incremento del Producto Interno Bruto, PIB, mientras que en ese mismo acápite los Estados Unidos podría colocarse en términos estacionarios, o con escasas variaciones con respecto al nefasto cuadro actual.

A ello, se unen otras noticias de último minuto, acerca de los recientes movimientos de Beijing para favorecer la instauración de otras monedas como medio de pago internacional, a manera de desplazar de ese escaño al cada vez más inestable dólar norteamericano.

En ese contexto, la agencia calificadora china Dagong acaba de rebajar la calificación crediticia de los Estados Unidos, de A, a A menos, con el añadido de una perspectiva negativa con respecto al desempeño financiero de la primera potencia capitalista.

Por otro lado, en este octubre, Beijing y sus socios comerciales de Europa Occidental suscribieron acuerdos para sustituir una parte de sus operaciones en dólares por el uso del yuan, la moneda china.

Asimismo el gigante asiático dijo que, de deteriorarse aún más la economía norteamericana, cesaría por completo la compra de Bonos del Tesoro estadounidense, y emprendería la diversificación inmediata de sus fondos en divisas, que hoy acumulan 1,3 billones de dólares.

En otro terreno, y durante una visita del primer ministro Dimitri Medvedev al gigante asiático, Rusia se comprometió a elevar sus ventas petroleras a China en 10 millones de barriles diarios para la próxima década, una transacción de orden estratégico que supone un valor de 85 mil millones de dólares.

Ese suministro es equivalente a 100 millones de toneladas de crudo hasta el 2023, lo que asegura a la dinámica economía china una trascendente base energética, y fortalece los lazos entre los dos grandes blancos contra los que va dirigida buena parte de la actividad agresiva imperial a escala internacional.

Recuérdese que uno de los postulados de la política exterior norteamericana, luego del descalabro de la Unión Soviética y Europa del Este, apunta a evitar la reorganización y surgimiento de nuevas potencias mundiales, mucho más si sus signos y propósitos no adoptan la sumisión y la complacencia con respecto a los deseos de Washington.

Y tal y como van las cosas, vale insistir, no parece que todo marche nada bien para un orden global que no cesa de autodefinirse como único, excepcional y paradigma para la especie humana.

 


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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