La posición de Cuba ante los retos climáticos y del desarrollo siempre ha sido desde la salvaguarda de los reclamos históricos de los países del sur, en particular los más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático, con especial énfasis en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), como el nuestro.
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Para la Mayor de las Antillas, el enfrentamiento a este proceso en nuestras naciones es un gran desafío, teniendo en cuenta la dura batalla por alcanzar el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza. Proceso, a su vez, ya irreversible y cuya causa está en el calentamiento global producido por las industrias de los países desarrollados y el consumo indiscriminado de los sectores más ricos del planeta.
Los PEID enfrentan graves impactos de un problema que no causaron. Son unas 60 naciones insulares —cerca de 40 de ellas miembros de Naciones Unidas— de baja altitud, muchas casi a ras de mar, que agrupan a más un millar de islas, en el Caribe, el Pacífico, el Índico...
En estas tierras viven unos 65 millones de personas y tienen abrigo centenares de miles de especies de la flora y la fauna, muchas de ellas endémicas, mientras que sus poblaciones humanas están entre las más vulnerables y excluidas del planeta.
El consenso de estas islas se remonta a los años 90 del pasado siglo, cuando se fundó la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés), dirigida a aunar a los PEID en acciones comunes para enfrentar el calentamiento global.
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«Dicen los expertos que nuestros Pequeños Estados Insulares en Desarrollo serán los primeros en desaparecer como consecuencia del cambio climático. Hablemos y hagamos lo que nos toca por evitarlo mientras esa posibilidad exista».
Fueron esas las palabras iniciales del discurso del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la Reunión de Jefes de Estado y Gobierno de la AOSIS, en el marco de la Asamblea General de la ONU que sesionó de forma virtual el 22 de septiembre de 2021.
«Es hora de detener la destrucción del medio ambiente causada por los irracionales patrones de producción y consumo de quienes de manera egoísta se sienten confortables con el statu quo.
«Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad que les corresponde en apoyo a los esfuerzos por alcanzar el desarrollo sostenible de todos los pueblos y preservar al planeta frente a las amenazas que ellos mismos provocaron».
«¡Ellos pueden y deben!», reclamó entonces el mandatario cubano, quien reafirmó, a la vez, que a pesar «de las restricciones del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos, recrudecido de manera deliberada en tiempos de pandemia, Cuba sigue siendo fiel a «su vocación solidaria y humanista», y continuaría «promoviendo la cooperación en diversas esferas, en particular la Salud, y compartiendo nuestras modestas experiencias en materia de reducción del riesgo de desastres y enfrentamiento al cambio climático».
«¡Trabajemos juntos por tener futuro! Un futuro en el que las aspiraciones de nuestros pueblos puedan realizarse sin que penda sobre nuestros sueños la amenaza de desaparecer por los excesos ajenos», fue la afirmación final de aquel discurso de Díaz-Canel.
Palabras que, junto al largo historial de solidaridad y colaboración con los países más urgidos, de la mano del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y del General de Ejército Raúl Castro Ruz, continúan guiando la posición de Cuba, que por estos días estará representada por el Vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, en la IV Conferencia sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo que se realizará aquí, en Antigua y Barbuda.
IV CONFERENCIA SOBRE LOS PEID
El cónclave, organizado por Naciones Unidas, reúne a más de cinco mil delegados en Saint John, entre altos funcionarios de la ONU y de otros organismos internacionales, dirigentes políticos, académicos, activistas y otros voceros que trabajarán entre el 27 y 30 de mayo en esta nación del Caribe Oriental, anfitriona de uno de los eventos más grandes que se ha organizado por estos lares.
Bajo el lema «Trazar el rumbo hacia una prosperidad resiliente», la IV Conferencia sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo tiene entre sus metas consensuar un nuevo Programa de Acción, destinado a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
En la Cumbre de la Tierra, Río de Janeiro, 1992, los pequeños estados insulares en desarrollo —38 miembros de la ONU y 20 no miembros plenos— fueron reconocidos como un grupo de países del Tercer Mundo con vulnerabilidades sociales, económicas y ambientales específicas. En el Programa 21, emanado de aquel encuentro, se realizó el compromiso de abordar sus problemas de desarrollo sostenible de una forma diferente.
Resultado de la Cumbre de Río, y como seguimiento al Programa 21, en abril de 1994 se celebró la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de los Pequeños Estados Insulares, en Bridgetown. Se acordó entonces el Programa de Acción de Barbados para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, con esferas prioritarias y medidas concretas para hacer frente a los problemas especiales de esas naciones.
El Plan señaló que los PEID son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climáticos mundiales, a la variabilidad del clima y al aumento del nivel del mar. Todo incremento del nivel del mar tendrá efectos importantes y profundos sobre la economía y las condiciones de vida, y hasta la supervivencia misma de determinados países de poca altitud se puede ver amenazada, señalaba.
En 1999 el asunto volvería al más alto nivel, en el 22º período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que hizo una evaluación de la ejecución del Programa de Acción de Barbados.
Como parte del seguimiento que se le dio en la ONU a este tema, sin muchos resultados concretos, por cierto, en enero de 2005 sesionó la Reunión internacional para examinar la aplicación del Programa de Acción para el desarrollo sostenible de los PEID en Port-Louis (Mauricio), de la que surgió la Declaración y la Estrategia de Mauricio.
Otro hito sería la Tercera Conferencia Internacional sobre los PEID, celebrada en Apia, Samoa, en septiembre de 2014. Se consensuó allí la Trayectoria de Samoa (Modalidades de Acción Acelerada para los PEID), un programa de acción decenal para promover la asistencia internacional para abordar los desafíos que enfrentan estos Estados.
Su objetivo era la promoción del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza en estas pequeñas naciones a partir de tres dimensiones, la ambiental, la económica y la social.
Ha sido un largo camino que ahora llega a la IV Conferencia Internacional aquí, en Saint John, Antigua y Barbuda.
Para Cuba, que ha ratificado su compromiso con garantizar el éxito de este evento, el resultado de la IV Conferencia debe basarse en la Trayectoria de Samoa (2014), la Estrategia de Mau
ricio (2004) y el Programa de Acción de Barbados (1994).
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