Tormentosas relaciones de la OTAN

Si la cara es el espejo del alma, nada bueno nos espera en el futuro próximo, con Jens Stoltenberg. Redondeo la idea con las palabras del líder histórico Fidel Castro Ruz, en su recién publicado escrito El porvenir incierto, cuando expresó que “Ayer escuchaba las declaraciones del nuevo Secretario General de la OTAN, antiguo Primer Ministro de Noruega, quien desde el pasado primero de octubre, hace solo seis días, asumió el cargo. ¡Cuánto odio en el rostro! ¡Qué increíble empeño en promover una guerra de exterminio contra la Federación Rusa!”.

La candidatura de Stoltenberg para la jefatura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte tenía un aval imposible de superar: Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido lo apoyaban. ¿Quién con ese pedigrí puede ser rechazado?

Y la confirmación de que pusieron bien el ojo en el escogido se reafirmó cuando de lleno empezó a querer intimidar a Rusia haciendo la “petición” de que cambie su comportamiento. Afirmó que continuarán operando sus patrullas aéreas sobre el Báltico y mantendrán despliegues navales allí y en el mar Negro, así como los ejercicios en el este de Europa, por tanto tiempo como sea necesario. También dijo que el próximo año, en una reunión ministerial, “tomaremos una decisión sobre la fuerza de respuesta rápida, pero incluso ahora que aún no ha sido formada, la OTAN ya tiene un ejército poderoso. Lo podemos desplegar donde queramos”, acotó Stoltenberg a la cadena polaca TVP.

Pero si hacemos un poco de historia encontramos que la entidad, desde que fue engendrada, no tenía otro objetivo que ser un bloque contendiente de la URSS, por aquello de ser comunistas en ese instante; y ahora de Rusia, por aquello de que resulta una amenaza a Estados Unidos, a causa del ascenso del Kremlin con una posición fortalecida a escala universal.

En estos instantes, so pretexto de la crisis promovida en Ucrania precisamente por la Unión Americana y sus aliados y del rechazo de Moscú a la ruptura del orden constitucional en Kiev, Occidente vuelve a esgrimir el fantasma de la amenaza rusa.

 Pero ya antes habían expandido su potencial bélico en los alrededores de Rusia, luego del desplome de la Unión Soviética y el resto del campo socialista, y se establecieron en territorios de los antiguos miembros de aquella alianza socialista.

Moscú, como era de esperarse, no se cruzó de brazos ante la inminente realidad de que tropas de la OTAN se emplazaran permanentemente en países fronterizos con Rusia, lo que los obligó a actualizar su estrategia defensiva ante las nuevas amenazas.

Realmente, ahora no estaríamos escribiendo estas líneas si hubiera sucedido lo que se esperaba en aquel entonces y es que la OTAN dejara de existir después del desplome del campo socialista, la URSS y el Pacto de Varsovia; pero lejos de apagarse, se consolidó, próspera y ha cruzado las propias márgenes territoriales de las naciones que la constituían. Hoy ejecutan oficio de auténtico policía mundial.

Tampoco tendríamos que ver cómo la Alianza ha reforzado sus misiones de patrullaje en los países bálticos: vuelos de vigilancia, reconocimiento e inteligencia (AWACS) en Polonia y Rumanía y buques de guerra adicionales desplegados en el mar Báltico y el Mediterráneo, además de aumentar contingentes y expandir programas de maniobras. Según informaciones de la prensa europea en medio de la crisis ucraniana, la OTAN aumentó su actividad en el este de Europa este año, atribuyéndolo a la necesidad de reforzar las fronteras de los países miembros de la región.

Todo esto quedó confirmado en la cumbre de la entidad en Gales, el pasado mes, donde se acordó el despliegue permanente de una fuerza de respuesta rápida compuesta por miles de efectivos para actuar en cualquier lugar del mundo, emplazados en nuevas bases militares en Letonia, Lituania, Estonia, Rumanía y Polonia; países de Europa colindantes con Rusia.

Los miembros de la OTAN han cimentado un Frankestein militar que derrocha el setenta por ciento de todos los presupuestos para la defensa del universo. Un comentarista de política internacional opinaba que, “según declaró su primer Secretario General, la Alianza se hizo para mantener a los soviéticos afuera, a los norteamericanos adentro y a los alemanes abajo”. Bueno, definitivamente, cumplieron sus objetivos y los sobrepasaron. Los soviéticos desaparecieron, los norteamericanos llevan la voz cantante y los alemanes están muy contentos con la existencia de la OTAN.