lunes, 23 de septiembre de 2024

Ucrania: Segundo Round

Las armas han dejado una leve oportunidad al forcejeo diplomático.

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/06/2014
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Tropas rusias
Putin afirmó que Rusia no planea usar sus tropas frente a Ucrania.

El presidente Vladímir Putin recién confirmó públicamente que las tropas rusas no tienen en sus planes actuar contra Ucrania, lo que implica un importante calzo al desarrollo de un proceso de diálogo interno en aquella nación vecina.

Se trata de que, evidentemente, Moscú quiere privilegiar la vía diplomática al lenguaje de las balas y la hostilidad con relación al conflicto interno generado en la nación ucraniana a cuenta de la injerencia de Washington y sus restantes aliados de Occidente.

Y en ese esfuerzo, ello implicaría, al decir de algunos analistas, llegar a admitir incluso como interlocutor válido al gobierno del empresario del chocolate Piort Proshenko, uno de los financistas de las protestas de derecha que, a instancias de los mentores foráneos, terminaron con la administración de Víctor Yanukóvich y aceleraron la desestabilización, la explosividad, y la división en el seno de la sociedad ucraniana.

Desde luego, el Kremlin sabe que una guerra en el área no es el camino más deseado para quienes tendrían que poner los muertos y la destrucción.

Por el contrario, se convertiría en un pretexto servido en bandeja de plata para la injerencia directa de quienes pretenden debilitar y cercar a Rusia, que junto a China constituyen los principales puntos de mira de los hegemonistas del orbe.

Por demás, sin dudas, Rusia tiene finas ventajas en el terreno de las negociaciones.

De hecho, está claro que no es admisible a estas alturas debate alguno sobre el tema de una vuelta atrás en el caso de Crimea y Sebastopol, reunificados con la Madre Patria meses atrás por voluntad expresa de sus pobladores luego que las autoridades golpistas de Kiev desataron las campañas anticiudadanos de origen ruso a lo largo y ancho del país.

Mientras, lo cierto es que el gobierno de Piort Poroshenko, producto de unas elecciones mediatizadas y de bajísima concurrencia a las urnas el pasado 25 de mayo, no ha logrado “pacificar” al país, a pesar de la prolongación de los ataques a las regiones federalistas del Este y a  sus repetidas bravatas y caras adustas con respecto a Rusia.

En consecuencia, la formulación de un alto al fuego gubernamental hasta las primera horas de este viernes 27, y el hosco ofrecimiento de ciertas reformas políticas favorables a los ciudadanos de origen ruso, si bien pueden tener una necesaria carga de “mejoramiento de imagen”, reflejan, sin dudas, que no todo ha salido a pedir de boca para el nuevo aparato oficial.

Y con absoluto tino, Moscú y los separatistas han tomado y reconformado la bola, y junto a asumir como válido el alto al fuego, pretenden que el diálogo no excluya (como ha dicho Kiev) a quienes han tomado las armas en su autodefensa frente a los grupos de derecha y las tropas que han acatado la orden de fuego contra sus iguales, ni que se ignoren los  resultados de los masivos referendos en varias zonas del Este relativos a la autonomía.

En pocas palabras, que si se va a hablar, se haga como se debe: sin coerción, exclusiones ni  estigmas establecidos a priori, actitud que cualquier persona sensata acataría y aplaudiría.

Por añadidura, cada vez se hace más claro que si no transigen, los nuevos gobernantes de Kiev difícilmente logren la tranquilidad y la estabilidad nacionales, porque el caos y el terror no hacen más que generar nuevos problemas y mayores decepciones y angustias entre los nacionales.

Y esa sería, precisamente, la carta por la que Moscú está apostando en este instante, es decir, procurar que el leve rayo de luz que se ha abierto en Ucrania se transforme en un proceso lo más sólido posible a favor de un entendimiento mutuo que cierre el actual capítulo de violencia, con la certeza de que a estas alturas -a partir de una seria y ya comprobada disensión social -en aquel país vecino en paz no será tarea fácil para los derechistas intentar imponer, de manera absolutista, los programas abusivos y excluyentes que les vienen de sus aliados y promotores imperiales.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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